En la industria automotriz pocas rivalidades han capturado la imaginación del público como la histórica confrontación entre Ford y Ferrari.
Este enfrentamiento, nacido de ambiciones rotas y egos heridos, no sólo redefinió las 24 Horas de Le Mans, sino que dejó una huella indeleble en la industria automotriz.
Para entender la magnitud de esta rivalidad, debemos viajar a los años ‘60, una época en la que el rugido de los motores y el olor a combustible se entrelazaban con la pasión y la gloria.
Todo comenzó en 1963, cuando Henry Ford II, nieto del legendario Henry Ford, buscaba revitalizar la imagen de Ford Motor Company frente a sus rivales como General Motors y Chrysler con la incorporación en su oferta de un vehículo deportivo.
La necesidad de encontrar una solución rápida a la problemática obligó a la compañía a bajarle el pulgar a la idea de desarrollar su propio modelo y se inclinó, en cambio, por la posibilidad de comprar una marca prestigiosa y consolidada.
Ford puso su mira en Ferrari, la compañía italiana famosa por su éxito en las carreras y sus inigualables diseños. Enzo Ferrari, el fundador de la marca del Cavallino Rampante, mostró muchísimo interés en la oferta de Ford que le había prometido 10 millones de dólares por su empresa y todos los bienes.
Cuando el acuerdo estaba a punto de firmarse, las negociaciones se enredaron en una maraña de desacuerdos sobre el control de la división de carreras de Ferrari.
La gota que colmó el vaso fue la cláusula que permitiría a Ford controlar las decisiones relacionadas con las competiciones automovilísticas de Ferrari. Para Enzo, un purista de las carreras, esta imposición fue inaceptable.
Finalmente, el trato se rompió, y con ello, el ego de Henry Ford II quedó profundamente herido. Decidido a vengarse, Ford tomó una decisión audaz: no sólo competiría contra Ferrari, sino que los derrotaría en el terreno más prestigioso de todos: las 24 Horas de Le Mans.
La misión de derrotar a Ferrari en Le Mans no fue tarea fácil. Ferrari, que finalmente le vendió su compañía a Fiat, había dominado la carrera durante años, ganando seis veces consecutivas entre 1960 y 1965. Ford necesitaba un coche que no solo pudiera competir con los potentes Ferrari, sino superarlos en resistencia y velocidad. Así nació el Ford GT40, un coche que se convertiría en leyenda.
Ford invirtió millones en el desarrollo del GT40, reclutando a algunos de los mejores ingenieros y pilotos del mundo. Bajo la dirección de Carroll Shelby, un carismático ex piloto y constructor de coches, el GT40 comenzó a tomar forma. Shelby, conocido por su enfoque poco convencional y su espíritu indomable, fue crucial para transformar el proyecto en una máquina ganadora.
El camino hacia la gloria no fue sencillo. En sus primeros años, el GT40 enfrentó múltiples desafíos y fracasos. Pero la perseverancia y la determinación de Ford finalmente dieron frutos en 1966. Ese año, las 24 Horas de Le Mans se convirtieron en el escenario de una de las victorias más impresionantes en la historia del automovilismo.
Con un despliegue de fuerza y estrategia, Ford no solo ganó la carrera, sino que ocupó los tres primeros lugares en el podio. El GT40 Mark II, conducido por Bruce McLaren y Chris Amon, cruzó la meta en primer lugar, seguido por otros dos coches de Ford. Este triunfo no solo rompió la racha ganadora de Ferrari, sino que también envió un mensaje claro: Ford había llegado para dominar.
La rivalidad entre Ford y Ferrari transformó las 24 Horas de Le Mans en una arena de épicas batallas. La carrera dejó de ser simplemente una prueba de resistencia y velocidad; se convirtió en un símbolo de la tenacidad y el ingenio humano. Las innovaciones tecnológicas y las estrategias de equipo alcanzaron nuevos niveles, impulsadas por la feroz competencia entre estos dos gigantes automotrices.
En los años siguientes, Ford continuó dominando Le Mans, ganando en 1967, 1968 y 1969. Ferrari, aunque siempre competitivo, no pudo igualar el dominio de Ford durante este periodo. La rivalidad elevó el prestigio de Le Mans, atrayendo a más fabricantes y pilotos de todo el mundo, ansiosos por participar en esta legendaria contienda.
Hoy, la historia de la rivalidad entre Ford y Ferrari sigue siendo una de las más fascinantes en el mundo del automovilismo. No se trata solo de coches y carreras; es una narrativa de ambición, orgullo y perseverancia.
La película “Ford v Ferrari” de 2019, protagonizada por Matt Damon y Christian Bale, revitalizó el interés en esta histórica rivalidad, presentando a una nueva generación la apasionante historia detrás de estos coches y los hombres que los hicieron legendarios.
Las 24 Horas de Le Mans continúan siendo una prueba suprema de resistencia y habilidad, y cada año, los ecos de la rivalidad entre Ford y Ferrari reverberan en el circuito, recordando que, en el corazón del automovilismo, siempre hay lugar para la grandeza y la gloria.