Panorámica. Así es la residencia de Kuwait que se encuentra en el piso treinta de una luminosa torre de Puerto Madero. En su interior habita Abdulaziz Mohammad Albisher (49), el embajador extraordinario y plenipotenciario del Estado de Kuwait ante la República Argentina que también es concurrente de Uruguay y Paraguay. Es él mismo quien nos abre las puertas de su hogar y quien, con un movimiento grandilocuente, nos da la bienvenida. Y así, sin más, entramos en su mundo.
Baklawas, balah el shams, sambusas y keppes fritos seducen desde la mesa del living con su aroma y su atractivo color caramelo. Más allá, un gran barco custodiado por banderas decora el espacio. “Hasta el descubrimiento del petróleo la mayor parte de los ingresos de mi país se basaba en la pesca de las perlas y en el comercio bilateral. Para explorar los océanos del Golfo Árabe y realizar intercambios comerciales con países de la zona se utilizaban barcos como éste”, nos explica el diplomático antes de invitarnos a tomar asiento y convidarnos café árabe.
–Usted recorrió el mundo —vivió en Reino Unido, Venezuela, Bélgica, España, Australia, Egipto y Nigeria—, ¿qué impresión tiene de Argentina?
–Considero que la Argentina es un país con características europeas ubicado en Sudamérica. Lo que más destaco es que tiene un espíritu que invita a la vida. No es como otras capitales que son más duras. El pueblo argentino es amable, hospitalario, amistoso y también acepta al otro. A mí me llama la atención que cuando subo al ascensor las personas me saludan, también cuando salgo. Eso refleja el espíritu del país y de su gente.
–¿Qué otras cosas captan su atención?
–La limpieza de la ciudad y el buen ojo que tienen los argentinos para la combinación de colores. Es llamativo el buen gusto que tienen para decorar sus hogares, sus restaurantes y sus calles.
–¿Ve puntos en común entre Kuwait y Buenos Aires?
–Sí, veo lo que yo llamo “el espíritu de la familia única”, porque en ambas ciudades siempre hay juntadas y reuniones. En mi país el tema de la familia es sagrado, no sólo por tradiciones y costumbres, sino también porque nuestra religión –el islam– nos incentiva a cuidar de nuestra familia y de nuestros vecinos. De hecho, en casi todos nuestros hogares tenemos algo que se llama “Dewaniya”, que es un lugar dedicado especialmente a recibir invitados o amigos. Y, obviamente, es conocido que ustedes, los argentinos, hacen reuniones y asados y toman mates con sus amigos.
–¿Ya adquirió algún gusto culinario nacional?
–(Asiente fervientemente) Sí. Lo que más me gusta es el asado, pero hace poco descubrí las empanadas fritas y me encantaron. Sobre todo, la masa cuando son crujientes.
–¿Usted cocina?
–Sí, porque el soltero tiene que ser buen cocinero, sino va a ser soltero fracasado.
–En la web no figura si estuvo casado o si tiene hijos.
–Lamentablemente, hasta ahora no me he casado y no he tenido la oportunidad de formar una familia. Digo lamentablemente porque con el paso de los años uno se da cuenta de la importancia de la familia, y en septiembre voy a cumplir cincuenta años.
–Va a estar en Buenos Aires. ¿Planea hacer una gran fiesta?
–(Suelta una carcajada) Lo primero que debo hacer es agradecerle a Dios por haberme dado salud para llegar hasta acá, y por lo que pude ofrecerle a mi familia, a mi país y a mí mismo a lo largo de los años. (Se inclina hacia adelante, de modo intimista) Pero siendo franco con usted, desde los 40 que ya no tengo la misma alegría a la hora de cumplir años. ¿Por qué será? (Vuelve a reír).
“Las relaciones entre los kuwaitíes y los argentinos son históricas”
Asegura sin un ápice de duda el diplomático mientras desliza sus dedos por un masbaha de color marfil (N. de la R.: una serie de cuentas unidas por un hilo que es de uso tradicional en las sociedades musulmanas). Zambulléndose en la historia, relata: “Las relaciones de nuestros países comenzaron en 1969 y las sedes de las representaciones diplomáticas abrieron a partir de 1993. Ahora, si hablamos de hitos, uno indiscutido fue el apoyo que nos brindó la Argentina en 1990”.
–Ayúdenos a refrescarle la memoria a la gente. ¿Qué ocurrió en ese momento?
–La Argentina tuvo una postura honrada, como casi la mayoría de los países miembros de la ONU, y participó de la liberación del Estado de Kuwait de la ocupación (N. de la R.: perpetrada por Irak, con Sadam Husein al mando). Su país envió dos buques de guerra. Y es el día de hoy que seguimos en contacto con los excombatientes que participaron en esa misión. Nunca olvidamos la postura que tuvo Argentina.
–Económicamente, ¿es fuerte la ayuda que nos brindan?
–Sí. Kuwait posee el Fondo Kuwaití para el Desarrollo Económico Árabe y realiza grandes contribuciones a este país. De hecho, la Argentina se considera la más beneficiada de las contribuciones del fondo kuwaití dentro de América Latina. Estas están relacionadas con proyectos de desarrollo que están distribuidos en diferentes provincias. Entre los más importantes, tenemos un acueducto que vincula la provincia de Santa Fe con la de Córdoba para que les llegue agua potable a los habitantes de ambas provincias. También contamos con varios proyectos de desarrollo e infraestructura en otras provincias que tienen impacto positivo y ayudan a mejorar el nivel de vida de los habitantes de esas zonas.
–¿Puede ser que ustedes les hayan abierto las puertas a otros fondos soberanos para que vengan a trabajar a la Argentina?
–Así es. Gracias a eso, otros países de la zona del golfo árabe van a colaborar con sus fondos en la segunda etapa del proyecto del acueducto que mencioné. En cuanto a nosotros, esperamos ampliar las contribuciones, ya que tenemos muchas solicitudes de diferentes provincias para realizar proyectos.
–Kuwait tiene el ocho por ciento del petróleo del mundo. ¿Lo considera una bendición?
–Absolutamente, es algo muy lindo que tenemos, una bendición de Dios. Nosotros producimos el petróleo y lo usamos para el desarrollo del país, para que se refleje en el nivel de vida del ciudadano kuwaití, pero al mismo tiempo no gastamos todos los ingresos. Tenemos algo llamado “el fondo de las futuras generaciones”, y el 10% va ahí. También hay otro fondo, “el fondo soberano”, que está entre los diez fondos soberanos más grandes del mundo y se considera el primer fondo soberano que se fundó. Hace poco llegó a los 800.000 millones de dólares, y lo utilizamos para invertir en diferentes ámbitos tanto dentro como fuera de Kuwait.
–¿Prestan ayuda humanitaria?
–Sí. Kuwait se considera uno de los países más contribuyentes a los organismos de la ONU en temas relacionados con la ayuda humanitaria. De hecho, Kuwait fue nombrado por la ONU como el Centro del Trabajo Humanitario en 2014.
–¿Qué hay más: argentinos viviendo en Kuwait o ciudadanos de Kuwait viviendo en Argentina?
–Argentinos viviendo en Kuwait. La mayoría vive allá por trabajo o porque son profesionales del fútbol.
Paren la pelota
–¿Hay muchos jugadores albicelestes en sus tierras?
–¡Una gran cantidad! También hay muchos entrenadores y academias de fútbol para niños. Y eso no es todo: varios ciudadanos kuwaitíes practican el turismo deportivo, es decir, que viajan especialmente a Buenos Aires para asistir a partidos de fútbol. Es que crecimos escuchando nombres de leyendas argentinas.
–Hoy, ¿su jugador favorito es Lionel Messi?
–Uff. Tengo muchas peleas con mis amigos por Messi, porque ellos son fanáticos de su rival, que ahora juega en Arabia Saudita, Cristiano Ronaldo, y yo defiendo a Messi. Aunque también considero que Diego Simeone es una leyenda deportiva… es que él es el entrenador del Atlético de Madrid, y yo soy fan de ese equipo.
–Hablando de fanatismo… ¿ya tiene un cuadro nacional?
–No voy a dar una respuesta diplomática diciendo que yo aliento a la Selección y que no soy ni de River ni de Boca, pero en este momento estoy en plenas negociaciones con varios amigos argentinos y todavía no decidí con quién voy (Extiende su sonrisa mostrándose divertido). Ah, algo interesante para contar es que el estado de Kuwait es el único país de oriente medio que transmite en vivo los partidos de la liga profesional de fútbol argentino. Los damos con comentario árabe y analizamos los partidos y el post. Así que los países árabes que siguen la liga argentina lo hacen a través de la televisión de Kuwait.
Precisiones 2024
“Nací en septiembre y del signo de virgo, por eso soy muy preciso, muy puntual, algo que en el trabajo puede retrasar las cosas, pero también provocar que surjan ideas que puedan ser referentes”, comparte introspectivo Albisher en la comodidad del amplio departamento alquilado que utiliza el Estado de Kuwait como residencia. En el interior de éste, llama la atención un telescopio Swarovski que permite observar con detalle todo lo que ocurre en la terminal de cruceros del puerto de Buenos Aires.
–¿Qué objetivo preciso tiene para su tiempo como embajador?
–Mi objetivo principal es afianzar las relaciones bilaterales entre nuestros países, y lo que me va a facilitar esta misión es la voluntad clara y mutua de ambas capitales y gobiernos. Después, hay algunos temas que aspiro que se realicen durante mi misión. En primer lugar, espero que tengamos colaboración en el sector de seguridad alimentaria por los recursos naturales de altísima calidad que tiene su país. Después, queremos intercambiar experiencias para beneficiarnos de las experiencias argentinas en el sector tecnológico y en seguridad cibernética. Además, aspiramos a colaborar en la investigación científica, y a concretar la firma de los acuerdos vinculados con las inversiones y la doble imposición fiscal que va a ser la base principal para elevar el la cooperación bilateral entre nuestros países a nivel económico, comercial y de inversiones. Y, obviamente, intentamos que Argentina sea partícipe principal para lograr los objetivos de la visión de Kuwait 2035.
–Para cerrar, a nivel personal, no profesional, ¿qué objetivo tiene para los años que le quedan en nuestro país?
–Quiero fortalecer mi idioma español, conocer la cultura argentina y visitar la mayor cantidad de museos y provincias que pueda, además de asistir a varios clásicos del fútbol local y dejar una buena reputación en la Argentina.
Fotos: Diego García
Agradecemos a Martín Basel