–Entonces el primer muñequito, el primer juguete de Star Wars que tuvo en sus manos, ¿no lo conserva?
–Lamentablemente, no. Un Darth Vader que en 1978 me compró mi padre (Roberto, fallecido dos años después) en la librería del barrio. Ese sí tendría para mí un enoooooorme valor, al margen de lo económico.
Conclusión: el principal coleccionista vintage de SW en la Argentina delata, en tiempos de un nuevo Star Wars Day, Día de SW o May the 4th be with you (como quiera llamarse al 4 de mayo de cada año) y del cuarto de siglo cumplido desde el estreno de Episodio I: La amenaza fantasma, que no arrancó bien su colección.
–Callate –avanza–, que la cosa no quedó ahí… De entrada te cuento que mis únicas dos figuras sobrevivientes de la infancia, y bastantes gastadas, son las de Chewbacca y C–3PO. Bueno, el día que una novia que tenía uno de mis hermanos (soy el menor de tres) me obsequió la primera en un cumpleaños, abrí el envoltorio y mande: “¡Justo me regalás el muñeco más feo!”. Recuerdo la frase igual que la mirada de enojo de mi madre (Susana) ante semejante descortesía. Y no me voy a extender sobre la época del secundario, cuando por vergüenza bajé cada juguete de las repisas de mi cuarto… Listo, acabo de declarar todos mis pecados. Espero haber quedado libre de culpas y cargos (risas iniciales).
HACE MUCHO MUCHO TIEMPO EN UNA CASA DE MUNRO
Al marido de Pamela (48) y padre de Sergio (18), y Rocío (22) no le gusta explayarse en detalles personales. Tal vez porque, como los buenos directores de cine, prefiere mostrar –y hablar horas de su obra– antes que de sí mismo. Lo cierto es que se hace llamar Diego DOE, Von DOE o DOE, a secas. “Me lo puse a fines del siglo pasado para crear un usuario en MercadoLibre, y quedó. Como en el ciberespacio todos somos anónimos y la traducción al inglés de “doe” equivale a “un don nadie”, lo dejé así. No me gusta dar el apellido, así se mantiene el misterio (disfruta el comentario), aunque tampoco es tan poco común, te aclaro. Ahora, si querés definirme…
Apenas me obsequiaron el primer muñequito, hace décadas, en un cumpleaños, abrí el envoltorio y mande: '¡Justo me regalás el muñeco más feo!'. Recuerdo la frase igual que la mirada de enojo de mi madre (Susana) ante semejante descortesía. Y no me voy a extender sobre la época del secundario, cuando por vergüenza bajé cada juguete de las repisas de mi cuarto…"
–Queremos.
–Hacélo así, por favor: un comerciante bonaerense y coleccionista de la cultura de los años ‘50 al ‘ 80 en todas sus expresiones, música, publicidad imagen. y también motos. Creador y entusiasta m, tal vez por la edad un “pionero” administrador de varios grupos relacionados con ambos hobbies, como el de Star Wars Kenner Vintage focus group, @lacaswal (primer grupo en el país con foco específico en material vintage de Star Wars), y otro de Facebook dedicado a las Harley–Davidson y motos de alta gama, nacido en marzo de hace 55 años, ocho antes del “verano D”.
–“¿Verano D?” –repetimos aceptando picar la carnada para que nos entusiasme con cierto interesante relato que no tardará en llegar.
–Recuerdo que era un día caluroso de febrero del ‘78 y yo ayudaba desde la vereda de casa a mi padre, que lavaba su Chevy. De la nada pasó por la puerta un amigo del colegio con su madre y me preguntó: “¿Vamos al cine?”. “Dale”, le contesté sin consultar qué película veríamos. Obvio, era una excelente idea para un escape elegante. Mi vieja me autorizó, me dio unos pesos para la entrada y golosinas, y partimos. Volví a las tres horas.
–¿Cómo volvió, en qué condiciones?
–Conmovido, fascinado, flasheado. Se me había abierto la puerta de un mundo maravilloso que, aún hoy, rumbo a las cinco décadas de aquel estreno, permanece abierta. Descubrí La guerra de las galaxias y ya nada sería igual en mi vida –arriesga mientras hace un paneo a los cinco metros de largo, cuatro y medio de ancho y tres de alto que sintetizan su manera de lograr que tal puerta justamente “permanezca abierta”.
“COLECCIONAR ES UNA ADICCIÓN, PERO SANA”
Nos referimos a una especie de santuario casero en la zona norte donde descansan 160 figuras en sus blisters cerrados, más 300 sueltas, con sus accesorios; dioramas, naves, cajas de productos de todo tipo y de todos los países donde hubo licencia, posters, fotos autografiadas. En síntesis, un maravilloso viaje de película al merchandising de los primeros tres filmes (Episodio IV: Una nueva esperanza –1977–, V: El imperio contraataca –80– y VI: El regreso del Jedi –83–) de la franquicia creada por George Lucas.
Cuando vi por primera vez 'La guerra de las galaxias' en 1978 terminé conmovido, fascinado, flasheado. Se me había abierto la puerta de un mundo maravilloso que, aún hoy, rumbo a las cinco décadas de aquel estreno, permanece abierta. Ya nada sería igual en mi vida”
–Si bien sus piezas resultan irrepetibles debido al tiempo transcurrido desde que se gestaron, ¿por qué no amplía la colección a los seis largometrajes que le siguieron a la saga, a los derivados de ellos, a las series de una franquicia que, desde que la adquirió Disney no para de crecer?
–En mi caso, después de ver en 1999 Episodio I: La amenaza fantasma decidí, afortunadamente, poner un punto final y no comprar nada posterior a las tres producciones originales y su época de influencia. Se relaciona no solo a los costos y a la imposibilidad de obtener todo. Imaginate que cubriendo de 1978/86 a mí todavía me faltan cosas y siguen apareciendo nuevas!
–¿Qué es un coleccionista?
–De entrada, te aclaro que coleccionar para mí es una adicción, pero sana. Una linda forma de llenarme de satisfacción. Luego, definiría al coleccionista como un hábil cazador en potencia, no solo en lo mío, aplica a la búsqueda de una camiseta de fútbol, una estampilla o una figura de acción.
–¿Qué hay de los precios?
–Ninguna colección debería ser ponderada por su valor sino por el sacrificio y esmero de quien la posee. He vendido reliquias para acceder a algo que me interesaba más, y en general cediéndolas a colegas que, yo sabía, iban a valorarlas. He dejado de irme de vacaciones por adquirir algo para mi colección… es que coleccionar es abstraerse un rato de la realidad, el trabajo y los problemas, sentir que cada cosa que se consigue es un trofeo para que uno mismo –no otro– admire y disfrute. Coleccionar es convertirte por un ratito en un niño grande.
–¿Juega con sus juguetes (y perdone la redundancia)?
–Limpiarlos, acomodarlos, organizarlos son mis formas de jugar con ellos.
–¿Cómo se reconoce a un nuevo coleccionista de alguien experimentado?
–Un viejo coleccionista, si puede, no deja pasar de largo algo que lo entusiasmó. Tampoco se obnubila por lo extranjero. Yo le he canjeado a coleccionistas americanos y europeos juguetes argentinos que jamás pude volver a conseguir. Di oro por baratijas, sin comprenderlo. Errores en el aprendizaje, no siempre se gana. Aparte, un coleccionista es consciente de que la búsqueda nunca se termina. Siempre queda algo más por conseguir. Por último…
–¿Por último?
–Un coleccionista casi siempre cree que inició su galería convencido de que sería la herencia de los hijos, para terminar entendiendo que se convertirá en su propia jubilación (risas finales).
Ninguna colección debería ser ponderada por su valor sino por el sacrificio y esmero de quien la posee. He dejado de irme de vacaciones por adquirir algo para mi colección… Coleccionar es abstraerse un rato de la realidad, el trabajo y los problemas, sentir que cada cosa que se consigue es un trofeo para que uno mismo –no otro– admire y disfrute. Coleccionar es convertirte por un ratito en un niño grande"
Fotos: Leo Ibáñez y gentileza de Diego DOE y @rancho_trotacielos
Diseño de portada y retoque de fotos: Gustavo Ramírez