Máxima Zorreguieta es la chica porteña que llegó al trono de uno de los países más avanzados de Europa. Una historia de luces y sombras que hoy celebra un doble aniversario: sus 53 años de vida y los 23 que lleva como ciudadana de los Países Bajos, lo que le permitió contraer matrimonio con el futuro rey Guillermo, con quien se casó el 2 de febrero del 2002.
Habla cuatro idiomas, es fanática del deporte y tiene un hábito un tanto extraño: tomar una cucharada de vinagre cada mañana para eliminar las bacterias de su cuerpo. ¿Otro dato color? A la hora de deleitar a su familia y traer esos sabores de la gastronomía argentina a un rincón lejano del globo, se sabe que es muy hábil para preparar alfajores de maicena rellenos de dulce de leche, a partir de una receta de su mamá.
Quienes siguen de cerca el avance y la transformación de la monarquía de Europa son claros a la hora de sostener que vino a hacer un cambio trascendental en la misma y su relación con el pueblo. Ha conseguido que el pueblo neerlandés la quiera y la adopte, aunque fuera a costa de resignar varias cuestiones. ¿Alentar al Seleccionado Argentina en un Mundial, por ejemplo? Algo absolutamente prohibido.
“Lo que pasó con Máxima fue un punto de inflexión. Se trataba de un futuro rey que se estaba relacionando con una mujer que no pertenecía a la realeza ni la nobleza (como el caso de Diana Spencer) y era extranjera”, explica el experto en realeza, ceremonial y protocolo Rubén de Gavaldá y Castro a Revista GENTE.
“Máxima trajo nuevos aires, un resurgir y un nuevo posicionamiento. Después de eso, muchas otras casas reales -entre las cuales se encuentra la de España, con Letizia Ortiz- avanzaron con matrimonios morganáticos (como se llama a las parejas que son de disparidad de condición) que fueron aceptados”, añade De Gavaldá.
La dura infancia de Máxima Zorreguieta
Pero, lejos del esplendor del palacio, hay que destacar aspectos de la vida de la actual reina de Países Bajos alejados de la felicidad. Específicamente, decisiones que su madre tomó: la obligaba a hacer deportes y la sometía a dietas estrictas con el objetivo de que bajara de peso. Lo cierto es que tal exigencia no terminó bien, llegando a trastornos alimenticios. Como Inés, su hermana, las dietas marcaron su adolescencia.
Luego de culminar sus estudios secundarios, Máxima pasó a la Universidad Católica Argentina, donde cursó la carrera de Economía, egresando en 1988. Al mismo tiempo, combinó su vida para continuar con un trabajo de investigación en materia de software destinado al mercado financiero en la empresa Mercado Abierto S.A. Entretanto, también trabajaba partime dando clases particulares de inglés a niños y adultos.
Uno de los primeros grandes triunfos de Zorregueita en material laboral dentro del ámbito privado se dio en 1996, cuando ingresó a las filas de HSBC James Capel INC. Por ello se instaló en Nueva York para tomar el cargo de vicepresidenta del departamento de Ventas Institucionales de América Latina. Permaneció durante dos años en ese cargo hasta que se pasó a Dresdner Kleinwort Benson.
El desafío de formar a una futura reina
En diálogo con GENTE, Gavaldá y Castro afirma que “el aporte de la sangre latina marcó en las herederas de la Casa Orange Nassau una característica de unidad familiar y cálido compañerismo entre las hermanas Catalina Amalia, Alexia y Ariane. Algo que otrora en las Casas Reales europeas se daba muy extraordinariamente, por cuestiones de recelos, envidias y otras rivalidades”.
“La reina ha demostrado ser la principal instructora de etiqueta y ceremonial para sus hijas. Tal aspecto, sumado a su carisma y espontaneidad, le han brindado una obsequiosidad que le distingue entre otros herederos”, prosigue.
Y, en la misma línea, Soledad Ferrari, una de las autoras de la biografía no autorizada Máxima, una historia real, manifiesta: “Ella le puede dar un baño de humanidad a una chica que vive en una burbuja desde que nació y seguiría así hasta el día de su muerte”.
Máxima y Guillermo, una potente historia de amor
Corría 1999 cuando Máxima Zorreguieta conoció al entonces príncipe Guillermo Alejandro de Orange en la Feria de Abril de Sevilla. Desde ese entonces su vida cambió para siempre. Pero para hablar de su esencia como plebeya, esa que le dio un toque distintivo entre la realeza y con la que se ganó el cariño de gran parte de la sociedad de Países Bajos, hay que contar quién era esa mujer que caminaba las calles de Buenos Aires sin imaginar -¿o sí?- seguramente este presente.
El 2 de febrero de este año se cumplieron 22 años del casamiento de Máxima Zorreguieta y Guillermo Alejandro de los Países Bajos. La historia de amor de la pareja fue desde el comienzo como un cuento de hadas, en el que por cuestiones de la existencia una joven argentina plebeya asistió a una fiesta en Sevilla y con su sensual baile enamoró perdidamente a un príncipe.
En tan solo dos años de noviazgo el príncipe y su amada descubrieron que serían inseparables, por lo que, a pesar de todas las miradas críticas, decidieron dar un gran paso en sus vidas, unirse en matrimonio.
Una serie que promete secretos y verdades
Si faltaba algo en su vida era una serie dedicada a su pasado y presente. Y lo consiguió: el 20 de abril último se estrenó Máxima en Países Bajos, con el protagónico de Delfina Chaves, quien se puso en la piel de la monarca para contar cada secreto y cada verdad. Se estima que tal producción va a estar disponible en Argentina recién para agosto.
“Cuando me informaron que había quedado seleccionada para encarnar a Máxima, honestamente no podía creerlo. Recuerdo que manejaba hacia la casa de mi papá temblando por la emoción. Yo, que no sé hablar holandés, tengo apenas un par de líneas en ese idioma repartidas a lo largo de la serie. Hasta que llega el final, en el que me toca un monólogo de tres páginas, ¡y todo en holandés!”, contó hace un tiempo la hermana de Paula Chaves en Luzu TV.
Las mejores tapas de Revista GENTE dedicadas a Máxima Zorreguieta
Búsqueda de archivo: Mónica Banyik