A finales del Siglo XIX, en un mundo donde las mujeres rara vez rompían las barreras impuestas por la sociedad, emergió una figura intrépida que dejó una huella imborrable en la industria automotriz. Aunque su nombre fue eclipsado por la fama que alcanzó su marido, nadie puede negar que Bertha Benz ha sido la pieza clave para el surgimiento de la Mercedes-Benz, una de las marcas más importantes del mundo motor.
Nacida el 3 de mayo de 1849, Bertha era la esposa del ingeniero alemán Carl Benz. No era una mujer común de su tiempo. Desafiando los convencionalismos, estudió todo lo permitido para una mujer y se sumergió en el mundo de la mecánica bajo la tutela de su padre en el taller familiar. Su deseo de cambio la llevó a financiar los proyectos de su esposo, convirtiéndose en socia no oficial en una época en la que las mujeres eran excluidas de los negocios.
La gran creación que le quitó el sueño a Carl Benz fue el Motorwagen, un vehículo equipado con un rudimentario motor que se conducía con una manivela. Los autos no eran una novedad ya que en aquellos años otras personas habían intentando crear coches que se movieran por sí solos para abrirse camino en un mundo que transcurría al ritmo del galope de los caballos.
A diferencia de las otras personas, Benz tuvo la visión de patentar su creación como invento en 1886, aunque eso no le aseguró el éxito. Para eso debió esperar dos años y no fue, precisamente, por su esfuerzo...
En un momento de desaliento para el ingeniero Benz, cuando su invento parecía destinado al olvido, Bertha emergió como la fuerza impulsora. Desafiando las normas sociales, tomó la audaz decisión de emprender un viaje sin el consentimiento de su esposo. Y lo hizo a bordo del prototipo del Motorwagen junto a sus hijos. Así se convirtió en la primera mujer en conducir un automóvil, desafiando las expectativas de la sociedad de 1888.
El viaje de 180 kilómetros que Bertha emprendió entre Mannheim y Pforzheim, donde estaba la casa de su madre, no fue un paseo sin complicaciones. Por el contrario.
Desde paradas para obtener Ligroína, un derivado del petróleo, hasta reparaciones improvisadas de la cadena de transmisión, Bertha demostró una resiliencia única. Reparó una válvula con un alfiler de su sombrero y el sistema de ignición con una pinza del pelo. No hubo obstáculo que no lograra superar con ingenio y determinación.
Tras 12 horas de desafíos, Bertha y sus hijos llegaron a su destino. La publicidad fue espectacular, y la máquina sin caballos que atravesaba las poblaciones se convirtió en el centro de atención. Bertha había logrado su objetivo: poner al automóvil en el mapa y cambiar la percepción que tenía la gente.
El viaje de Bertha no sólo generó publicidad crucial para el proyecto de Benz, quien en 1925 se asoció con Gottlieb Daimler para fundar Mercedes-Benz, sino que también impulsó mejoras fundamentales en el vehículo. Su invento de las pastillas de freno, agregando suelas de zapatos a los débiles frenos de madera, fue su aporte a la evolución de los automóviles.
El coraje y determinación de Bertha Benz siguen inspirando a mujeres de todo el mundo a perseguir sus sueños, sin importar los desafíos que puedan enfrentar. Bertha no solo condujo un automóvil; condujo el cambio...