Con su libro Mujeres insolentes de la historia recibió la faja de honor 2019 de la Sociedad Argentina de Escritores. El contundente aval que recibió su obra, que recupera la vida de mujeres latinoamericanas que rompieron los paradigmas en pos de la construcción de una sociedad más igualitaria hizo que Felipe Pigna (64) pudiera llevarla al teatro.
Tras varias funciones, regresa el 9 de marzo una vez al teatro Astros para narrar la vida de mujeres “que tuvieron en común su negativa a doblegarse” (desde Eva Perón y Julieta Lanteri a Juana Azurduy y Estela de Carlotto, entre otras), acompañado por los dibujos en vivo de Costhanzo y la interpretación artística de Magalí Sánchez Alleno.
Con la excusa de su regreso a las tablas, el también creador de historiador.com.ar, uno de los sitios más visitados de la Argentina, habla sobre el periplo de su proyecto para visibilizar a aquellas mujeres a quienes la historia “mezquinó la memoria de sus actos”, comparte su opinión sobre los desaciertos del gobierno actual, hace una relectura de los errores del pasado y relee a Juan Bautista Alberdi desde los ojos de la actualidad.
–¿Cómo es regresar al teatro con Mujeres insolentes de la historia?
–Es algo que se pone muy lindo. Ya lo venimos haciendo desde hace un año, por lo menos. Hicimos varios teatros en Buenos Aires y en algunas ciudades del interior. Y consiste básicamente en que yo voy contando una historia, y Magalí (Sánchez Alleno) va cantando canciones referidas a las mujeres de la historia argentina. Al teatro vienen muchos chicas y chicos, a partir de 6 años. Y tienen mucha participación. De hecho, aprenden mucho a cantar y a bailar.
–A la par de que pueden conocer la historia de mujeres que no han sido reconocidas por la historia…
–Sí, elegimos mujeres muy representativas de todos los colectivos. Patriotas como Juana Azurduy, escritoras como Victoria Ocampo y Alfonsina Storni, científicas como Cecilia Grierson y luchadoras sociales como Victoria Bolten y Julieta Lanteri, pionera en los derechos del voto. En cada caso vamos contando la época, el contexto y cómo se vivía en ese momento. Podemos decir que es un recorrido por gran parte de la historia argentina.
–¿Cómo experimentás este rol en el que además de enseñar, entretenés?
–La verdad es algo que me gusta mucho. Y es algo que vine haciendo también con Darío Sztajnszrajber (en Mitos de la argentina y la filosofía), por ejemplo. En este caso es distinto porque es para chicos y tiene como característica que hay más guiños de humor y más pases de comedia. Me siento re cómodo y lo paso bárbaro.
–¿Y cómo se da el feedback con un público infantil?
–Es muy lindo todo el cariño de los chicos. Te esperan a la salida, te traen dibujitos, te traen un libro para firmar. Cuando hicimos en esa modalidad Los cuentos del abuelo José, en homenaje a San Martín, fue que en el auditorio Belgrano, fue una locura: vinieron 1200 niños. Y después hicimos una especie de conferencia de prensa, porque se acercaron al escenario a llenarme de preguntas. Incluso algunos vinieron disfrazados de San Martín.
–Has logrado democratizar la educación llevándola al gran público, para que puedan conocer de otras maneras la historia.
–Sí, porque aparte esta idea de que la historia es aburrida no se sostiene, ¿no? Es divertida, dinámica, depende cómo se la cuente y los chicos se sientan interpelados o que empaticen con lo que uno les está contando. Que no sientan que es una cosa que ya pasó, que no tiene nada que ver con ellos. Yo creo que tanto Belgrano como San Martín, como estas mujeres de las que hablamos, se sienten un poco identificados en esa cuestión de la justicia, de la cultura, de todas esas cosas tan interesantes que cada uno de ellos representó.
La actualidad del país: “Es un momento distópico”
–Recién decías que la historia nunca deja de “divertirnos”. Para entender la que vivimos hoy, ¿cómo analizás este momento que atraviesa la sociedad argentina?
–Este es un momento distópico, diría yo. Algo que nunca soñamos que ocurra. Es insólito que haya que volver a ratificar que la educación y la salud pública son importantes, que la gente pueda comer. Uno pensaba que eran cosas que se caían de maduro en una sociedad que cumplió 40 años de democracia. Además, hay un clima de señalamiento de figuras públicas… como lo que pasó con Lali, un clima de odio que no nos merecemos. Somos unas de las sociedades más cultas y con más tradición cultural de América Latina.
–¿Por qué creés que el presidente eligió a Lali como “contrincante” discursivo?
–Creo que Lali no es una persona confrontativa, tiene sus ideas, pero no es un enemigo del gobierno, ni mucho menos. Me parece que hay baja tolerancia a la crítica. En definitiva, lo único que había expresado en un tweet fue: “Qué peligro”. Hay algo muy contradictorio que es que ella está vendiendo su mercancía, como le gusta decir al presidente, entonces la mayoría de la actividad de Lali es privada. Creo que hay un cuestionamiento de valores tradicionales que hacían que este país sea admirable en el mundo, por su cultura, su música, su cine, sus libros… Cosas que no creo que desaparezcan pero que va a costar sostener, evidentemente.
–¿Cómo se analiza la historia que se está escribiendo cuando mandan las fake news?
–Estamos en un momento en el que muy poca gente se detiene a chequearla, porque en la medida que la fake me caiga simpática, la retuiteo, y no importa si es verdad o no. Es un poco lo que decía Humberto Eco hace muchos años: la noticia deseada. Lo que yo deseo que sea, sin importar que sea verdad. Que es algo que ocurre con este auge de la política mediática o de comunicación por redes, donde la capacidad de análisis queda prácticamente anulada.
El análisis político de Felipe Pigna sobre la “libertad”
–Cuando se habla del panorama actual, también se habla de la fragmentación de la oposición. Pensando en alguien como la exvicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, ¿qué rol está ocupando con sus intervenciones?
–No lo sé, la verdad que me resulta raro la actitud en este momento. Creo que está expectante. Pero es un momento en el que se deberían tender puentes entre la oposición en salvaguarda del bien nacional. A mí no me parece que sea un momento para acciones individuales. Sino que habría que ver los puntos de conexión entre los diferentes bloques democráticos que tiene la Cámara de Diputados.
–Como historiador, ¿por qué creés que algunos insisten en referirse a una tensión parecida a la del 2001?
–Hay elementos que sí son similares, pero en aquel momento se trataba de un presidente muy débil. No es el caso de Milei. Es un presidente que tiene muchas fortalezas, más que nada por quienes lo rodean. Tiene los factores de poder más grandes de Argentina, tiene a Macri detrás…Evidentemente sí se va camino a una crisis, sobre todo al querer gobernar sin el parlamento, pero no sé con qué resultados ni consecuencias. Afortunadamente me dedico al pasado.
–Hablando en términos históricos, ¿qué ha significado la palabra libertad?
–Es una palabra maravillosa que tanto tiene que ver con nuestra historia: la lucha por la libertad. El Himno Nacional expresa “libertad, libertad”, significando algo que lo expresa muy bien Juan Bautista Alberdi en las Bases, cuando dice que la libertad debe ser acompañada por la equidad. Que sin equidad, la libertad no se puede ejercer. ¿Qué libertad puede tener una persona que pasa hambre? Esto se viene charlando desde la época de la Revolución Francesa. Alberdi habla de un Estado responsable, que se tiene que hacer cargo de la salud, de la educación, de la seguridad, del bienestar general. Cosa que no veo que esté sucediendo.
Qué es ser libertario históricamente, la figura de Milei y los errores del gobierno anterior
–Si tuvieras que explicarnos qué sería históricamente ser un libertario, ¿cómo lo expresarías?
–Libertario es un término que históricamente estuvo asociado a los movimientos anarquistas. Por ejemplo, en Argentina, el primer sindicalismo, el fin del siglo XIX, el comienzo de los 20, la guerra civil… Bueno, los anarquistas eran una agrupación de extrema izquierda, que se llamaban indistintamente anarquistas olibertarios. Ese término fue usurpado actualmente, ya que se inventó un oxímoron que es “anarcocapitalismo”.
Que sería una cosa imposible de sostener. Porque fíjate que la anarquía propone el fin del Estado en todas sus formas. Es un pensamiento muy utópico que plantea la distribución de la riqueza entre todos y la supresión del Estado. Cosa que no existió nunca en ningún lugar del mundo. Pero el capitalismo requiere, indefectiblemente, la presencia del Estado, incluso cuando ejerce su función represiva. Por lo tanto, el anarcocapitalismo es un oxímoron de imposible aplicación.
–Como líder, hay quienes comparan a Milei con Carlos Menem. ¿Tiene algún punto en común?
–Son muy distintos. Menem era una persona tremendamente política, con una gran capacidad de negociación, que además hizo cosas tremendas, como las privatizaciones y demás, pero con una gran capacidad de tolerancia de la oposición. Había una libertad de prensa absoluta durante su gestión. Hay que reconocerlo. Y había diálogo con otras fuerzas políticas. Algo que no existe en este modelo.
–¿Cómo analizás al gobierno anterior?
–Por supuesto que veníamos de un gobierno muy malo, hay que decirlo con todas las letras. La administración de Alberto Fernández fue malísima y el manejo de la economía, muy errático. También una devaluación muy polémica que hizo Massa en el último momento. En el medio, la gente vio caer su sueldo de una manera violenta sin que hubiera una recompensación. Además, estuvo la pandemia, que fue complicado para todo el mundo, y dejó ciertos efectos perdurables, sobre los que también se montaron los libertarios para decir que estuvimos encerrados. Son demasiados elementos a tener en cuenta cuando uno hace un análisis de la situación que estamos viviendo, con unos niveles de miseria verdaderamente espantosos.
–Es muy temprano aún, pero ¿qué podrían decir hoy los manuales de historia que se están imprimiendo?
–Me parece que dirían que estamos viviendo en una situación inédita, en un cambio de régimen en el que se están despreciando fuertemente los valores democráticos clásicos y se están poniendo en duda los valores que el país tuvo como patrimonio, gobernara quien gobernara, por ejemplo la educación pública y gratuita de calidad, que debe seguir teniendo fondos.
Fotos: Alejandra López