–Aunque GENTE haya cubierto cada paso que di en mi vida y mi carrera -mis inicios como modelo, en el teatro, en la tele, casamientos, separaciones, alegrías y crisis, etcétera, etcétera, hay uno del que no van a encontrar archivo.
–¿Le parece? ¿Está segura?
–Sucede que no tienen registro porque la revista nació en 1965 y esto ocurrió el 29 de enero de 1959 (risas): mi cumpleaños de 15… Yo jamás me lo voy a olvidar.
Así, ante nuestro requerimiento al celebrarse el 29 de enero de 2024 las ocho décadas de su nacimiento, Susana Giménez recordó algunas de sus celebraciones, haciendo hincapié justamente en ésta que “me quedó marcada en la mente para siempre”.
Y nos empieza a relatar desde La Mary, su chacra marítima de Punta del Este, lugar en el que celebrará la llegada de los 80 años.
“Yo de chica festejaba mis cumpleaños con pocos invitados, porque al ser en primer mes del año y tiempo de vacaciones, la gente estaba en Mar del Plata, Punta del Este, Miramar o algún lado de la costa. No había nadie, en realidad, salvo mi mamá, mi papá, mi abuelo, mi abuela y mi tía. Sólo recibía regalos que los de ellos. Si bien no era de pedir nada especial.
-¿Por qué recuerda tanto su cumpleaños de 15?
–Porque me mordió mi propio perro.
Entonces, cuenta la diva argentina que para festejar habían hecho un asado en la casa de Martínez donde residían. “Papá jorobaba con nuestro ovejero alemán, que era divino de aspecto. Lo habíamos criado de cachorro y yo lo amaba. Tanto que cuando mi padre me dijo que ‘está muy bien educado, pero sólo me obedece a mí’, lo contradije. ‘No es así, pa’. ‘¿Ah, no? Si yo le digo “cáche” no dudes de que te ataca, hija’, me mandó. ‘¡A que no!’, lo desafié”. Pronto Su se puso una lona en la cabeza, para taparse, y desde debajo de la misma le pidió al padre: “Dale, gritale ‘¡cáche’!’, vas a ver”.
–¿Y su padre le gritó?
–Le gritó “cáche” y el perro me atacó y mordió en el cuello... No pasó nada, por suerte, pero nunca lo olvidaré. Mientras admitía que papá tenía razón, yo pensaba “¡qué perro de mierda!”. Terminó mal aquel ovejero alemán, me acuerdo. Era medio loco.
Agradecemos a Inés Hernández