Llegó el verano y las noches invitan a ser disfrutadas. Jardines, casonas y PH's se preparan para conquistar al público con sus propuestas al aire libre, pero en zona norte un espacio se salió del molde.
Se trata de Piso Cero Terrace, el jardín de Vicente López que decidió apostar al arte en todos sus sentidos. Ya con sólo atravesar la puerta de entrada uno se topa con la "Sirena del Río de la Plata" de Alejandro Marmo, la misma que muchos peatones vieron durante años en la esquina del Paseo de la Recova de Posadas. Para apreciar aún más la visión, el bartender creó una copa fresca inspirada en la obra. "Es a base de Gin Mare, tiene espuma a base de sal y un falso coral", dice con naturalidad la moza mientras nos alcanza un cóctel de autor con reminiscencias marinas.
Y así, sin más, comienza la degustación de Vuelta Marmo, un menú de cinco pasos inspirado en la obra del argentino nacido en Villa Bosch, el único artista vivo que tiene sus obras expuestas en el interior del Vaticano.
El arte se fusiona con los sabores
En las mesas que forman parte de la experiencia, lo primero que sorprende es ver que los tenedores tienen dijes: crucecitas plateadas de unos casi tres centímetros que se venden en la tienda de souvenirs del Vaticano y que, en este espacio bonaerense, se convierten en delicados obsequios.
Debajo de un árbol de gomero de grandes hojas, y en un jardín en el que hay expuestas una variedad de obras y esculturas (entre ellas, "La Virgen de Luján", "Corazón de hierro", "El Abrazo" y "Diego iluminado"), comienza la degustación de las creaciones del chef Mariano Jeréz.
El primer plato –que se saborea de la mano de un Sauvignon blanc– le rinde homenaje a "El abrazo", la serie de Alejandro Marmo que "suscita luz y sensibilidad en las relaciones humanas".
Tras una copa de Chardonnay, llega un bocado oriental que se inspira en "La Mirada". "El plato se inspira en un ojo observador. Su mirada puede ser crítica o compasiva... eso depende de cada mirada", asegura el chef mientras desliza su obra sobre la mesa.
Cuando nadie lo espera, aparece una pizza que representa "Universos", el cuadro de Alejandro Marmo que comunica su fuerza expresiva mediante la yuxtaposición de formas geométricas de vivos colores. Con masa madre, mortadela de pistachos, stracchiatella y láminas de papa se convierte en uno de los grandes aciertos de la noche. ¿La copa de vino que la acompaña? Un Trapiche Gran Medalla Pinot Noir.
Suena la música electrónica y aún queda un plato salado por delante. "El principal", anuncian. Se trata de un tataki de wagyu que, curiosamente, viene acompañado por tres estrellas de pepino a tono con la emulsión.
Y llega el postre: un alfajor en forma de corazón acompañado con helado de almendras que indudablemente fue creado a imagen y semejanza del "Corazón de hierro".
Para acompañarlo, y cerrar la noche a puro festejo, una copa de Bruth Rosé.
Qué opina Alejandro Marmo de este sabroso homenaje
Tras degustar por primera vez el menú de pasos, el artista que le da nombre y entidad a la propuesta conversó con GENTE de la experiencia. "Para mí es un placer gastronómico. Es muy delicioso tener empatía con la gastronomía desde algo tan salvaje como trabajar el hierro. Encontrar el placer en dos polos totalmente opuestos como el salvajismo de trabajar el hierro y la suavidad de la gastronomía, el placer y el sabor, me parece que es una búsqueda interesante como experiencia", detalló mientras observaba los restos de su postre.
–¿Te sorprendió la propuesta?
–¡Sí!, sino no lo hubiese hecho.
–¿Cómo surgió esta idea?
–Un día estaba hablando con Nico Weil y su mujer, Gisel, de la posibilidad de que en este lugar exista una órbita de todo lo que cuenta la obra en estos 25 años: desde Europa hasta los lugares periféricos. De dejar un poco ese estilo de experiencias, que son pura literatura para mí, en un espacio como este que junta amigos y hace un culto del encuentro. Salió como algo lúdico.
–¿Elegiste vos las obras que conforman esta experiencia?
–Las elegimos en grupo, porque a veces las obras nos eligen a nosotros. Yo creo que las piezas ya tienen una identidad propia, ya viven solas, respiran, y no tengo dudas de que ellas son las que deciden dónde quieren estar. Son obras con mucha autonomía, yo solo soy un soldado de esa fuerza que ya construyeron solas.
–¿Alguna es más querida por vos que el resto?
–Soy democrático: todas tienen lo suyo (Risas).
Agradecemos a Agustina Zeballos.