Con el caer de la tarde, políticos, modelos, empresarios, diplomáticos y artistas comenzaron a llegar a la Residencia de la embajadora británica, en Recoleta, dispuestos a celebrar el primer cumpleaños en el trono de Carlos III del Reino Unido.
Para la ocasión, la residencia se colmó de alfombras rojas, las flores inundaron los espacios y, en el magno jardín, se instaló una enorme carpa que en la parte exterior mostraba imágenes del rey –siendo coronado, viajando en la carroza, saludando en el balcón del Palacio de Buckingham, etc–, y que en su interior lucía una enorme y golosal bandera británica.
Mientras iban descubriendo los espacios, los invitados fueron degustando limonadas, jugos de maracuyá, tragos con gin, vinos y espumantes, como así también muchísimos quesos –¡habían mesas solo de ellos!– y bocaditos salados sabrosos como albóndigas de cerdo con corazón de huevo de codorniz, terrinas de pollo al curry y mini scones de queso brie con cebolla caramelizada.
La anfitriona del evento, la embajadora británica Kirsty Hayes, fue quien compartió que, siguiendo los intereses ambientalistas de Carlos, la celebración obtuvo la certificación de neutralidad de carbono. ¡Y no solo eso!, para compensar las emisiones del evento, la embajada británica plantó un árbol nativo por cada uno de los invitados ayudando así a la reforestación del Parque Nacional Lanín. Lo que no anticipó en su discurso fue lo divertida que terminaría siendo la celebración, ya que los invitados terminaron bailando al ritmo de Queen en una noche de primavera colmada de sonrisas.
Postales de una celebración excepcional
Fotos: Fabián Uset y cortesía Embajada británica de Buenos Aires