Cinco meses, 455 mil participantes en 110 disciplinas, 35 mil finalistas de los 135 municipios. Los Juegos Bonaerenses 2023 podrían calificarse simplemente por sus históricos números, pero de poco serviría. Este evento deportivo y cultural, el más significante para la provincia, es por sobre todo encuentro, compañerismo e identidad. Se valoran los triunfos y los buenos resultados, tanto como los viajes en micro, los mates al costado de la cancha y las charlas en el hall del hotel.
Tenis, natación, atletismo y gimnasia artística; a la vez poesía, tango, arte circense y mural, forman parte de más de un centenar de disciplinas en las que cada uno de los bonaerenses se inscribe para representar orgullosamente a su municipio. Los Juveniles, que suelen ser la mayoría de los inscriptos, se entrecruzan en traslados y hospedajes con las categorías de Adultos Mayores, Estudiantes Universitarios/Terciarios, Personas con Discapacidad y Personas Trasplantadas.
Todos participan en la primera etapa, la Municipal. Algunos de ellos logran avanzar hacia la instancia Regional, donde la provincia se divide en 16 zonas para competir entre partidos vecinos. De allí, salen los finalistas: 35 mil sueños que en septiembre viajaron a la ciudad de Mar del Plata y hoy nos cuentan sus experiencias.
Juan Ignacio Ravetta es profesor de educación física en el pueblo de O’Higgins, partido de Chacabuco. Desde 2017 entrena un equipo de fútbol masculino al que luego se sumaron las chicas para crear el plantel mixto. Este año la disciplina debutó en los Juegos organizados por el gobierno bonaerense: “Las chicas decidieron que yo sea el entrenador y le pusieron mucho compromiso. Para ellos es una experiencia inolvidable haber llegado hasta esta ciudad”.
El resultado termina siendo secundario"7
Juan Ignacio Ravetta, entrenador
Más allá del buen desempeño obtenido, Ravetta destaca otros aprendizajes que brinda la competencia: “Compartieron risas, charlas y anécdotas con chicos de otras escuelas y de otras localidades, se hicieron nuevos amigos. No se olvidan más de estos viajes. El resultado termina siendo secundario, yo estoy muy orgulloso de ellos como profe”.
El fruto del esfuerzo
A más de 150 kilómetros de Chacabuco se encuentra Roque Pérez, un distrito con menos de 15 mil habitantes. Allí vive Catalina, que en quinto grado comenzó a jugar al rugby junto a sus amigos de la Escuela N°3. “Siempre jugué mixto, porque es difícil conseguir chicas que practiquen este deporte. Pero un día, mi entrenador pidió que en los Juegos Bonaerenses creen la categoría de rugby femenino. Cuando la habilitaron, empecé a convencer a todas mis amigas para que se anoten y acá estamos”, relata la joven sentada en una reposera a metros de la Bristol.
Convencí a todas mis amigas para que se anoten en rugby femenino”
La palabra de Catalina, jugadora
Junto a ella se encuentra Kiara, una de las amigas impulsadas a formar parte del equipo de Las Gavilanas. Si bien venía entrenando desde hace tiempo, en su caso fue el debut enfrentándose a otros equipos: “Al principio tenía miedo, pero ahora disfruto mucho el momento. Cuando salgo de la cancha y miro todo, caigo realmente en lo que estoy viviendo”.
Es que el rugby femenino tiene corto recorrido, pero mucho potencial. Este año, 10 equipos se inscribieron, más del doble que en 2022.
En los Juegos Bonaerenses el medallero general no es lo primordial, aunque todos lo miran de reojo. Lomas de Zamora, General Pueyrredón y Quilmes se ubicaron en la cima; pero el municipio de La Matanza fue quien más medallas cosechó. Gerardo Civitillo forma parte de esa delegación hace 13 años y habla con profundo conocimiento: “Te puedo asegurar que los pibes esperan todo el año este momento. Entrenan con mucho compromiso para poder mostrarse, viajar y compartir esta experiencia única”.
Desde un predio en Tapiales, Civitillo trabaja con chicos de nivel secundario las pruebas de velocidad, resistencia, postas, vallas, lanzamiento de bala, de jabalina y salto en largo, entre otras. Para él, los desempeños obtenidos son sólo una parte de los resultados a evaluar: las emociones del que gana, del que pierde y el apoyo de otros chicos que ni siquiera conocen, valen tanto como el podio.
“Es casi como un viaje de egresados. De los que llegan a las finales hay muchos que no conocen el mar. Imaginate para ellos competir y, mientas tanto, vivir esa experiencia, les cambia la cabeza. ¡No sabés lo que es el momento de ir todos juntos a la playa! Cuando vuelven de los Juegos Bonaerenses, en la escuela hay otro ánimo, otro clima. Las familias también están muy felices y agradecidas por la oportunidad”, comenta el profe de los jóvenes matanceros.
“Cuando vuelven de los Juegos Bonaerenses, en la escuela hay otro clima”
Gerardo Civitillo, entrenador
La cultura en medio de los Juegos Bonarenses
Los Juegos Bonaerenses son también culturales. Entre los casi 30 mil inscriptos en esta sección, se encuentra Nelba Funes, una jubilada del municipio de Tres Lomas que por cuarto año consecutivo llevó una medalla para su pueblo en la disciplina “Solista vocal - Adultos Mayores”: ya tiene dos de oro y dos de plata.
“Yo siempre vengo a ganar, pero también a llevarme amistades. Si bien soy jubilada y no vivo del canto, lo hago con mucha responsabilidad y amor. Lo llevo en la sangre, en los genes. Hay que agradecer mucho que existan estos Juegos. Imaginate que en Tres Lomas somos 9 mil habitantes y casi 200 estamos participando en las finales. Todo el municipio está atento a ver cómo nos va”, describe visiblemente emocionada Nelba, antes de regresar a su pueblo con la dorada en el cuello.