Aunque cada noche la vemos en su silla de angelita en LAM (América TV). En un rol combativo que asegura le divierte, Fernanda Iglesias no duda en responder que su punto de quiebre son sus hijos.
"Trato de protegerlos mucho, además, no les gusta que hable de ellos", cuenta en una íntima charla con Revista GENTE, donde se sincera sobre aspectos de su vida que poco habla en lo cotidiano, como su rol de madre y la dura infancia que la atravesó.
Fernanda (50) es madre de dos: Ema que tiene 18 años -fruto de su relación pasada- y ya se prepara para experimentar por primera vez la independencia al mudarse sola a un departamento, y, Jeremías, a quien tuvo con Pablo Nieto, con 12 años transita la etapa adolescente.
"Yo saltaría para protegerlos como loca. Cualquier madre haría eso. Hay muchos famosos que muestran más a sus hijos, que lucran con sus hijos. Yo jamás podría hacer eso. Los muestro en redes si ellos me lo permiten, siempre les tengo que pedir permiso, es su privacidad", insiste sobre la privacidad que maneja con la vida de sus hijos.
La periodista se detiene a recordar una conversación que tuvo con su hija, donde la joven le reprochaba por no haberla involucrado más en los medios cuando era chica. "Yo le respondí que yo quería que tuviera una infancia normal. Prefiero que me reproche porque no la llevé, a que me reproche por haberla llevado y que la pasó mal. Su infancia era fundamental para mí, que la viviera a pleno y no que fuera a trabajar, me parece un horror", expresa contundente.
Ahora pasa mucho más tiempo con su hijo menor, con quien vive y además se ha convertido en su refugio en medio del proceso que atraviesa tras su separación. "Ahora estoy más abocada a Jere, y a Ema medio que la solté. Obvio, si ella me necesita, sabe que yo estoy. Pero la solté, ya es de la vida ella, ya es una persona libre. Separarse de la madre es re importante, y poder tomar decisiones. La libertad es lo que más le inculqué a mis hijos", confiesa sobre su sentir al acompañar a sus hijos en dos etapas -y edades- completamente diferentes.
- ¿Cómo sos como mamá?
- Soy muy permisiva, soy cero de poner límites. No me importa cómo les va en la escuela. A mí lo que me importa es que sean buenos compañeros, que tengan amigos, que sean buenas personas, que hagan los que les gusta. A mi hija siempre le decía: 'el secundario es un trámite, porque tu vida va a empezar a los 18 años, ahí vas a empezar a hacer lo que te gusta', porque ella sufría la secundaria...
Le decía que tratemos de pasarla lo más rápido posible. No le pedía notas, no le exigía nada. Insistía en esto que su vida comenzaría cuando hiciera lo que le gustara y ahí, iba a ser feliz. Y con mi hijo también, soy muy libre de habla. Hablamos de sexo, de temas que son tabú, yo los normalizo en casa, porque son cosas normales. Para mí es mejor hablarlo, que sepa que lo puede hablar conmigo.
- ¿No sos entonces una mamá gallina o mamá celosa?
- No, para nada. Y tampoco soy celosa de la nueva esposa del papá de Ema por ejemplo. Al contrario, me encanta el vínculo que tienen, re confío para que viva con ella. Tampoco soy celosa de pensar que me pertenece, cero. Cuando era más chica de pronto sí le pedía que me mande la ubicación, pero ahora ya no.
Ahora estoy tranquila, sé que ella se sabe cuidar sola. Y Jere también, ahora va y viene solo del colegio. Confío en ellos.
- Y, ¿en qué se parece cada uno a vos?
- Para mí no se parecen mucho a mí. Pero a ver... Ema, es una versión mejorada de mí. Es muy justiciera también, pero después es mucho más amable... es una nena que siempre va a querer quedar bien. No es como yo, que por ahí tengo mala onda a veces. Ema siempre está de buen humor, tiene mala onda a veces, pero conmigo (risas), en confianza. Pero siempre, cae bien.
Y Jere, se parece mucho al papá. Es muy competitivo, muy obsesivo, quiere sacarse siempre 10 en todo. Es muy inteligente, pero de mí, siento que no sacó mucho, porque yo soy más relajada, y él, es más tenso. Quiere que todo salga bien, es muy exigente consigo mismo.
- Ahora que Ema se va a vivir sola, ¿te da nostalgia?
- La verdad que no, no tengo esa nostalgia. Para nada, al contrario. Quiero que viva su vida. La vida con los padres no es la vida para mí. Por más que les des libertad, me encanta que ahora pueda decidir todo sobre su vida, a qué hora vuelve, a qué hora sale.
Yo cuando empecé a vivir sola, ahí sentí que comenzaba mi vida, por eso lo veo de esa manera. Ella está re contenta, y obvio la voy a ayudar con todo. Me encanta que lo pueda hacer, y si se quería quedar en Europa, yo la re apoyaba también.
- ¿Cómo llevás la crianza compartida siendo una mujer separada?
- Yo soy muy autoritaria en ese sentido. Tomo las decisiones sobre mis hijos yo, y la discuto a muerte. Hasta que no se hace lo que yo quiero no me quedo tranquila (risas).
Con Pablo como yo ya tenía una hija y él era primerizo, me seguía a mí en todas las cosas... Yo por ejemplo no soy de castigar a los chicos. Soy más de explicarles y hablarles bien. Entonces yo me impongo mucho con ese tema.
Con el papá de Ema también, siempre me impuse con todo lo que tenía que ver con la escuela y las cosas que hacía aparte.
El vínculo con Ema en su viaje a España y el reencuentro con Jeremías a su regreso
Cuando decidió aventurarse por España, su hija Ema la acompañó en esta decisión. Emprendieron un viaje a lo desconocido, sin saber cómo iba a ser este tiempo juntas en otro país y comenzando de cero, adaptándose por supuesto, a los cambios que se venían.
"Mi héroa en este lío. Ema me siguió a España sin saber qué iba a pasar. Lo hizo porque sabía que yo no quería venir sola. Dejó todo en Buenos Aires: a sus amigos, a su papá y a sus tres hermanitos. También una materia previa del secundario: Química. Acá se puso a estudiar y ayer la aprobó a distancia. 'Terminé el colegio, má', me dijo por Whatsapp. Felicitaciones hija, ya no te ata nada, sos del mundo. Empieza tu vida. Disfrutala", escribió Fernanda en un posteo que le dedicó en Instagram en ese momento.
Ahora, Fernanda recuerda su paso por Europa también como una oportunidad para pasar tiempo con su hija mayor, en una circunstancia totalmente nueva para ambas.
- ¿Cómo fue la convivencia en España?
- Más o menos (risas), porque Ema era desordenada y yo volvía y encontraba todo hecho un quilombo. Pero estuvo bueno. Ella se hizo enseguida amigas, y algunas veces salíamos solas o hacíamos algún plan juntas.
Fue lindo, además, estuvo bueno verla a ella desenvolverse enseguida. Se manejaba sola, con el colectivo con todo, a la noche. Sabía más que yo, incluso. Me enseñaba. De hecho, creo que conoce más Málaga que yo.
- Y Jeremías, ¿cómo vivió tu ausencia y luego la separación?
- Re bien. Entendió todo. Entendió que yo me quería ir y lo que tenía en planes, y que él se quería quedar. Que se quedaba con su papá... Lo que sí, creció un montón, logró mucha independencia al yo irme. Porque claro, yo lo llevaba al colegio en auto, lo buscaba y él tuvo que empezar a manejarse solo. Y eso ahora, le sirve un montón. En ese sentido estuvo bueno.
Y él, estuvo muy bien. Siempre fue muy fuerte, nunca me pidió que vuelva.
- Pero, le pediste perdón por haberte ido...
- Sii... cuando regresé fue difícil porque llegué muy mal, muy deprimida, y él me dijo: 'estabas llorando mucho mamá'. Lo abracé y para él fue como muy fuerte. Le impactó verme así, me dijo: 'yo no pensé que iba a ser así', y mientras yo lloraba mucho.
Después tuvimos que reacomodarnos, pero él es muy bueno conmigo. Me dice siempre que me ama. Siempre, desde chiquito fue maduro.
- ¿Con la separación también?
- No, bueno. No le gustaba cuando nos peleábamos, pero ya cuando nos separamos se quedó tranquilo. Porque él lo que no quería era vivir con esas peleas en el medio.
- Igual por lo que contaste, no le cambió mucho la dinámica diaria...
- Él no siente la diferencia. A veces le pregunto si le molesta que su papá ya no viva en casa, y me dice que no, que está bien así (risas)
La dura historia en la infancia de Fernanda
En medio de la charla, la panelista hizo referencia a la decisión que tomó de no exponer a sus hijos a los medios. "Ahora que Ema tiene 18 años sí la puedo mostrar, pero para mí la infancia es sagrada y no se recupera. Esto lo pienso así quizás por mi historia, por lo que me pasó a mí. Yo quería que mis hijos tengan la mejor infancia posible", y, por supuesto, le preguntamos sobre esa historia que la marcó hasta el presente, que ya es una mujer, y, que también es madre.
- ¿Qué fue eso de tu infancia que te marcó tanto?
- De chica mis padres se separaron. A los tres años me fui a vivir con mi papá, porque se pelearon muy fuerte y entonces él me llevó tipo trofeo con él. Y, hasta los siete años no volvía ver a mi mamá: desde los tres hasta mis siete años no la vi.
Fue un espanto, mi papá no estaba nunca. Me crió su mujer que era un desastre y me trataba muy mal. Recién cuando mi mamá logró recuperarme, con un juicio de por medio y todo, recién ahí sentí que recuperé mi vida.
- No hablas mucho de esto, ¿y, de esas heridas de tu infancia sentís que la Fernanda de hoy aún tiene cosas por sanar?
- Fueron muchos años de sufrimiento. Ahora me doy cuenta. En ese momento no lo veía así. Por eso cuando veo que hay famosos que se pelean con hijos de por medio, divorciados, no estoy de acuerdo que la pasen mal los chicos. Yo he contado que me separé pero conté todo lo que sabe mi hijo, en ese sentido trato de cuidarlos.
Siento que esas heridas no se van a sanar nunca, lo intenté un montón de veces, pero están ahí , son heridas.
- ¿Te acordás de todo eso? estabas muy chiquita
- Si, no se me olvida que yo extrañaba a mi mamá, yo lloraba porque quería verla. No me la dejaban ver, yo lloraba mucho, de eso me re acuerdo. Separar a una nena de su mamá es lo peor. Para mí esa herida siempre me va a acompañar, y eso, claramente no me da derecho a mí de hacer algo igual, yo trato de ser la mejor persona posible.
Por eso también me duele separarme, por mis hijos.