Antes de saltar a la fama durante su adolescencia en la tira Patito Feo, Santiago Talledo ya se hacía eco de una historia de conflicto interno atravesada por problemas de salud mental: no podía aceptar su sexualidad y creía, o le habían hecho creer, que ser públicamente gay y galán de novela era absolutamente incompatible. “Mi plan de vida era nunca contar nada”, recuerda durante su paso por +GENTE.
Es por eso que su papel en ATAV 2 representó un momento especial tanto en su carrera como en el viaje personal con su identidad sexual. Marcos Soria, el personaje que encarna Talledo en la tira de El Trece, no es solo parte del triángulo amoroso protagónico -junto a los personajes de Renato Quattordio y Toni Gelabert-, sino que es un abogado-activista gay con un rol importante en la lucha por los derechos de las personas LGBTBIQ+ en la Argentina de principios de los 80, en la intermitencia de la dictadura y los primeros años de primavera democrática.
Hoy, a los 34 años, Santiago Talledo puede interpretar personajes de historias diversas y ocupar el lugar de escritor, director o conductor, sin tener que ocultar quién es. Pero llegar acá no fue un camino fácil. En diálogo con Celeste Montanari para +GENTE, Talledo rememora esa lucha personal, cuenta por qué ATAV 2 es un nuevo hito de representación LGTBIQ+ y por qué hay que hablar sobre salud mental.
GENTE: ¿Cómo fue situarte en el contexto histórico de los comienzos de la epidemia del SIDA y el comienzo de la lucha por los derechos LGBT en Argentina?
Santiago Talledo: Fue fuerte. Mi personaje es un abogado activista por los derechos de los homosexuales. Y nos tocó interpretar las primeras manifestaciones que se hicieron en esa época, en las que obviamente había muy pocas personas. Muestra un poco cómo era luchar en esa época terrible. Había personas con las caras tapadas, porque si los veían los echaban del laburo. Eran muy pocos, a diferencia de hoy, que en las marchas somos millones y es hermoso lo que se vive. Yo creo que hoy lo vivimos desde un lugar también festivo, de celebrar el orgullo, pero también está bueno lo que pasa con ATAV porque muestra que el nacimiento no era una fiesta para ellos, justamente. La palabra orgullo te lleva a eso de celebrar, de estar orgulloso también de lo que uno es. En esa época uno estaba orgulloso de lo que era, pero con mucho sufrimiento, con mucho padecimiento. Que te caguen a palos, la represión, la discriminación, incluso por las mismas familias, que te echaran de tu casa.
G: ¿Cómo fue preparate para eso?
ST: ATAV muestra el principio del HIV y cómo eran tratados los homosexuales que lo padecían. Fue fuerte revivir todo eso. Investigamos mucho antes de grabar, hablamos con gente que vivió toda esa época. Está el personaje de Carlos Jauregui y tuve la oportunidad de hablar con algunos que formaban parte de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) de ese entonces y fue muy loco también como interpretar eso. Ver una realidad y que hemos avanzado muchísimo.
G: ¿En qué crees que se diferencia ATAV de otras representaciones de las problemáticas LGBT en la ficción nacional?
ST: Yo creo que es una apuesta en todo sentido, a nivel de transgresión. Porque hemos tenido muy pocas novelas con protagonistas gays, pero acá hay un foco muy grande en la comunidad. A mí, por ejemplo, me toca hacer un triángulo homosexual con los dos protagonistas, algo así como el tercero en discordia. Y más allá de este triángulo, no es lo habitual en las novelas. Como bueno, ponemos un gay, ponemos una lesbiana, ponemos una trans, como para decir “bueno, rellenamos un poco y hablamos de diversidad”, pero en realidad es como diciendo “conformate con esto”. Lo lindo de ATAV es que hay una historia muy grande alrededor de todo lo que es la lucha y la comunidad. Creo que eso sí que nunca se vio. Sumado a lo de la dictadura, creo que está muy bien tratado también lo que es el colectivo y lo difícil que era en esa época escaparte de lo que era la familia tradicional y tratar de animarte a vivir un amor. Era muy difícil porque había fachadas.
Vestite como quieras, vestite para vos
En línea con una filosofía que invita a derribar los mitos construidos alrededor de las construcciones sociales, el género y la indumentaria, Skip acompaña la segunda temporada de +Gente matcheando con la narrativa “vestite como quieras, vestite para vos.”, de la que hace bandera la marca.
G: ¿Algunas fachadas siguen existiendo?
ST: Muchas siguen existiendo, obvio. Yo las he vivido también. De chico no podía asumir lo mío, pero más de grande, me ha intentado conquistar gente casada con vidas ocultas. Obviamente a mí nunca me gustó eso de ser el amante de alguien que tiene una vida paralela, pero entiendo que quizás esa persona no tuvo el valor de asumir su sexualidad y siguió con una vida hetero normativa, con una familia e hijos, pero tuvo a escondidas una doble vida de algo. Yo no quiero ser parte de algo escondido. A mí me costó muchísimo salir del clóset y vivir mi vida como quería. No voy a estar viviendo la vida de otro a escondidas, cuando yo justamente soy todo lo contrario.
La fama, el clóset y la salud mental
Luego de su paso por Patito Feo, Santiago Talledo tuvo una gran oportunidad laboral en Colombia: el papel protagónico junto a la actriz y cantante Greeicy Rendón en la serie Chica Vampiro, transmitida en Latinoamérica por Nickelodeon y en Europa por Disney Channel. El musical fue un éxito rotundo, pero puertas adentro el actor continuaba luchando por aceptarse. Entre vaivenes de la industria que lo llevaron a ocultar su identidad, consideró desviarse de la actuación y ocupar otros lugares fuera de escena.
G: ¿La industria condicionó tu libertad de ser?
ST: Sí y fue un momento en el que me enojé mucho con la actuación y empecé a dirigir. Había atravesado un momento personal de mucha lucha, me había costado mucho asumirme y aceptarme como era, entonces dije: bueno, si ser actor no me está permitiendo ser yo mismo, no seré actor en este momento y buscaré otra cosa me apasione, como la dirección. Ya hace unos años que me amigué con la profesión y volví a actuar, pero en ese momento dije “no voy a transar con esto de ninguna manera, mucho menos que me digan que yo públicamente no pueda decir mi sexualidad”. Fue hace muchos años en Colombia, Colombia es mucho más conservadora. Era otro momento.
G: En ese momento estabas en la serie “Chico Vampiro” junto a Greeicy, quién fue tu pareja por un tiempo. ¿Cómo viviste eso?
ST: A Greeicy la amo, la quiero como a una hermana. Greeicy en ese momento no sabía que yo era gay. Lo viví con mucha angustia. Porque estás mintiéndole a mucha gente que querés. Yo a Greeicy la amaba y sentía mucha atracción por ella, pero yo no podía decirle “mirá, me encantas, pero soy gay”. Entonces era como que tenía que ocultar una parte de mí y es horrible también. Se lo conté dos años después de la novela, cuando el elenco se reunió para hacer giras porque la serie se volvió un éxito en Europa. Ella me lo preguntó también porque cuando volví a Buenos Aires me puse de novio con un chico y, claro, ella vio cosas. Después lo hablamos y tuvo la mejor. Nosotros habíamos salido un tiempito nada más y después decidimos quedar como amigos, porque teníamos una relación de amistad muy hermosa, pero no se lo había contado. Hoy tenemos la mejor, la amo y somos muy amigos.
G: Qué bueno cuando afuera hay aceptación, ¿no?
ST: Sí. Me pasó ahora también de grande que fue como que hice una salida del clóset, no de mi sexualidad, sino de mi salud mental. Hace tres años. Fue después de que encontré un diario íntimo mío de cuando tenía 12, que fue una etapa muy difícil a nivel psicológica y psiquiátrica. Lo padecí mucho, era un momento en el que tampoco se hablaba mucho de salud mental. Pensaba que era el único pibe de 12 que estaba así tan mal como estaba yo.
G: Llegaste a decir que fue el peor año de tu vida, ¿por qué?
ST: Tenía pensamientos muy feos, al borde de que me internen. No podía comer porque tenía una anorexia nerviosa. Sentía que me ahogaba con todo lo que comía. Obviamente tenía que ver con lo que yo no podía decir. Entonces todo me asfixiaba, todo me ahogaba. Tuve que hacer un tratamiento psiquiátrico y tomar psicofármacos, que sigo tomando hoy en día.
G: ¿Cómo era tu contexto en el momento que escribiste ese diario? ¿Sentías que tu sexualidad te iba a condicionar para cumplir tus sueños?
ST: Sí. No solo mis sueños. Pensaba muchas cosas feas constantemente. No podía salir de mi casa, no podía estar en el colegio, me perdía todo el año escolar porque me tenía que ir. Vivía de médico en médico. Al principio de todo, cuando era pendejo y apenas había empezado, no sabían bien que tenía porque de golpe empecé a no poder tragar, a asfixiarme con la comida. Entonces me hicieron estudios de deglución, endoscopia, querían ver si tenían un problema a nivel motriz, obviamente no había nada. Hoy en día, creo que te pasa algo así, te dicen que tenés ansiedad o ataques de pánico. Pero bueno, esto iba ligado también a mi sexualidad. De chico había algo que estaba aflorando y yo elegí taparlo porque hasta muy grande decidí que no iba a contar nada.
G: ¿Cómo fue el momento en el que decidiste salir del closet?
ST: No fue una decisión de decir “Bueno, me animo”, sino que mi cabeza ya casi me estaba torturando para que lo diga. Empecé a estar muy mal y me daba cuenta de que me estaba obligando a que lo diga porque me estaba haciendo mal hasta físicamente, a nivel salud. Es como que la mente me dijera “a esto no lo podés reprimir más”. Tenía 20 años. Entonces fue asumirme en lo personal, en la privacidad.
G: ¿Hubo varias salidas del clóset en tu vida, una privada y otra pública?
ST: Sí, este proyecto también habla mucho de eso. Mi salud mental estuvo muy ligada a la sexualidad también. La represión me llevó a un estado en el que ya no aguantaba más. Siento que mi mente me estaba picando por todos lados para que pueda sacarlo, porque no podía ni decirlo, no podía ponerlo en palabras ni estando solo. Sentía que si lo decía me lo iba a creer y ahí no había vuelta atrás, tenía que vivirlo sí o sí. Entonces era como algo que solamente lo tenía dentro y era desesperante. Tomando conciencia y recordando, me daba cuenta de que era algo que lo tenía de muy chico, entonces era muy angustiante y muy frustrante. Me acompañaba desde hacía muchos años, yo lo seguía tapando y cada vez pesaba más y más. Llegó un punto en el que dije no puedo.
G: Tuviste que salvarte a vos mismo.
ST: Sí, mi cabeza fue también astuta. En el sentido de “te voy a hacer mierda hasta que te des cuenta que no podés más seguir así”. Creo que tengo una personalidad que no cuadraba con eso. Siempre fui muy extrovertido, de chico yo era un cascabel, muy activo, muy artista y ver cómo la sociedad te va apagando esa luz es muy triste. En la serie tocamos mucho ese tema.
De las batallas internas a la lucha colectiva
A medida que trabajaba en superar sus conflictos personales, parte del camino de crecimiento de Santiago Talledo fue entender su lugar dentro de la comunidad LGBTBIQ+ y descubrir todo lo que tenía para aportar. Ahora su propósito es abrir un diálogo sobre salud mental, ayudar a reducir los estigmas y a crear un ambiente más comprensivo.
G: ¿Cómo fue tu primera vez en la Marcha del Orgullo?
ST: Sí, fui con tres amigos, con mucho miedo. Cuando llegás ahí es algo que decís “ahora entiendo todo”. Entendés la lucha y entendés la celebración, porque es tanto el amor y la felicidad entre todas las personas que están ahí que es hermoso. Se celebra por los que podemos vivirlo, se lucha por los que no pueden vivirlo, por los que no pudieron porque ya no están. No deja de ser una lucha constante. Estamos festejando lo que somos, pero no deja de ser un reclamo que no va a parar hasta que tengamos todos los mismos derechos. Yo puedo estar con un hombre en público porque soy un privilegiado y vivo en una realidad que es pequeña, privilegiada. En otros lugares no viven como nosotros. No se puede hacer una vista pequeña y decir simplemente “estamos mucho mejor”. Está en mi círculo de privilegios. Hay casos de trans odio, de cosas violentas que siguen pasando. O vemos retroceder con la ultraderecha en el resto del mundo. En Italia los homosexuales ya no pueden adoptar, en otro país se puso la pena de muerte para homosexuales… hay que hacer algo desde nuestro lugar como para que se puedan compartir los mismos derechos con toda la gente que se merece vivir el amor como quiere vivirlo.
G: ¿Cómo te cambió ir a marchar a través de los años?
ST: La última vez que fui estuve hablando con chicas de una asociación de travestis. Me emocionó mucho hablar con ellas, porque por más que nos atraviesan diferentes historias de vida, estamos en el mismo colectivo. Me nació como acercarme a ellas,hablarles y preguntarles por lo que habían pasado. Me contaron cómo habían arrancado, de las veces que la policía las ha cagado a trompadas, de las cosas que tuvieron que vivir que a mí en lo personal no me entran en la cabeza. Me genera una impotencia que me da mucha ganas de llorar. Quiero conectar también con la realidad de la lucha. Hay mucha gente también que va por la fiesta, que a mí también me gusta mucho, pero no hay que perder de vista el foco. Quiero empaparme del por qué estamos luchando y cómo la están pasando las otras personas del colectivo.
G: ¿Y por qué crees que no se lo toma tan en serio al tema?
ST: Siento que está cada vez más visible el tema, pero porque también no se pueden esconder los números y los casos de personas. Si lo veo en mi entorno, amigos míos, que este año me han pedido el contacto algún psiquiatra, por casos de ansiedad y depresión es imposible no verlo. Lo que está sucediendo es una realidad. Creo que tarde o temprano van a tener que tomar el tema con la dimensión que tiene, porque son tiempos en los que la gente necesita ayuda.
Transparente, nunca invisible
La producción de las cápsulas de la segunda temporada de +GENTE se llevaron a cabo con el apoyo de Absolut, una marca que desde hace más de 40 años trabaja sobre la diversidad con la intención de construir un mundo libre de etiquetas
G: ¿Qué le dirías al Santi de 12 años?
ST: Que va a estar todo bien. Que confíe que se puede salir. Se lo digo a él y también es lo que trato de comunicar. Yo sé que hoy hay muchas personas que están como yo estuve a los 12. Y yo me acuerdo de ese momento que decía: “de esta no salgo. ¿Por qué vivir así?”. No me avergüenza decirlo: yo no quería seguir viviendo. Siento una responsabilidad tanto social como personal, porque siento que se lo digo a él, al Santi de 12 años, un nene que sentía que no tenía mucha salida y que creía que no iba a poder lograr todo lo que quería lograr. Y bueno, mal que mal, con mis altibajos y mis caídas, hoy en día sé que pude salir. Eso es lo que me gustaría decirle a la gente que está así hoy.
