Son recuerdos que nunca se van a borrar. Corría el año 1997 cuando Gabriela Arias Uriburu posó feliz en el jardín de su casa junto a sus tres hijos. Lo que nunca sabía es que esa postal iba a quedar inmortalizada tanto por el bello momento que representa como por la triste historia que vino después. Se terminó convirtiendo en la última postal en la que estaba junto a Karim, Zahira y Shariff antes de que Imad Shaban se los lleve a Jordania.
“La sacamos unos meses antes de que Imad se los llevara. Amo esta foto: así éramos de unidos. Yo iba con ellos a todos lados”, le contó a GENTE la escritora que hace pocas semanas lanzó Vínculos II, su nuevo libro.
“Los chicos aprendieron a disfrutar del sol y del agua por mi disfrute. Hasta el día de hoy lo hacen. Esta foto transmite muchísimo de lo que seguimos teniendo cuando estamos todos juntos", resaltó sobre la imagen familiar en donde están jugando al aire libre en una tarde de verano.
Otra foto, otra historia
Los años que siguieron no fueron fáciles. La lucha de Gabriela para revincularse con los tres menores duró años, pero dio sus frutos. En todo ese proceso ella buscó llevar un poco de Argentina al Oriente, con el objetivo de que los niños no pierdan partes de sus raíces.
Casi diez años después, en 2005, se dio uno de los hitos: después de las visitas controladas, pudo ingresar al hogar de sus hijos. Y ese día fue especial. “Entre de lleno a la cocina y allí pasaron cosas increíbles. La cocina ayudó muchísimo a curar las nanas del alma. Desde el 2005 las visitarás comenzaron a ser en la casa de ellos”, rememoró.
Y agregó: “A esta foto haciendo panqueques con Zahira le habíamos puesto a nuestro ‘restaurante Ma-Za linda’. Los sabores argentinos recorrieron por años toda la casa jordana. Otra manera maravillosa de curar sanar alquimizar tanto dolor. Hasta el día de hoy amigos de los chicos recuerdan los panqueques y las pizzas".
“Yo preparaba toda mi ropa desde Argentina ni bien acordaba las visitas. Era fundamental que los chicos me vieran bien y que cuando me abrazaran en la ropa encontraran confianza, amabilidad, amor y por sobre todo, elegía colores y texturas. Los varones vestidos con las camisetas del Real Madrid ya eran fanáticos del fútbol: tienen camisetas firmadas de muchos jugadores argentinos. De esta forma acercaba nuestra pasión y hoy la viven y se mostró de forma asombrosa para muchos cuando fueron la Mundial. El mate fue y es mi gran compañero de mis viajes Karim cuando vino hace poco se llevó uno porque le encanta. Allí iba llevando el mate del hotel a la casa de ellos", agregó.