Con el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK), cuyo primer tramo fue inaugurado este domingo, el Gobierno podría revertir la balanza energética negativa al ahorrar unos 2.100 millones de dólares para lo que queda del año y se prevé, según datos oficiales, que para 2024 se economizaría 4.200 millones de dólares en importaciones. La obra llega en un clima de incertidumbre política –generada por las venideras elecciones generales polarizadas y con final abierto– y crisis económica.
La obra es clave para evacuar el gas de Vaca Muerta, al suroeste del país, donde se encuentra la segunda reserva de gas no convencional del mundo, y para ahorrar millones de divisas que se destinaba a importar gas. Además, permitirá sustituir parte del gasoil en generación eléctrica de centrales térmicas.
La primera parte del gasoducto atraviesa Neuquén, Río Negro, La Pampa y Buenos Aires. Con la segunda etapa se extenderá hasta la localidad de San Jerónimo, en la provincia de Santa Fe, lo que permitiría su vinculación con el Gasoducto del Noreste (GNEA). Con el desarrollo del gas de Vaca Muerta, el Gobierno cree que se podrá lograr, por un lado, el autoabastecimiento energético y, por el otro, el país se proyectará como un proveedor internacional.
Los planes prevén sumar la reversión del gasoducto del norte y la instalación de plantas compresoras que consolidarán la capacidad de transporte local y habilitarían la exportación de gas al norte de Chile y a Brasil. Puntualmente, según el ministro de Economía, Sergio Massa, en 15 días se licitará el segundo tramo del gasoducto y el 4 de agosto se empezaría a exportar petróleo a Chile.
La primera etapa del GPNK fue desarrollada con recursos del Tesoro argentino, que según el Gobierno, se recuperan en dos años, pero el Ministerio de Economía ya advirtió de que el segundo tramo requerirá aportes privados.
Pese a la inauguración, en el Gobierno reconocieron que el país va a seguir necesitando compras puntuales de gas natural licuado (GNL), mediante barcos, para abastecer los picos de demanda de invierno.
Años de postergación y gastos evitables
Entre 2020 y 2023, el Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner importó unos 6.000 millones de dólares sólo en gas natural licuado (GNL). El año pasado el déficit comercial energético fue de 4.700 millones de dólares.
El proyecto inicial del gasoducto data de 2014, durante el segundo mandato de Cristina Kirchner, quien en 2012 tomó la decisión de expropiar a la petrolera española Repsol el 51 % de sus acciones en YPF, la mayor productora de hidrocarburos de Argentina y que lidera la producción en Vaca Muerta.
Hacia el final de la presidencia de Mauricio Macri, en julio de 2019, se convocó a una licitación para construir el gasoducto y se fijó una fecha de apertura de ofertas que luego se prorrogó tres veces, hasta el 30 de diciembre de 2020. Pero el 29 de diciembre de 2020, el Gobierno de Alberto Fernández derogó ese llamado a licitación.
Finalmente, en abril de 2022 se anunció la licitación de la obra. La adquisición de las cañerías fue para la empresa SIAT, del grupo Techint, lo que provocó una pelea en el gobierno y la salida del ministro de Producción, Matías Kulfas, en junio de 2022.
La construcción del primer tramo de 573 kilómetros del gasoducto, entre las localidades de Tratayén (Neuquén) y Salliqueló (Buenos Aires) se hizo en el tiempo récord de diez meses. El pasado 20 de junio comenzó el llenado del gasoducto y este 9 de julio se inauguró formalmente.
El 53 % de la energía del país proviene del gas y el que se produce en Vaca Muerta es hasta seis veces más barato que el importado. Si hubiese habido una política de Estado consensuada, al menos entre las principales fuerzas políticas, el país hubiese ahorrado mucho dinero.