Un psiquiatra explicó la diferencia entre tener miedo y vivir con TOC – GENTE Online
 

Un psiquiatra explicó la diferencia entre tener miedo y vivir con TOC

Un psiquiatra explicó la diferencia entre tener miedo y vivir con TOC
El profesional habló de la diferencia entre lo que hacemos consiente e inconscientemente para poder identificar un TOC
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Los trastornos mentales son un tema del que se habla abiertamente y dejaron de ser un tabú, con el fin de concientizar y ayudar a quienes los padecen. En esta ocasión, la conductora Georgina Barbarrosa entrevistó al doctor Sergio Grossman, psiquiatra, donde hablaron del TOC (trastorno obsesivo compulsivo) y la diferencia entre el miedo.

El profesional comenzó hablando acerca de como una persona atraviesa el miedo. "Una cosa puede ser el miedo, que se limita a las circunstancias que a vos te hacen evocar. No es que estás todo el tiempo pensando en eso o que tenés que estar chequeando 3000 cosas, tenés un miedo, evitas eso y tomas medidas de seguridad que te calman respecto a ese temor en particular", aseguró.

"La otra cosa si es es un pedacito de TOC, es una idea obsesiva de algo que no querías hacer, que no era un deseo tuyo y no te representaba. O la pregunta de '¿Y si lo hago? ¿Y si me agarra un ataque de locura y hago eso?' eso sí es un mecanismo obsesivo", cerró.

Qué es y como se manifiesta un brote psicótico como el que tuvo Felipe Pettinato explicado por un psiquiatra

El lunes se desató un incendio en el piso 22 de una torre ubicada en Aguilar 2390, el cual se trataba del departamento de Felipe Pettinato que ardió en medio de un confuso episodio en el que murió su amigo, Melchor Rodrigo.

Tras los episodios de público conocimiento, el hijo de Roberto Pettinato estuvo internado en la Clínica Zabala, debido a un episodio de un brote psicótico, algo que es común de escuchar, pero que nadie sabe definir tan bien como un psiquiatra, en este caso, el Dr. Walter Ghedin, especialista en psiquiatría le explicó a Gente de que se trata este trastorno en la personalidad que sufrió Felipe.

Un brote psicótico es un derrumbe en la personalidad; un cambio significativo en su mundo personal. Siente que las personas cercanas han perdido su valor afectivo, no es que haya dejado de quererlas, simplemente se convierten en figuras distantes.

Lo mismo ocurre con los lugares conocidos: hogar, trabajo, barrio, etc. No sabe con certeza si esos lugares le pertenecen o son extraños. Se denomina despersonalización al fenómeno que revela la extrañeza que el paciente tiene con él mismo y desrealización cuando compromete al entorno conocido.

En la despersonalización y en la desrealización se van abandonando los objetos del mundo real provocando como consecuencia la típica sensación de extrañeza, de “ser o no ser” o “estar o no estar” el sujeto aún se debate entre la realidad de su vida cotidiana y una realidad que se impone en su conciencia.

Cuando esta realidad delirante lo apresa el sujeto tiene la convicción de que lo que ocurre es real, por ejemplo, cree que lo persiguen, que los demás oyen sus pensamientos y saben sus movimientos. Frente a esta realidad amenazante el sujeto reacciona escapando de ella o enfrentándola con reacciones de ira, impulsos, descuido personal, aislamiento, etc.  

Qué son las Ideas de grandeza

Puede suceder que aparezcan pensamientos con ideas de grandeza o megalomanía. Es una regresión a etapas del pasado como cuando el niño obedece a sus impulsos primarios, es omnipotente, el mundo debe girar en torno a sus demandas.

Pide a los gritos que los demás satisfagan sus necesidades elementales, por sobre todas las cosas, el alimento. Más tarde, cuando reconoce a las figuras significativas del medio deberá atribuir la omnipotencia a los adultos para conservar el amor de ellos. En la psicosis, la vuelta regresiva, destaca nuevamente la omnipotencia narcisista inicial.

El pensamiento esquizofrénico

El pensamiento del esquizofrénico responde a la lógica del proceso primario, articulado en una forma prelógica. Podemos hallar esta forma de pensar en los niños, en el inconsciente de los neuróticos, en el hombre primitivo.

Por el efecto de la regresión el paciente con un brote psicótico no sufre los efectos de las fuerzas de la censura, pudiendo expresar sus deseos ocultos con total libertad, quizá por esto ha surgido el dicho “los niños y los locos siempre dicen la verdad”.

¿Y las alucinaciones?

Las alucinaciones son percepciones sin que exista el objeto en el mundo exterior. Ve una persona, escucha voces, siente olores, que en realidad no existen. El mecanismo que interviene es el proyectivo, por el cual el proceso alucinatorio se exterioriza y usando los cinco sentidos (audición, visión, olfato, gusto y tacto).

Se cree que el proceso alucinatorio implica además un cierre a los canales perceptivos para los estímulos externos, así como ocurre cuando el paciente duerme y las imágenes de la percepción del entorno dejan de estimular al Sistema Nervioso Central, dando paso a las imágenes oníricas del sueño.

En la psicosis la aparición de nuevas percepciones que provienen del afuera son interpretadas en forma delirante, ejemplo: mira un árbol y cree que en sus ramas hay cámaras que lo vigilan. El mundo externo aporta nuevos elementos para aumentar el delirio.  La mayoría de las alucinaciones son injuriantes, humillantes o imperativas.  

Entonces ¿los delirios son similares a las alucinaciones?

Los delirios tienen un mecanismo similar a las alucinaciones: son juicios equivocados de la realidad, pero elaborados por el pensamiento, es decir, no utilizan los sentidos. El delirio es una construcción pura del pensamiento.  

Existen delirios que son muy estructurados, es decir, se puede seguir todo el relato del paciente (Paranoia), en cambio, hay otros que son más desorganizados, sobre todo aquellos que coexisten con alucinaciones (en la Esquizofrenia).

Las temáticas delirantes pueden ser con contenido placentero como ocurre en los delirios místicos o en los de grandeza, en cambio, los de temática displacentera provocan sentimientos de angustia, miedo, ira, como ocurre en los delirios persecutorios, en los hipocondríacos (cree que tiene alguna enfermedad que le consume los órganos) o en los delirios de celos (el paciente cree que su pareja lo traiciona y se convierte en un detective capaz de captar (e interpretar a su manera) los más mínimos detalles para confirmar sus sospechas.

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