Marcelo Tinelli habla en Revista GENTE de su regreso a la televisión, su nuevo rol en América y de sus hijos – GENTE Online
 

Marcelo Tinelli: “Soy una persona que sabe adaptarse, que vive aprendiendo”  

En una una producción periodística y fotográfica inédita, el flamante director de Contenidos de América recorre sus desafíos, y habla de su paso por los otros canales y de cada uno de sus hijos. Además, admite que disfruta de su incipiente soltería, dice que no se iría del país, cuenta cómo sobrevivió tanto tiempo a la fama, y desafía: “Me siento mejor que a los 50”.
Íntimos
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“Silvina, mi secretaria, siempre me dice que tengo que anotar los recuerdos, las vivencias, de tantos años de carrera. Pasa que yo siempre siento que no me acuerdo de nada, hasta que me preguntan, como recién, a lo largo de la nota ¡y todo surge de mi mente tan claro!”, dice despidiéndose y dándole pie a lo que, paradójicamente, será el comienzo de esta nota que inició a la 1:00 de un mediodía de viernes en el cautivante Faena de Puerto Madero, acaba de culminar a las 18 en punto y demandó una exigente y pormenorizada hoja de ruta a la que no sólo le puso el cuerpo, sino además cierta cadencia, simpleza, confianza y llaneza que por momentos le hizo olvidar al numeroso equipo de GENTE frente a quién se encontraba: Marcelo Hugo Tinelli (63), el conductor más importante de la televisión argentina desde 1990.

“Quiero volver a hacer ficción y por primera vez, actuar. Venimos trabajando con Luciano Castro en una comedia romántica negra de ocho capítulos sobre dos tipos separados, uno de 60 y uno de 50. Se armó un lindo equipo. Es una ideíta para Amazon. Nos resta aprobar los libros. Entretanto, yo ya empecé a tomar clases de teatro", cuenta Marcelo en la nota que acompaña su tapa en GENTE.

-Tanto entrenar durante treinta y cuatro años, por fin va a poder gritar con total autoridad “¡¡Buenas noches, América!!” –arrancaremos el reportaje.
–(Risas) Practiqué tanto sin saberlo, y ahora me di cuenta para qué. Me gusta llegar a un lugar con tanta mística. Siempre trabajé en lo que supuestamente son los canales líderes, y estar en uno que viene en crecimiento, cargado de gente capaz, me entusiasma y llena de adrenalina. Agarrar un equipo así es un lindo desafío, y yo amo los desafíos. Por otro lado, soy un apasionado de los medios de comunicación: no sé hacer otra cosa.

–¿Quiere armar una especie de Scaloneta? ¿La Marceleta o la Tinelleta?
–Podría ser, porque estoy empezando en algo en lo que no tengo experiencia, como el sector de programación. ¿Sabés qué dije el día que me presenté? “Vengo a aprender un montón de cosas acá”. Antes de mostrar o enseñar algo, primero tengo que ver cómo se hace y maneja cada ciclo. Lo que estoy empezando a ver, aunque inicie formalmente el 1ro. de mayo, es cómo se hace desde el primer programa, el de Antonio Laje, hasta el último, el de Fer Dente o el que cierre la transmisión. He aprendido cómo se hacen programas en otros canales, pero no es lo mismo pedir una pasta en un restaurante que en otro, por más que lleve la misma salsa.
–¿Cómo fue el proceso de ingreso?
–Medio por casualidad. La gente de América y yo tenemos buena relación hace muchos años. Hablo de Daniel Vila, Gaby Hochbaum, otro de los dueños (ambos asistimos al Colegio Nacional Nº 6 Manuel Belgrano); José Luis Manzano, una persona a la que respeto; Claudio Belocopitt, socio mío en Radio Del Plata… Lo cierto fue que querían tener una charla conmigo, y los primeros días de enero se acercaron a mi casa de Punta del Este, donde me propusieron hacer el Bailando y aceptaron algo que yo quería: la Dirección de Contenidos del canal.


–Dirección de Contenidos huele a que usted va a querer competir mano a mano con los grandes, ¿o nos equivocamos?
–(Sonríe) Cuando yo salgo a jugar, siempre voy para adelante. Hay que ver hasta dónde te dan los programas, la señal, presupuestariamente, con qué la podés pegar. Pensá que tendría que haber armado la programación de 2023 en agosto, septiembre del año pasado, y recién ahora me pongo. Hay una serie de desventajas. Pero este es un trabajo a largo plazo. Se trata de un contrato por dos años con opción a dos más.
–¿Qué va a poner sobre la mesa de lo aprendido en estas décadas?

–Muchas cosas. Una es aceptar que competimos contra este aparatito que tengo al lado mío, el teléfono. A veces escucho “la televisión no tiene fuerza”. Tiene muchísima fuerza. Es el gran generador de contenido. De ella salen las noticias que después son replicadas. Para mí la tele es el medio por excelencia. Pero, claro, tenés además otras ocho, nueve, diez ventanas. Yo antes cuidaba que todo saliera antes en la tele, que no se pudiera ver en otro lado ni siquiera en simultáneo.
-¿Y hoy?
-Hoy creo que hay que tirar mil balas o adelantar programas grabados, algo a lo que siempre me negué. ¡Spoilear cosas ahora suma! Como las mediciones de tele hablan en general de gente de más de 50 años, el reto es atraer jóvenes de otras plataformas. Porque hoy la tele viene de esa pantalla en la cocina o el living de tu casa, y también del celular y el iPad. Al mismo tiempo que salís en América, podés salir en YouTube y en Twitch desde un streaming que replique lo que estás transmitiendo. Ahora la tele debe tener un montón de plataformas, de ventanas. Todo se nutre. Es un 360 que antes no existía.

“Practiqué tanto tiempo el ‘¡¡Buenas noches, América!!’, y ahora me di cuenta para qué (risas). Me gusta llegar a un lugar con tanta mística. Siempre trabajé en lo que supuestamente son los canales líderes, y estar en uno que viene en crecimiento, cargado de gente capaz, me entusiasma y llena de adrenalina. Agarrar un equipo así es un lindo desafío. Soy un apasionado de los medios de comunicación: no sé hacer otra cosa.”


–¿Qué hay del rating? ¿Usted sigue tan obsesivo con los números?

–Sé que es muy difícil pero ahora Ibope -y lo hemos hablado- debería medir como un social media: no sólo se trata del rating de los aparatitos que se puedan poner encima de la caja de un televisor, sino del rebote en redes sociales, el engagement del programa. En lo personal, sigo muy pendiente del rating. Tuve 40 puntos, pero también 8, 7, y las ganas siguen siendo las mismas. Cuando hago 7 quiero ir por 20. Si anda más bajo pienso que en algo me debí haber equivocado, que no interpreté o decodifiqué lo que la gente quiere. Hay que hacerse responsable de los buenos y malos momentos.
-Cuánto equilibrio...
-Tampoco me considero hipócrita y digo: “Me chupa un huevo ganar o no”. Las pelotas. Yo siempre quiero ganar, hacer un programa competitivo. Aunque si me toca perder, chapeau al rival y vamos por el próximo set. Y así, aunque tenga que intentarlo quinientas veces. Para mí la vida es un camino, la tele es un camino, no el objetivo final… Tres décadas atrás había un conocido actor -no voy a mencionar quién- que hacía mucho rating, cincuenta puntos, ponele. Yo, que sumaba 1,8, una vez lo vi triste y le pregunté qué le pasaba: “Es que después de acá lo mío inexorablemente va a ser para abajo”. Y era verdad. Aunque yo no lo veo así. Disfruté los 40 y no tanto los 8, 7, pero si viene mal la mano al otro día me levanto con el doble de polenta para revertirlo.
–¿Usted es una persona que sabe adaptarse?
–Sí, vivo aprendiendo. Llevo treinta y cuatro años en la tele. Mis hijos, desde Micaela a Lorenzo, me han ido enseñando cómo se han ido transformando los gustos de todos. Les doy mucha bola a ellos. Que el TikTok, que las bandas de cumbia de moda, que la música electrónica. Me he ido aggiornando a su lado, con sus gustos y sugerencias.
–¿Y cómo consume tele usted?
–Por teléfono, minuto a minuto, tengo Flow. Y también en casa. Consumo streaming y todo, pero como se consume ahora, de a ratitos. Admito, igual, que tengo una tendencia a los noticieros, a los partidos de fútbol, a los programas en vivo, a los realities, a lo que me acompaña en tiempo real. También me prendo sin problema, ¡y sin parar de llorar!, con una serie como This is us: la mejor que he visto.

“A veces escucho ‘la televisión no tiene fuerza’. ¡Tiene muchísima fuerza! Es el gran generador de contenido. De ella salen las noticias que después son replicadas. Para mí la tele es el medio por excelencia. Pero, claro, ahora la tele debe tener un montón de plataformas, de ventanas. Todo se nutre. Es un 360 que antes no existía. Competimos contra este aparatito que tengo al lado mío, el teléfono.”

 


Una constante de Marcelo son los audios en su teléfono. Durante los huecos de la producción con GENTE los escucha y contesta. La mayoría provienen de LaFlia (su empresa “de sesenta y pico de empleados. Y pensar que en Ideas del Sur llegamos a ser 500…”, resopla. “La vocación de dar trabajo a la gente viene de mi abuelo”, agrega). También arriesga respuestas tecleando su celular con ambas manos. Pide, aclara, ordena. Su tono se mantiene bajo pero audible. No le distrae que se escuche lo que dice. Más tarde contará cómo es en su rol de jefe:
“Alguien al que le gusta escuchar. Entiendo que el liderazgo se construye en base a empatizar con las personas, no a partir del maltrato, la cosa agresiva. Me gusta que me respeten y respetar al otro. Puedo equivocarme doscientas millones de veces, pero también tengo doscientos millones de aciertos, porque hago, hago y hago. El otro día se lo pedía a la gente de América: ‘Por favor díganme en todo lo que me ven equivocándome. Estoy acá para liderar, pero en equipo’. Creo en las estructuras horizontales, no verticales”, argumenta.
–Sin embargo, desde el rol de director de Contenidos, la suya será la última palabra. ¿Cómo se imagina programando América? ¿En qué cambiará la grilla?

–A mí me encanta comprobar hasta dónde puede ir un ciclo y el otro, ver los análisis de audiencia, de redes… Siempre sostengo que el “último momento”, la noticia que acaba de pasar, la vas a buscar a América y A24, que son canales de aire y de cable líderes en la información. Mi propósito es agregar algunas otras cosas que no tengan que ver exclusivamente con la actualidad. Me atrae el espíritu del Telefe de los Noventa. Lo aprendí y vi de muy de cerca: Gustavo (Yankelevich) nos unió a todos. Éramos un equipo apoyándose. No es importante quién mete más goles dentro de una programación. Si uno hace 3,1 y el otro 4, se suma. Gustavo lo manejaba bárbaro. A mí me gusta esto de aportar las mejores promos, los institucionales, que siento es algo que le falta a América. Hay cosas del armado que se irán dando en la charla, cuando nos vayamos conociendo. Creo que de un lado y el otro aportaremos cosas que generarán una buena sinergia.


–Antes de avanzar en ello, cuéntenos del Bailando 2023, la propuesta con la que iniciaron su charla con usted los directivos de América en Uruguay. ¿Por qué regresa luego de Canta conmigo ahora?
–Siempre sentí que al Bailando le quedaba una vuelta más, estoy convencido. Terminó muy bien en 2019. Pasa que lo agarró la pandemia. ¿Cómo podés definir si algo es malo o bueno con técnicos en barbijo y un estudio sin gente en el estudio? Para mí es un formato que encierra todo lo que requiere el entretenimiento. Hablo de un bigshow, humor, improvisación, algo que a mí me encanta en la tele. La gente me pide en la calle: “¡Volvé, hacenos reír!”. Pero hoy sentarte detrás de un escritorio como yo hacía en VideoMatch es difícil. A los que me paran, les pregunto: “¿Dónde ves aquellos programas?” “En YouTube, y me encantan” “¿Te parece que podemos repetir aquel humor?” “Mmm, no”, se dan cuenta. Y siempre rematan:“… Pero vos algo vas a inventar”. ¡Ojalá! Cosas que por ahí antes eran graciosas, ahora son discriminatorias o generan bullying. Por eso pienso en sumar al Bailando la periferia de la que te hablo, sin centrarlo en el humor.
–¿Ya contrató a alguien para el ciclo?
–Vienen adelantadas las gestiones con el jurado. A mí me encantaría que fuera el original: Ángel de Brito, Pampita, Moria Casán (ya confirmada) y Marcelo Polino. Vamos a tener entre dieciocho y veinte parejas. Algunos personajes conocidos, otros quizá vengan más de las redes. Y estamos haciendo un casting grande. Nos vienen mandando videos a lo pavote.

“Estoy solo y siento que es un momento de mi vida para disfrutar. Anduve muchos años en pareja. Me encanta, pero aprendí a estar bien así, como me encuentro ahora. Y no sé si solo: estoy con mis amigos, comparto más tiempo con mis hijos. Le vengo dando más tiempo a otras cosas, o en realidad me estoy dando más tiempo a mí. Sería una frase medio idiota señalar que ‘estoy en pareja conmigo mismo’, pero hoy yo me priorizo antes que a un vínculo.“


–¿Quiere a alguien de Gran Hermano?
–Me encantaría. Hay que hablar con Kuarzo y con Telefe. Sí, y a la vez contaremos con un streaming que se va a ver al mismo momento por YouTube. Hablé con Nico Occhiato para que lo pueda hacer él. También con Ferbo. Gente que la tiene clara: el éxito de Luzu TV está a la vista. Podemos agregar otros programas en el día, como Baila TV. Y estoy pensando en una enorme alfombra roja desde donde me pregunte “¿quién está llegando?”. Por otra parte, vengo viendo viejos programas de Ritmo de la noche (1991/4). La tribuna de mil personas me parecía maravillosa en aquel estudio D de Telefe, en San Cristóbal. A mí me gusta la gente, y para mí el Bailando es eso que no se pudo hacer en pandemia. Hablo de cuatro paredes esenciales para el programa: los que bailan atrás, un jurado, el público que arenga, tipo Bombonerita, y la parte que me acompaña a mí, al costado.


–¿Qué otras ideas se le vienen a la mente para esta nueva etapa como programador, un cargo al que nunca había accedido?
–En algún momento creí que lo podía hacer en Telefe. También me lo ofreció (Alejandro) Romay para Canal 9… Yo no avanzaba: “Demasiado laburo”. Pero este año me agarró con muchas ganas de trabajar. Pensé que sólo iba a hacer el proyecto del reality Los Tinellis, con mis hijos, para Amazon, que ahora se pasó para diciembre. También me entusiasmaba otro, de viajes al exterior. Una especie de Recorriendo el mundo con El Tirri, como lo de Marley, aunque con el sanatero de mi primo, que te tira millones de centros. A partir de eso y una ficción con Luciano Castro y la Dirección de Contenidos de América, yo ya estaba. Pero…
–¿Perdón? ¿Ficción? ¿Castro?… ¿De qué trata?
–La estamos trabajando con Luciano y Mario Segade (guionista). La dirigiría Daniel Barone. Quiero volver a hacer ficción y por primera vez, actuar.

“Me gusta entrar soltero al ‘Bailando’. Quiero hacerlo. Siento que, también, fueron muchos años de comenzar estando en pareja. Si bien nadie me anda diciendo lo que tengo que hacer, hay algunas cosas en las que por ahí te frenás pensando que quizá al otro le pueda molestar. Me sucedió siempre, en todas las relaciones. ¿Si es un peligro Tinelli soltero? Me parece que es muy divertido. Preguntales a mis productores si soy un peligro o es algo que va a sumar al programa…”


–¿¡Perdón!?, de nuevo. Ahora con signos de exclamación. ¿Tinelli actor-actor?

–(Se tienta) Sí, en una comedia romántica negra de ocho capítulos sobre dos tipos separados, uno de 60 y uno de 50. Se armó un lindo equipo. Es una ideíta que también preparamos para Amazon. Venimos aprobando los libros. Entretanto, yo ya empecé a tomar clases de teatro.
–¿Con quién?
–Con Lili Popovich, que fue coach de Julio Chávez y es una capa. Esperamos tener terminada idea y guiones para fin de año. También pienso en meter alguna ficción de una semanita en América: cinco capítulos de media hora… Bueno, las ficciones Tumberos (2002) y Sol negro (2003) que produje en este canal, funcionaron bárbaro.
–A propósito de América y los otros canales por los que pasó, ¿se anima a definir en una palabra su incursión en ellos, arrancando por Telefe (1990-2004)?
–Seguro. Telefe, “familia”. Para mí fue una familia.
–¿Canal 9 (2005)?
–“Sorpresa”. Nunca pensé en hacer el programa en el 9.
–¿Canal 13 (2006 a 2022)?
–Ahí dejé el escritorio y me puse el traje y la corbata para conducir en un estudio gigante. La palabra sería “bigshow”.
–¿América, haciendo futurología?
–Concedeme más de una palabra… Me encantaría que América creciera, aumentara la audiencia y reivindicara algo que la tele últimamente está dejando de reivindicar: el peso de las figuras. Porque los formatos y los programas le han ganado a las figuras, corriendo de lado todo aquello de “yo me siento cómoda viéndola a Susana Giménez en la pantalla”. Adoraría que América otra vez tuviera figuras, algo que en los canales hoy no abunda tanto.
–¿Va a llamar a Su?
–S…, yo tengo ganas de que tenga figuras, después veremos. Hay que reivindicar a las figuras que la gente valora.
–¿Sabe que luego de América sólo le va a quedar probar suerte en la TV Pública, no?
–Lo que no sé es si me va a quedar tiempo de vida (risas).


“Para mí, después del Mundial, ¡ya está!, como repetía Messi en la cancha. Sigo en modo Qatar, no me puedo bajar”, aclara sin necesidad. Porque a lo largo del shooting, al que arribó con su acostumbrado aroma a perfume Oud Wood de Tom Ford (que años atrás reemplazó a su histórico Polo Verde, de Ralph Lauren), Tinelli va y viene, y viene y va, con un tema que lo apasiona, como lo es la obtención de la Copa. Entonces lo escucharemos señalar desde que “no sé si me voy a tatuar en color o en blanco y negro a Diego y Leo con la copa: aún lo tengo que decidir”, hasta “el cumple 9 de Lolo va a ser totalmente temático sobre el Mundial”, pasando por un relato más sereno frente al grabador, ya a la hora de la entrevista: “Nunca había visto en vivo a mi país campeón en una final de Mundial. 55 mil argentinos en el Estadio Lusail, ganándole por penales a Francia como lo hicimos… Si hubiera que escribir una película sobre Qatar 2022, ningún guion podría superar a la realidad, es perfecta”, acierta retrotrayéndose a diciembre último. 
–Compártanos las imágenes y sensaciones que se le crucen por su cabeza de aquel imborrable momento.
–Entramos perdiendo con Arabia Saudita, un país donde ni la tocan al fútbol. Dejamos la combi como a veinte cuadras de la cancha. Volviendo, nos cargaban: “Where is Messi?”. Y vos pensabas: “La puta madre, ¡me gastan los árabes!”. Ahí me preocupé. Habíamos reservado todo. Primer tiempo con México, no pasábamos la mitad de la cancha. Me mortificaba: “¿Adelantamos los tickets de retorno? ¿Qué hacemos?”. Estábamos en una sala vip y nos cruzábamos a los mariachis: “Canta y no llores”. Apareció un tipo vestido de Chapulín Colorado: “Chingale, ¿estás nervioso, pinche cabrón?”, me mandó. Tuve que contenerme para no pegarle un bife. Metió el gol Messi, me saqué la remera. Cuando hizo el segundo Enzo Fernández, exploté. Y a partir de ahí vino todo lo que vino. Yo había sentido una energía especial en julio, del lado de que mucha gente quería que este Mundial lo ganara Lionel. Entonces les adelanté a mis amigos: “Yo por las dudas reservo tres departamentos…” Sin embargo, para ganar la copa pasamos por momentos duros. No sabés Lorenzo

“Mis hijos en una frase… Micaela: la 1, la ordenada, la que siempre bancó, la madraza de todos. Candelaria: mimosa, sensibilidad absoluta. Pegota. En muchas cosas parecida a mí. Francisco: de los tipos más inteligentes y brillantes que conozco. A dónde quiera llegar, sólo depende de él. Juana: arrolladora. Es Buzz Ligthyear, hasta el infinito y más allá… Lorenzo: un divino, a veces muy colgado, siempre presente. Me dio años de vida… Creo en Dios y en una energía superior, que es el amor, y lo veo representado en mis cinco hijos.”


–¿Cómo lo piloteó con su hijo?
–Se empacó dos veces. Cuando Wout Weghorst, de Países Bajos, nos empató en el minuto 101 se largó a llorar. “Quiero irme de la cancha”, me mandó, pobre. Yo también quería irme, pero ahí te sale el padre, que se mete delante del hincha. Hice un acting que ni yo creía. Me surgió la gran Scioli: “Acá, hijo, hay que tener fe, esperanza, optimismo. Así lo vamos a sacar adelante”. La pegamos. Y con Francia, lo mismo. Cuando Mbappé nos puso el 2-2 en el minuto 81, Lolo se volvió a calentar: “No voy a ver el suplementario”. Y quedó quince minutos de espaldas, hasta que le pedí: “Dale, date vuelta, boludo. Te compro una Coca”, y se dio vuelta. No me voy a olvidar más el momento en que Argentina ganó el Mundial. Se lo dije, y nos quedamos llorando abrazados. Imaginate: él, que me había vuelto a poner el traste en el piso para que lo ayude a pegar figuritas, como yo lo hacía de chiquito, pasó treinta y dos días conmigo, ¡vimos 18 partidos juntos! Desde que nació me dio años de vida. Es divino, a veces muy colgado, siempre presente, fanático exageradamente de la tecnología. Un amor.
–Habla de amores, ¿qué hay sobre sus otros hijos?… ¿Micaela (34)?

–La 1, la ordenada, la que siempre bancó, la madraza de todos. Hasta a mí me da consejos.
–¿Candelaria (32)?
–Mimosa desde chiquita. Sensibilidad absoluta. Pegota. En muchas cosas parecida a mí.


–¿Francisco (25)?
–El Tiki… Mirá, das vuelta mi teléfono (muestra su cobertor plateado con las iniciales M.H.T. y debajo los apodos de sus hijos) y leés “Tuta”, “Lelé”, “Tiki”, Pebe” y “Lolo”. “Tuta” por Mica, que no podía decir Mica y la llamaba “Tuta”; “Lele”, es Cande; “Tiki”, por “Chiquitito” y “Tikitito”; la “Pebe”, por Juana, mi pebeta. “¿Qué es ‘pebeta’, papá?”, me preguntaba, y yo le explicaba que venía del lunfardo, de los tangueros, y “Lolo”, por Lolito… Respecto a Francisco, es híper sensible, también. Y de los tipos más inteligentes y brillantes que conozco. A dónde quiera llegar, sólo depende de él. Se lleva puesto al mundo.
–¿Juana (20)?
–Arrolladora. Juani es Buzz Ligthyear, hasta el infinito y más allá… Creo en Dios y en una energía superior, que es el amor, y lo veo representado en mis cinco hijos.
–Habla bastante del amor en términos generales… ¿Está solo a nivel sentimental?
–Sí, estoy solo y siento también que es un momento de mi vida para disfrutar. Anduve muchos años en pareja. Me encanta, pero aprendí a estar bien así, como me encuentro ahora. Tampoco sé si solo: estoy con mis amigos, comparto más tiempo con mis hijos. Y cuando me encuentro solo físicamente, me siento acompañado por… vos vas a pensar “¡qué estupidez eso!”, pero me siento acompañado por la luna, por el gin tonic o la gaseosa con los que me pongo a ver los aviones aterrizando y despegando de Aeroparque. Le vengo dando más tiempo a otras cosas, o en realidad me estoy dando más tiempo a mí. Sería una frase medio idiota señalar que “estoy en pareja conmigo mismo”, pero hoy yo me priorizo antes que a un vínculo. Por ahí mañana me enamoro de nuevo perdidamente, no sé. La realidad es que hoy me siento bien así.

“Me encantaría que América creciera, aumentara la audiencia y reivindicara algo que la tele últimamente está dejando de reivindicar: el peso de las figuras. Porque los formatos y los programas le han ganado a las figuras, dejando de lado todo aquello de ‘yo me siento cómoda viéndola a Susana Giménez en la pantalla’. ¿Si voy a llamar a Su? S…, yo tengo ganas de que tenga figuras, después veremos”


–¿Tiene ganas o no de enamorarse?
–No tengo ganas de nada. Como estoy, estoy bien. No siento la necesidad de cosas diferentes a las que tengo. Las que tengo son las que tengo y las acepto cómo son.
–¿Qué clase de mujeres le gustan?
–Según los diferentes momentos de la vida. En cada uno de ellos me enamoré de distintas mujeres con distintas personalidades.
–¿Qué lo enamora?
–En común quizá siempre estuvo el humor. Me gusta divertirme con la persona junto a la que estoy. En pareja, la risa es muy importante. El otro día leí que si te mandaron un mensaje y te reíste, ¡cagaste! Un poco me pasa eso. Igual, te voy a admitir que este año me gusta entrar soltero al Bailando. Quiero hacerlo. Siento que, también, fueron muchos años de comenzar estando en pareja.
–¿En qué cambia comenzar el programa con o sin una relación?
–Si bien nadie me anda diciendo lo que tengo que hacer, hay algunas cosas en las que por ahí te frenás pensando que quizá al otro le pueda molestar. Me sucedió siempre, en todas las relaciones, te aseguro. Por eso me parece que está bueno empezar solo.
–¿Es un peligro Tinelli soltero?
–Al contrario: estar libre, en el sentido de que no tengo ataduras ni compromisos con nadie, es algo que la gente y yo vamos a disfrutar. Me parece que es muy divertido. Preguntales a mis productores (Federico Hoppe y Pablo Prada) si soy un peligro o es algo que va a sumar al programa.
–¿Se imagina envejeciendo solo?
–No me imagino envejeciendo, aunque es la ley de la vida. Tampoco me imaginaba así a esta edad.
–¿Así, cómo?
–Levantándome temprano, poniéndole pilas. Mentalmente lúcido, contento, con ganas, yendo todos los días al gimnasio. Teniendo ganas de laburar, de hacer. Llevando a mis hijos al colegio y estando presente en sus cosas. Yendo a comer con amigos, divirtiéndome, riéndome. En verdad, jamás imaginé llegar así. Me siento mejor que a los 50, por ejemplo… Me preguntaste, ¿envejeciendo solo? Por ahí sí, o por ahí envejezco acompañado. No sé, no sé, estoy completo así, como ahora. No le tengo miedo a la soledad. Por ahí en otro momento algún vínculo se generaba a partir de no poder transitar un momento solo, pero en la actualidad puedo asegurarte que estoy bien así.

“Como jefe, soy de escuchar. Entiendo que el liderazgo se construye en base a empatizar con las personas, no a partir del maltrato, la cosa agresiva. Me gusta que me respeten y respetar al otro. Puedo equivocarme doscientas millones de veces, pero también tengo doscientos millones de aciertos, porque hago, hago y hago. Creo en las estructuras horizontales, no verticales.”


Mientras hojea nueve tomos del archivo de GENTE que recorre, en un breve porcentaje, su historia pública retratada en nuestra revista, le pide al periodista: “Cuando hagamos la nota, por favor haceme acordar que te cuente sobre este anillo”, lo muestra orgulloso en su dedo anular derecho. Rato después, durante el reportaje, le refrescamos el pedido. Entonces Marcelo se pone melancólico: “Después de que muriera mi abuelo (José Domeño) en 1993, y mamá (María Esther Domeño) en el ’94, arrendé un terreno en el Jardín de Paz, de Pilar, para reunirlos ahí. Durante 2000 y pico se me ocurrió exhumar el cadáver de mi viejo, que se encontraba enterrado en Bolívar, para sumarlo. Realizamos los trámites, me conecté con el director del cementerio y hablamos.
“No sé si vos vas a querer venir al traslado, pero cuando puedas me gustaría que pases, que quiero darte algo”, me sorprendió. Fui, dudoso del motivo, y extendió una bolsita Ziploc. ‘Tomá, estaba en el cajón de tu viejo’, me entregó el anillo. Yo no me había quedado con absolutamente nada de papá (Dino, fallecido en 1971): ¡Qué felicidad me invadió, no sabés! Sin embargo, un día lo perdí de vista y ¿podés creer que no lo encontraba por ningún lado? Hasta que pocos meses atrás apareció  en el fondo de una caja, rodeado de papeles y lío, dentro de la Ziploc… Sí, este anillo con una piedra arriba lo usó mi viejo toda su vida, y yo ahora no sé si me lo volveré a sacar”, redondea emocionado.


–¿Cómo se lleva con la edad?
–Bien. Es sólo un número. No tengo idea de la edad que tengo, para decírtelo poéticamente. No me doy cuenta ni pienso que ciertas cosas correspondan a cierta edad. Mi energía corresponde a lo que genero, no a un número. Por eso interactúo sin problema con personas de cualquier edad.
–De las decenas de notas que nos brindó en su trayectoria rescataremos apenas dos declaraciones: “Me retiro a los 50 años”, y “No me voy a teñir las canas”. ¿Adivine cuál cumplió y cuál no?
–(Carcajada) También he declarado varias otras pelotudeces a lo largo de mi vida, como que nunca iba a conducir un programa de tele. Pasa que a los 30 años uno siente que el medio siglo de edad es la fiesta de despedida, y cuando los cumplís, sos tan apasionado que continuás y la seguís luchando. En cuanto a las canas, me encantan en la vida diaria, pero al verlas al aire me siento el abuelito de Heidi: demasiado blanco. Con Lolo prometimos que, si salíamos campeones del mundo, pisábamos Buenos Aires y nos pintábamos en la cabeza la bandera celeste y blanca que se había puesto el Dibu. Después me platiné. Ahora decidí dejarlo así, con las raíces que crezcan abajo, y ya no sé qué va a pasar.

“Para encontrar una solución a este momento tan bravo del país hay que arrancar por terminar con esta grieta pelotuda que se armó después del dos mil y pico, del final del gobierno de De la Rúa: que si sos de un lado o del otro, te puteo y recontra puteo de un lado y el otro. Más allá de quién gobierne, nos merecemos representantes que establezcan, no te digo cien, cincuenta puntos, pero sí veinte, quince que se respeten y no se toquen, más allá de la persona y el partido que asuma. Como en las grandes naciones. Para salir adelante hay que lograr eso.”


–¿Sí sabe a quién va a votar el 22 de octubre?
–No sé a quién voy a votar ni quiénes van a ser finalmente los candidatos.
–¿Alguna vez pensó en radicarse afuera?
–Jamás. Soy recontra argento, y no podría. No lo pensé ni en los malos momentos. A los dos minutos me largaría a llorar. Tengo doble ciudadanía y viviría dos meses en Italia, pero volvería. Nuestro país es maravilloso en todo.
–¿Y quién lo salva en este momento tan bravo?
–La gente, la gente, la gente. La tolerancia, cómo aman a Argentina los que salen a laburar a las 6AM, los que le meten a pesar de la increíble inflación anual, la inseguridad y las cosas que siempre criticamos. Tenemos que buscar la salida nosotros. El país es un cuadro que debemos pintar entre todos cada día con un montón de actitudes y acciones. Cuando escucho “es que este país…” “Okay, ¿y vos qué hacés para mejorarlo?”, porque el voto es importante también, eh. O “¿ayudás a alguien?”. “Ayudar a alguien es una gotita en el medio del mar”. “No importa, si podés viene bien”. Yo creo en la energía y el talento de los argentinos. Somos reconocidos en todo el mundo por eso. El argentino ha estudiado, está formado, es querendón, melancólico, talentoso, una persona pilla, viva. Un mix que resulta incomparable.
–¿Y por dónde arranca la solución?
–Primero hay que terminar con esta grieta pelotuda que se armó después del dos mil y pico, del final del gobierno de De la Rúa: que si sos de un lado o del otro, te puteo y recontra puteo de un lado y el otro. Más allá de quién gobierne, nos merecemos representantes que establezcan, no te digo cien, cincuenta puntos, pero sí veinte, quince que se respeten y no se toquen, más allá de la persona y el partido que asuma. Como en las grandes naciones. Por ejemplo...
-¿Por ejemplo?
-España con el PP (Partido Popular) y el PSOE (Partido Socialista Obrero) siguen una línea. La política va por un lado y el país por el otro. O en Chile, que el otro día mataron a un carabinero y todos los expresidentes se reunieron para darle el pésame a la mujer. Uruguay, donde entre un José Mujica y un Luis Lacalle Pou hay un respeto institucional más allá de todo, y así el país va andando. No es que asume un presidente de derecha y pintamos la pared de blanco, viene uno de izquierda y la pintamos de rojo. Nosotros vamos de blanco a rojo, de rojo a blanco. Bueno, necesitamos proponernos que la pared sea siempre de un mismo color, estés vos o esté yo, y así darle previsibilidad a la gente, al laburante, al tipo que quiere invertir en Argentina. Para salir adelante hay que lograr eso.

“Me llevo bien con la edad. Es sólo un número. No me imaginaba así a esta edad, levantándome temprano, poniéndole pilas. En verdad, jamás imaginé llegar así. Me siento mejor que a los 50, por ejemplo… Por ahí envejezco solo o por ahí acompañado. No sé, estoy completo así, como ahora. No le tengo miedo a la soledad. Por ahí en otro momento algún vínculo se generaba a partir de no poder transitar un momento solo, pero en la actualidad puedo asegurarte que estoy bien así.”


–Respecto a superar y salir adelante, ¿usted cómo logró salir airoso tanto tiempo a los coletazos de la fama sin morir en el intento, preguntaría Almodóvar? ¿Ser Tinelli le requirió varias horas de psicólogos?
–Hubo y hay psicólogos que me ayudaron mucho. Creo que me psicoanalizo desde el ’94. Me gusta. Empecé con Jorge Bucay. A mí me pesó mucho de entrada ser famoso, que me invadieran. “¿Por qué tengo que estar yo en este lugar?”, me preguntaba. Hasta que comprendí que yo también “invadía” cada noche las casas de un montón de gente, gente que empezaba a tomarme como uno más de su familia. Entonces te ve en la calle, como recién que hacíamos las fotos afuera con el monopatín, se acercan y te mandan de igual a igual: “¿Qué hacés, boludo?”, ¿Nos sacás una selfie?”. O,“ mirá que la tenés clara, eh. ¡Hasta cobrás por salir al aire!”, me verduguean y palmean. Y, claro, aprendí que el éxito es cuando el otro te siente cercano y a la vez considera que lo que vos hacés es simple y puede hacerlo él. Y ese ida y vuelta, entiendo, es la clave y lo más maravilloso que me ha pasado en la vida. Cuando lo entendí, acepté y me acostumbré, comencé a disfrutarlo.


–En un año y meses cumplirá medio siglo en los medios, desde su ingreso a Radio Rivadavia, allá por 1975. No obstante, si hacemos una encuesta en la calle sobre el animador número uno del país, seguramente la encabece… ¿Qué le diría aquel Marcelo Hugo Tinelli que desarrollaba sus primeras armas en La oral deportiva, a este que tenemos delante, si se lo cruzara ahora en la vereda?
–(Suspira) Diría: “No lo puedo creer, no sos vos. ¡Dejate de joder! Esto no lo hiciste vos”.
–¿Se guardaba pocas expectativas, poco crédito?
–Ehhh, vos pensá que yo era cadete, iba a buscar las credenciales de los partidos para otros periodistas y a comprar fiambre a la esquina para prepararle los sánguches al equipo de José María Muñoz. Y que anteriormente, mi expectativa máxima era trabajar en una zapatería de Bolívar o acompañar a mi viejo en el diario local… Ni lo dudes, si aquel pibe se cruzara a este Marcelo con tapas, fama y éxito diría que el tipo de enfrente está hecho por inteligencia artificial.
 

Fotos: Chris Beliera
Producción: Sofía Perez y Santía
Estilismo: CNAVAR (@cnavar)
Maquillaje: Irene Paré (@irenepare_mua)
Peinado: Elvio Cascinano (@elviobichi), para Elite Estudio (@eliteestudio)
Diseño de tapa: Mariana Alen
Videos: Miranda Lucena
Agradecemos a Rochas, Ginebra, y muy especialmente a Silvina Espinosa
y al Faena Buenos Aires
 

 

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