El próximo martes finaliza el plazo legal para que el juez Martín Del Viso resuelva la situación procesal de Francisco Sáenz Valiente, el empresario detenido desde el 31 de marzo por la muerte de Emmily Rodrigues, una joven brasileña que había asistido a una fiesta en Recoleta, y que murió en una misteriosa situación al caer seis pisos por el pulmón interior del edificio.
Respecto a las declaraciones que hicieron el empresario y la amiga de la víctima, Juliana Magalhaes, quien había llevado a Emmily al encuentro, la modelo habría sufrido un brote psiquiátrico: mordió a ambos en medio de una escena de gritos, intentó abrir las ventanas del frente del departamento, para luego lanzarse por las aberturas que daban al pulmón.
“Comenzó a gritar como estando poseída, girando sus ojos hacia atrás, quedaron en blanco y comenzó a rezar en voz alta, acercándose a las ventanas”, recordó Juliana a la Justicia en su testimonial posterior. La mujer, que conocía a Francisco Sáenz Valiente hace años, brasileña como Emmily, había llegado junto a la joven fallecida al departamento a las tres de la mañana.
Las declaraciones de los testigos que estuvieron en la fatídica fiesta, se componen por tres mujeres que estaban junto a Emmily y Sáenz Valiente aquella noche: Juliana Magalhaes, oriunda de Brasil, a quien el empresario de la minería y el agro conocía de “la noche”, Dafne, una joven cubana y Lía, una mujer argentina, con quien el empresario tenía un vínculo de años.
Cómo fueron las últimas horas de Emmily Rodrigues antes de su muerte
Según señaló Juliana Magalhaes, tanto ella como Emmily Rodrigues habían pasado por el bar Isabel poco antes de dirigirse a la fiesta en Recoleta. Allí se encontraron con Romario, el astro del fútbol brasileño. Luego, tras una serie de llamados con Sáenz Valiente, se dirigieron a su piso en la calle Libertad.
Por su parte, las testigos Lía y Dafne aseguraron que la víctima había consumido tusi y cocaína, además de fumar marihuana, un porro armado que había llevado Rodrigues en su cartera Louis Vuitton blanca.
Por otra parte, ante la situación que comenzaba a salirse de control, Lía abandonó el piso de la calle Libertad y le envió mensajes de WhatsApp a Sáenz Valiente, algo ofendida. Según señaló Infobae, luego de cinco días después de la muerte, la argentina se presentó a prestar declaración como testigo.
“No sé qué le pasó a esa chica. Tuvo un cambio, una transformación, una transición. Veo que a Emmily le cambió la cara, los ojos, todo”, detalló la testigo argentina, de acuerdo a contenidos del expediente a los que accedió Infobae.
El relato de una de las testigos que explica cómo fue el cambio de actitud de Emmily Rodrigues
En la misma declaración, Lía relató que La joven brasileña “empujó a Francisco, él no dice nada cuando lo empuja. Francisco le dice ‘ya está, ya está, ya te descargaste, y Emmily se va para la cocina... Tuve miedo, percibí que algo malo había, un ambiente raro. Yo pensaba que Emmily podía ir a agarrar un cuchillo, no sé y pensaba que había que estar con ella, no había que dejarla sola”.
Y agregó: “En ese momento Emmily estaba en una actitud sospechosa, me miraba de reojo, como que medía mis movimientos. Como nadie me daba una explicación, yo fui y la encaré, le pregunto qué había pasado. Ella me contestó: ‘¿Vos quién sos? A ver, ¿cómo te llamás?’ Me lo dijo furiosa, con una voz de monstruo, con los ojos para afuera".
Sobre esa línea, la testigo expresó que sintió "miedo": "La chica estaba como en El Exorcista, no sé, me dio un re miedo, pensé que iba a agarrar un cuchillo y nos iba a matar a todos, encima arriba de la mesada había un cuchillo. Vi el vaso de vidrio en su mano y eso me alarmaba... En ese momento me puse adelante del cuchillo para que ella no lo agarre”.
Posterior a ello, Lía enfrenta a Rodrigues, mientras Magalhaes y Sáenz Valiente intervienen y ayudan a calmar la situación. “Seguía con su cara transformada, no era la chica hermosa que había llegado a la madrugada. Mirá que yo no le tengo miedo a nada, soy re creyente”, continuó su testimonio Lía.
Bajo ese marco, la mujer declaró que poco después decidió pedir un auto para irse. No obstante, remarcó que seguía vigilando los movimientos de Rodrigues, con un vaso en su mano, con el que planeaba defenderse.