Kim Kardashian (42) y Kanye West (45) siempre resaltaron por sus elecciones estéticas. Y la casa que compartieron durante su matrimonio –que duró siete años– no fue la excepción. El estilo minimalista de la vivienda se apropiaba de la esencia característica de un hogar convirtiendo en realidad la contradicción: cuanto más millonarios son, menos cosas quieren tener.
La propiedad fue diseñada por el belga Axel Vervoordt quien, en más de una oportunidad, se refirió a lo que la pareja le había pedido para crear los ambientes de su hogar. El objetivo era que fuese un "remanso de paz", a salvo del caos exterior de Los Ángeles.
"Un monasterio belga futurista", según Kanye West
"No hablamos de decoración, sino de un tipo de filosofía sobre cómo vivimos ahora y cómo viviremos en el futuro. Cambiamos la casa purificándola, y seguimos presionando para hacerla cada vez más pura'', señaló el diseñador en una entrevista.
La residencia fue comprada en 2014 por 20 millones de dólares y se dice que destinaron el mismo presupuesto para dejarla tal cual la querían. Luego del divorcio, Kanye –quien definió a la casa como "un monasterio belga futurista"– vive en su rancho en Wyoming mientras que Kim conservó la casa de sus sueños.
Así es la intimidad de la casa de Kim Kardashian
Fue la mismísima Kim Kardashian la que abrió las puertas de la intimidad de su casa para Vogue y mostró cómo es el estilo minimalista que eligió para todos sus ambientes. Sin embargo, a su hija mayor, North (9), no le gusta para nada, y en más de una ocasión llegó a plantearle a su mamá: "Tu casa es tan fea; es toda blanca, ¿quién vive así?".
Pero para la integrante más célebre del clan Kardashian, las declaraciones de su primogénita están lejos resbalarle. "Cada vez que me peleo con mi hija North, me dice esto. Ella piensa que esto es una broma para mí", compartió con una sonrisa nerviosa.
La calma del color crema, un sillón "más caro que una casa" y un baño que da a un bosque de lavanda
"Quiero que todo se sienta calmo", reveló sobre su elección en el video de Vogue, donde la influencer ofrece un tour por los objetos más preciados de su casa. Y destacó: "Ni cuatro chicos pudieron con mi casa color crema".
En el video, también se pueden ver los muebles elegidos por la multimillonaria, y no pasan desapercibidos. Tiene algunas sillas “Gerrit Rietveld” y “Jeanneret”, que están valuadas en más de 3 mil dólares cada una, lámparas Serge Mouille, esculturas creadas por Isabel Rower y un sofá Polar Bear, que fue diseñado por el francés Jean Royère, es "más caro que una casa" y uno de los objetos preferidos de personajes como Jennifer Aniston.
Uno de los espacios de su mansión que más llama la atención es el baño, que se destaca por ser la unión perfecta entre el brutalismo del cemento y el minimalismo buscado. Todo sobrio en espacio grandes y diáfanos, en colores neutros, en consonancia con la mayoría de la ropa que Kim viene usando de un tiempo para acá.
Sin lugar a dudas, el rincón más llamativo del baño principal es el ventanal que lo rodea y decora la suerte del living que se arma entre las duchas y las bachas. Con un paisajismo acorde a la propiedad, que incluye un bosque de lavanda, el amplio ambiente juega al mismo tiempo con una falsa privacidad vulnerada.
El cuarto pink de North West y el objetivo de convertir una casa casi en un museo
Además, el cuarto de su hija mayor también está hecho en un solo tono, aunque se eligió el rosa con el diseño de una mariposa sobre la cama. Sobrio, elegante y soñado para cualquiera amante de ese color.
Los espacios gigantes y vacíos, con vibras de museo impecable, son los verdaderos protagonistas de la mansión de Kim Kardashian. Si bien las casas que se ven en el reality Keeping up with the Kardashians –pertenecientes a sus hermanas– suelen ser más convencionales, la socialité y empresaria demostró que sus reglas son más que válidas a la hora de crear con poco.