Las butacas están vacías, la música que elige pasar el musicalizador con total libre albedrío resuena en el ambiente, y Sofía Pachano (34) y Laura Novoa (53) se desplazan por el escenario como si caminaran por el pasillo de sus casas. Faltan apenas cuarenta minutos para que las puertas del teatro Candilejas se abran y la comedia que protagonizan este verano en Villa Carlos Paz (El hostel de los millones) comience, pero ellas, muy tranquilas, conversan de otra cosa:
Laura: ¿Sabés a qué me hace acordar esto de hacer fotos para GENTE?
Sofía: No, ¿a qué?
Laura: A una vez en que nos abrieron el estudio de fotografía de Editorial Atlántida a Diego Torres y a mí para hacernos fotos a las tres de la mañana. ¡Fue una locura!, pero teníamos que hacer la producción de la tapa que se publicó antes de la salida de la película La Furia (1997).
–Recién, mientras realizaban las primeras fotos, bromeaban con que el título de esta nota probablemente sea “Las hijas de” porque ambas son herederas de grandes figuras del espectáculo nacional como Aníbal Pachano (67) y Pepe Novoa (85). A lo largo de esta temporada, ¿conversaron sobre las similitudes de haber sido criadas por padres conocidos?
Sofía: Sí, en Año Nuevo hubo un poco de eso.
Laura: ¡Año Nuevo fue divino!
Sofía: Lo pasamos con mi familia y la suya. O sea, estaban el Señor Pepe Novoa y el Señor Aníbal Pachano. También mi mamá, que es una santa, y la suya, que es otra santa. Y mi novio (Santiago Ramundo, 38), que también es actor. Fue como una gran familia teatral.
Laura: Fue precioso, y un acto de generosidad de Sofía, porque mis viejos vinieron a Carlos Paz –y mi viejo tiene 85 años y mi mamá 82–, y yo sentía que solitos quizás era bajón… y con mucha gente en un restaurante también. Ahí fue cuando Sofi nos invitó, y a papá le encantó la idea. Esa noche, despidiendo el 2022, sucedió algo muy precioso porque se armaron unas charlas divinas y pudimos brindar por el 2023 y por el arte. ¡Fue muy tierno!
–¿Quién propuso ese brindis tan particular?
Sofía: Puede haber sido Santi que es un romanticón, pero fue en un momento de mucha tertulia en el que estaba chocho sirviéndole champagne al papá de Laura.
–¿Y el cruce de sus padres cómo fue?
Laura: Divino. Muy tierno.
Sofía: Es que creo que lo que te une cuando sus “hijo de” es que vivimos las mismas cosas: el detrás de escena, acompañar desde chiquitos, escuchar las mismas quejas…
Laura: ¡La misma inestabilidad económica!
Sofía: Total (risas). Hay algo de eso que nos une, y también la responsabilidad.
–En el mundo en el que se forjaron, ¿a qué asocian la palabra “responsabilidad”?
Laura: A entender que esto es un trabajo: tenés que llegar antes, saber la letra, rendir lo que se propone. O sea, además somos súper afortunadas de estar laburando en un lugar en el que uno puede veranear y hacer turismo, pero estamos trabajando. Cada día sabemos que tenemos que juntar energías para la noche.
Sofía: Y que no podemos tomar sol. (Se mira las piernas) ¡Bien blanca estoy!
Ya en el interior del camarín de Laura, que es un poco más amplio que el de Sofía pero menos luminoso, la artista que protagonizó Socorro, 5to año (1989), Poliladron (1995-1997), Hombres de honor (2005) y María Marta, el crimen del country (2022), entre muchos otros éxitos televisivos, nos cuenta: “De la primera obra de teatro que hice, que fue a los dieciocho años, hace un siglo y medio, me acuerdo que todos mis compañeros estaban nerviosos y yo no: yo sentía que estaba en casa. Pasa que los teatros van cambiando de escenografía, pero siempre son teatros. Es como lo que se dice de nosotros, los actores, que somos una gran familia. Hay un linkeo de vida y teatros”.
–Sofi, ¿sentiste lo mismo en tu debut?
Sofía: Sí. O sea, el nervio siempre está, pero yo acá (Señala las paredes del camarín) dormía siestas de chiquita. Se genera una sensación muy de casa, de hogar, de protección. Es como que acá no me va a pasar nada, que es todo lo contrario a lo que me sucede en la tele.
–¿Qué te pasa en la tele?
Sofía: ¡¡¡Un montón de cosas!!!, pero porque ahí yo no me siento tan protegida.
–Laura, ¿vos compartís la misma apreciación con respecto a la televisión?
Laura: No. Yo nado en las diferentes aguas. Hice mucha ficción, mucho teatro, algo de cine… entonces todas las aguas me son familiares. Es como la pregunta “¿a qué hijo querés más?”, son cosas diferentes.
Sofía: Para mí la tele es un espacio más desconocido porque yo no hice tanta ficción ni tanta tele, sí realities, pero es otro plan. Aunque, si lo pienso, quizás ahora me dan más miedo los realities (Risas).
–¿Qué descubrieron la una de la otra cuando se conocieron a fines del año pasado?
Sofía: Un profesionalismo de aquellos, y que Laura es muy buena haciendo bricolaje con los libros.
Laura: (Ríe) Es que yo hago agenda de las escenas y dibujos de los textos. Por ejemplo, para recordar un “perdón, lo asuste”, dibujé unas manitos unidas hacia arriba pidiendo perdón y una carita de susto. Después me gusta poner figuritas retro en las carátulas de los guiones. Es casi como una cábala.
Sofía: Sumo que también es súper responsable con la letra.
Laura: Nos unió el horario, el sentido de responsabilidad y la búsqueda del vestuario que fue muy divertida. Yo, por ejemplo, cambié mi vestido y me puse una coronita, ésta de acá (toma una tiara plateada con brillitos del estante y nos la extiende), y ella me comentó “mejor la coronita no…”
Sofía: ¡Es que era un montón!
Laura: Y yo dije “bueno, está bien…”
Sofía: Me escuchó. Yo pensé que no me iba a escuchar.
Laura: Igual lo peor es que yo quería entrar con plumas.
Sofía: (Estalla en una carcajada imparable) ¡¡¡Eso fue genial!!!
Laura: Es que me pareció que se estaba tornando una cosa medio de revista y me divertía entrar toda vedettona. Pero me lo cortaron. ¡Me recataron!
–Ustedes se llevan veinte años, y cuando charlan esa brecha se diluye. ¿Sienten la diferencia de edad?
Laura: Un poco sí. Creo que lo que más te marca el paso del tiempo es esa cosa de que los hijos crecen. O sea, yo tengo una hija de veintiún años (Mora) que ya es amigota de Sofi. De hecho, el otro día fueron a bailar juntas y se quedó a dormir en su casa.
Sofía: Es que tuve la despedida de soltera de una de mis mejores amigas y la invité, porque me siento casi como una tía. Y después le inflé un colchón inflable para que duerma en casa.
Laura: Así fue. Pero, volviendo a lo anterior, diría que los artistas no tienen edad.
–Indaguemos en eso.
Laura: Nadie tiene edad en realidad. O sea, el cuerpo la va marcando, pero por suerte ahora la deconstrucción nos permite envejecer con dignidad, ser más auténticas y no estar atrás de un parámetro de belleza inalcanzable que lo único que hace es frustrarte. Hay algo de nuestra deconstrucción social que ha ayudado un montón a la mujer en ese aspecto. Sino la verdad es que el espejo de lo que eran antes las revistas era muy difícil, porque el hombre se ponía grande, maduro, divino, interesante, y la mujer no. Eso hay que deconstruirlo.
Sofía: ¡Adhiero! Y quiero marcar una diferencia entre nosotras. O sea, podemos estar hablando así abajo del escenario y disentir en algunas cosas porque somos personas, pero arriba del escenario ella tiene muchos más años de trayectoria, y por eso la escucho y la voy a seguir. Está bueno el respeto.
Laura: Eso tiene que ver con ser “hijo de”. Yo estoy muy orgullosa de ser “hija de”. Digamos que durante toda mi juventud no decía que era hija de mi viejo, me revelaba mucho a eso, no quería ser “hija de”. Y ahora que soy una señora grande y madura, siento que es un orgullo porque, además de lo que tiene que ver con lo artístico, a mí me enseñaron muchísimas otras cosas de la profesión, y no sólo de lo que pasa delante de una cámara o arriba del escenario, sino especialmente de lo que pasa detrás de cámara y del escenario, que es el respeto a los técnicos, a los guionistas, a los directores, al microfonista, al iluminador. Quizás el afuera le pone algo de brillo a esta profesión, y al saber cuál es la masa del pan, tenemos otra cosa más sagrada, de más respeto.
Sofía: Es algo que también pasa en otras profesiones.
Laura: No por nada hay familias de médicos. Hay profesiones que se van pasando porque vos viste feliz a tu padre, viste que ése era su momento de luz. Porque los trabajos te dan una entidad.
“La gente piensa que esto es todo brillo, estrellitas, papelitos y espejitos de color, pero nosotras sabemos que, si no viene gente, no viene gente. En este proyecto, por ejemplo, no nos fue bien, y sabemos que son más los fracasos que los éxitos”, reconoce a corazón abierto Sofía Pachano, la ganadora 2022 de MasterChef Celebrity Argentina: La Revancha y quien alzó el Premio Estrella de Mar como revelación femenina de Music Hall. Lo dice minutos antes de salir a escena y a centímetros de su colega, Novoa, que no duda en asentir con la cabeza y en sumar un pensamiento propio que ha ido creciendo a lo largo de los años: “Yo creo que uno aprende más de los fracasos que de los éxitos”.
Sofía: Tal cual. Y no pasa nada, pero la gente piensa que es todo brillantina porque en una época se vendió eso… “Que no se note que no comemos”, “Que no se note que no tenemos para comer”, “Vos salí toda montada igual”.
Laura: Creo que la humanización es más interesante.
Sofía: Hablamos de la humanización del arte. Entonces, cuando tenés, valorás mucho. Y eso, en nuestro caso, nos une.
–¿Fue muy dura la pandemia?
Sofía: Yo no la pasé mal, pero sí sabía que había gente que la estaba pasando mal. Mi viejo ayudó en una agrupación que se llama Artistas solidarios, yo me uní a ACTA, una asociación en la que nos juntamos actores y actrices sub 35 para ver cómo podíamos ayudar. O sea, mucha gente la pasó muy, muy mal, al punto de que no tenían ni para comer.
Laura: Nuestro rubro fue muy golpeado y por eso, hoy por hoy, ya en el tercer año, es una especie de fiesta para nosotros estar sobre el escenario, porque si bien el trabajo siempre fue agradecido y sagrado, creo que la pandemia sirvió para revalorizar el tomar maté, abrazarse, quererse ¡y trabajar!
Sofía: Y no pasó tanto eh. Yo el año pasado para darme un beso con Tomás Fonzi en la obra Somos nosotros tenía charlas de responsabilidad y nos hisopaban todas las semanas… ¡y fue hace un año!
Laura: Este es el primer año en que trabajamos con libertad. Pero, más allá de eso, que es el arbusto que no deja ver el bosque, me parece que hay algo de la pandemia que estuvo bueno como seres humanos. Que en un punto nos paró a meternos un poco para adentro, a revalorizar qué es lo que uno tiene ganas, a bendecir cada vez que uno puede trabajar de lo que soñó. En ese sentido, nosotras somos afortunadas porque podemos trabajar de lo que siempre quisimos hacer. Aunque después vamos buscando otros trabajos, yo soy coach y ella hace gastronomía, porque vivir solo del teatro está complicado. De hecho, cuando vienen chicos que quieren ser actores, yo siempre les digo: “Ser actor es como la punta del iceberg con respecto a todo lo artístico que hay detrás de un actor. Ustedes pueden elegir otras cosas que no sean tan expuestas, porque estar expuesto a veces está bueno y a veces no está bueno”.
–Recién hablaban de la luz que ven en sus padres cuando están sobre el escenario, y ustedes ya están por salir a escena. ¿Sienten que son luz cuando están ahí?
Sofía: Ay, yo siento mucha alegría, pero hay que ver que dicen los demás.
Laura: ¡Yo te siento la luz! (Risas)
El microfonista entra al camarín “a microfonearlas”. Se acabó el tiempo. Del otro lado, donde hace unos minutos realizamos fotos a oscuras, el público ya está expectante. En instantes, Miguel Ángel Rodríguez, Majo Martino, Klaudio Condor, Fabio Di Tomaso, Locho Loccisano y las protagonistas de nuestra nota saldrán a escena. Como dicen en inglés, “It´s show time”.
Por Kari Araujo
Fotos: Christian Beliera
Filmación y edición de video: Martina Cretella
Agradecemos a Ximena Goldenberg