El rally Dakar ha experimentado muchos cambios desde sus comienzos en 1979, cuando fue concebido como una aventura a través de África. A lo largo de los años, el rally ha evolucionado y se ha adaptado a nuevas condiciones y desafíos y a nuevos territorios y culturas. Los campamentos, donde se instalan los competidores durante la aventura, han sido parte de ese desarrollo.
De simples zonas en la que los competidores dormían en carpas cerca de sus vehículos de asistencia se ha transformado en una auténtica ciudad itinerante que se mueve al compás del recorrido de la competencia, que usualmente suele ser de más de 9.000 kilómetros. Tal como sucede con la 45ª edición que se realiza hasta el próximo 15 de enero en Arabia Saudita.
Los modernos campamentos –también llamados vivacs- están divididos en parcelas y cuentan con una ancha avenida central desde donde nacen calles internas que conectan todo el predio de 23 hectáreas. Cada equipo ya tiene asignado su espacio, una costumbre que recién se adoptó hace ocho años y que sirvió para evitar que cada estructura se instalara en el lugar que le quedaba más cómodo.
En los vivacs, que pueden estar activos uno o varios días, en el mejor de los casos; también hay un restaurante capaz de alimentar a 5.000 personas durante cada jornada, módulos de baños y duchas diseminados por toda su extensión y hasta un centro médico que atiende a los competidores o aquellos que lo necesiten. Todo funciona durante las 24 horas.
A eso se suma una central que controla todo lo que pasa en la carrera y que está conectada con una oficina en París. Además, hay una sala de prensa para los más de 300 periodistas acreditados, un espacio VIP llamado Dakar Club, una tienda de merchandising y, desde este año, lavandería, barbería y una zona de foodtrucks, cosas inimaginables cuando la carrera nació a fines de los ‘70.
Como parte de la modernización del Dakar, los equipos también se han profesionalizado. No solamente se encargan de brindarles una asistencia técnica a sus propios pilotos o a quienes alquilan sus servicios, sino también les ofrecen comodidad, un término desconocido en el rally hace una década. El mejor ejemplo es el South Racing, el equipo más numeroso de toda la competencia.
Está compuesto por 168 personas, cuenta con 26 Can-Am Maverick de competición, tiene tres camiones de asistencia en carrera, ocho camiones de servicio, 28 motorhomes para los pilotos y sus navegantes y dos unidades de hospitality expansibles, siendo el primer equipo en utilizarlas en la historia de la prueba.
Estos hospitalitys pertenecen a la empresa holandesa Continuous Events, que tiene como director al uruguayo Marcelo Carballar. “El Dakar cambió mucho en los últimos años, fundamentalmente desde que llegó a Sudamérica. Hoy los equipos no solo quieren ofrecer un servicio, sino también una experiencia. Los hospitality son parte de esa experiencia porque los pilotos y miembros de equipos tienen un lugar en el que pueden relajarse e incluso atender a sus invitados especiales”, explica.
Efectivamente, esta transformación comenzó con la llegada de la carrera a Sudamérica, una estancia que se extendió de 2009 a 2019. En los primeros años se mantuvieron ciertas costumbres heredades de la etapa africana, aunque la repercusión y relevancia que logró la carrera durante sus días en suelo sudamericano obligó a ciertos cambios.
Las cercanías de los campamentos de diferentes metrópolis permitieron cambiar las carpas por los hoteles y luego por los motorhomes, que permitían evitar los tediosos viajes a centro de las ciudades. También fueron en aumento las comodidades dentro del propio campamento, como así también su organización.
Más allá de que estas modificaciones favorables, la vida en un campamento del rally Dakar es una experiencia única y emocionante, tanto para los participantes como para todos aquellos que forman parte de esta particular caravana.
