Cada vez más son los países que impulsan el uso de tecnologías más ecológicas para combatir el cambio climático y reducir su dependencia de los hidrocarburos. Noruega, por ejemplo, construyó una red de 17.000 puntos de recarga, mientras que Estados Unidos anunció que hará lo mismo con una inversión de 5.000 millones de dólares. Pero detrás del auge que hay por el uso de vehículos eléctricos (EV) hay una gran preocupación referida a las ciberamenazas a los puntos de recarga de los EV.
Según especialistas, los ciberataques podrían representar un obstáculo para el crecimiento de los vehículos eléctricos por lo que es fundamental que el sector tome muy en serio el impacto de las amenazas existentes y posicione la ciberseguridad como un punto estratégico para asegurar el futuro de este mercado.
“Los dispositivos de carga inseguros son una puerta de entrada a ciberdelincuentes para que logren ejecutar sus ataques, por ellos en estos casos, consideramos esencial adoptar soluciones de seguridad IoT que logren prevenir tales ataques para lograr fomentar aún más el desarrollo de los viajes sostenibles”, afirmó Alejandro Botter, gerente de ingeniería de Check Point para el sur de Latinoamérica.
A pesar de las medidas que se están llevando a cabo la industria no está haciendo lo suficiente para hacer frente a las amenazas de ciberseguridad en torno a los dispositivos IoT.
Cuando los usuarios cargan sus vehículos, también hay una conexión de datos entre el vehículo y su centro EV. Las estaciones de carga están conectadas a Internet y, como cualquier otro dispositivo IoT, son vulnerables a las acciones de los ciberdelincuentes.
A través de un punto de carga de un vehículo eléctrico, un ciberdelincuente podría acceder al sistema de gestión del motor de un automóvil y comprometer la seguridad, el rendimiento o inutilizarlo por completo.
También podrían dejar fuera de servicio toda una red de centros de recarga aprovechando una sola vulnerabilidad en un único dispositivo. Esto podría significar una pérdida de ingresos para el operador, así como un trastorno incalculable para la red de autovías.
Además de apagar una red de centros EV, los ciberdelincuentes podrían acceder al software de gestión del operador y soltar un ransomware (software malicioso que roba datos) con el consiguiente daño financiero y de reputación.
Otra acción sería la de poner en peligro el sistema de pago de un centro de distribución de vehículos eléctricos, lo que supondría una pérdida económica importante tanto para el conductor o el operador de la red.
Con el aumento global del 59% en los ataques de ransomware, no pasará mucho tiempo hasta que se compruebe el potencial de explotación de las estaciones de recarga de vehículos eléctricos por lo que es fundamental que esta nuevas tecnologías que buscan un bienestar ecológico también estén protegidas.
