Aunque pone su testimonio a merced del tercer episodio del ciclo, Donato de Santis, el cocinero de 58 años nacido en Milán, no se considera rider. El viaje más largo que el fundador de Cucina Paradiso realizó en moto registró 250 kilómetros, tiene una Vespa y un grupo de amigos motociclistas con los que todos los sábados a la mañana sale a recorrer Buenos Aires. “Yo no soy rider ni nada. Siempre tuve motos prestadas o me subía detrás de alguien”, dice.
16 años tenía Donato cuando trabajaba como asistente de cocina en la casa de una familia patricia de Italia. En la entrevista con Belén Couso rememora que por las noches, cuando su turno ya había finalizado y la casa dormía, le pedía prestada la moto (una Vespa) al hijo del mayordomo de la propiedad: repitiendo esa mecánica recorrió gran parte del país, pero también descubrió la adrenalina que ofrece el estilo de vida rider.
“De noche terminaba de trabajar y le pedía a escondidas del papá que me prestara la Vespa porque tenía una novia. Hacía desde Portofino por la litoraña de noche hasta Génova (,..) así conocí la costa norte de Italia. Me sentía dueño del mundo”, repasa de Santis. Esas salidas nocturnas fueron fundamentales en el vínculo que construyó Donato con el estilo rider.
Belén Couso: ¿Qué diferencia notás entre las dos culturas? ¿Entre andar en moto en Italia y en Argentina?
Donato de Santis: Yo creo que es una pasión bastante común a nivel mundial. Debe haber algún código general de ADN por la gente que hace eso, porque yo veo que se cruzan de una de una nacionalidad u otra. Lo que te puedo decir es que el territorio en Italia no es tan monótono como, por ejemplo, en Estados Unidos. Son otras sensaciones, no es lo mismo hacer la ruta 66 en EE.UU o la 40 en Argentina que andar en moto en una calle, una rutita de montaña en los Alpes no, el panorama es distinto y el movimiento es distinto. Quizás desde ese lado sí hay diferencias culturales.
B.C.: ¿Qué es lo primero que te ponés o preparás antes de subir a la moto?
D.S.: En mi situación siempre la protección del viento, porque sé que hago un circuito urbano. Lo que reconozco es que no espero un lindo día para salir en moto, voy mucho más despacio pero no me frena. El 60% de mi recorrido es empedrado.
B.C.: ¿Creés que la moto se disfruta más en compañía o solo?
D.S.: Yo amo ir solo. La compañía la sufro un poco más porque esta cosa de ir de tipo malón es lindo. Yo a veces lo organizo con mis pares todos los sábados, vamos en malón (...) Te estresa un poco más cosa que cuando hago el recorrido solo me ayuda a liberar un poco.
B.C.: ¿Creés que hay un estigma en general sobre las motos como que es un vehículo peligroso?
D.S.: No creo que sea un mito, es verdad. Estamos tratando de apasionar a la gente a las motos, ¿no? Pero viste como cuando uno toma un avión y tiene miedo, en el avión también puede suceder algo, pero hace más noticia un avión que se cae (...) Pero la moto como tiene una exposición corporal da un poco de vértigo a las personas que no quieren ir en moto.