"El problema de las definiciones es siempre complejo porque, por un lado, encorsetan y limitan, pero por el otro nos permiten nombrar a aquello que se inscribe en la realidad y, de esa forma, darle entidad. En este sentido, definir a la argentinidad implica tener en cuenta diferentes aristas", señala Mercedes Roch, profesora y licenciada en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Y a tono con el Principio social Identidad, que durante este mes de octubre Gente y Grupo Atlántida desarrollan de la mano de Guillermo Francella, añade: "En principio, es necesario hacer hincapié en un punto fundamental: los argentinos no somos un homogéneo. En la vastedad de nuestro país se erige una multiplicidad de culturas con características particulares que las distinguen entre sí. Entonces, ¿los argentinos no tenemos una identidad común? Sí la tenemos, sobre todo cuando nos reconocemos en la individualidad y entre nosotros. Pero no existe algo así como una esencia argentina, sino que partimos de una construcción social e histórica que, al difundirse, se hizo realidad".
Autora de artículos académicos y de divulgación en diversos medios y revistas, y redactora de manuales escolares en el área de Ciencias Sociales, Roch además entiende que "hay consenso social respecto de que la figura que mejor representa a la argentinidad se funda en el gaucho y en las características que circundan a su espíritu: los argentinos nos reconocemos la nobleza, el coraje, la rebeldía, la resistencia, la viveza, lo intimidante, la tozudez también. Según el historiador Ezequiel Adamovsky, “el discurso criollista fue atractivo, entre otras razones, porque permitió hacer visible y tematizar la heterogeneidad étnica de la nación…”.
"Es decir -agrega– que lo criollo que nos representa es efectivo porque funciona en relación con esa diversidad que somos. En este punto, es de destacar que en la difusión de dicho discurso, gestado a fines del siglo XIX, jugó un rol fundamental la escuela normal, aquella que normaliza los cuerpos y nos enseña a ser cómo tenemos que ser. Sin embargo, vale rescatar aquello que sostiene el sociólogo Luis García Fanlo en una frase muy certera respecto de la argentinidad: 'Lo que somos nunca es lo que deberíamos ser'”.
¿Cuál sería la conclusión de su análisis respecto a la argentinidad y el ADN argentino, entonces? Mercedes Roch no duda: "Necesitamos ser críticos de los discursos esencialistas porque establecen límites fijos y, al atribuir nuestras características a la naturaleza o a un ADN de la argentinidad, imposibilitan la modificación de aquellos aspectos que quisiéramos cambiar, total somos como somos y no se puede hacer nada al respecto. En contraposición, debemos destacar que la identidad argentina partió de una construcción cultural que determinó cómo éramos, y en esa determinación se volvió performativa, dando lugar así a esto que efectivamente somos", cierra la co-autora, junto a Julieta Longo, del libro ilustrado Primeras (Malisia, 2019).
Foto de tapa: Chris Beliera
Fotos nota: Cortesía de L.R y 123 RF
Arte y diseño: Gustavo Ramírez
Producción y seguimiento en las distintas plataformas: Elizabet Correa