En Argentina, el fútbol femenino es profesional desde 2019. Para conseguir este avance, las jugadoras de la Selección Nacional alzaron su voz haciendo el gesto de "Topo Gigio" en la Copa América 2018, donde exigieron ser escuchadas. En paralelo, Macarena Sánchez, entonces jugadora de UAI Urquiza, intimó a la Asociación de Fútbol Argentino y a su club para que regularizaran su situación laboral ante un despido injustificado. Desde entonces, fue quien encabezó la lucha como referente y se convirtió en la primera futbolista mujer que firmó un contrato profesional en nuestro país.
Sin embargo, el problema aún persiste en las más chicas. Jugar por puntos en categorías infantiles todavía es un privilegio de varones. Felicitas Flores y Martina Raspo son los ejemplos más claros de esto: la primera de ellas tiene 9 años y entrena en River Plate, la segunda tiene 11, juega en Tiro Federal y Deportivo Morteros de Córdoba y en 2019 fue expulsada de una liga regional por ser mujer.
La historia de Felicitas Flores
Felicitas Flores nació con una pelota entre los pies. Sus primeros pases los dio a los dos años en el patio de su casa. Cuando cumplió cuatro, se puso la camiseta de la liga quilmeña, donde formó parte de un equipo de varones porque no había uno de mujeres. "Nunca se sintió incómoda. Hasta ahora la diferencia física no se notó. Los compañeros la aceptaron y la hicieron parte del equipo", recuerda María Victoria Mussi, mamá de Felicitas.
Pasó por la liga de Berazategui y por Estudiantes de La Plata. Desde 2022, forma parte de las categorías infantiles de River aunque en sus tiempos libres vuelve al barrio para tirar magia en el club que la vio crecer. "No hay ninguna diferencia en jugar con nenas o con varones. A mi me gusta gambetear y tirar caños", cuenta Felicitas.
En River hay categorías infantiles femeninas pero solo entrenan. "No compiten por puntos. Todavía sigue la excusa de que el fútbol femenino no garpa, no deja plata, que no tiene público", explica Maximiliano Flores, su papá.
Sobre el tema, Macarena Sánchez analiza: "Es muy difícil que las nenas tengan los conocimientos técnicos y tácticos que tienen los varones si no pueden competir contra otros equipos. La instancia previa es necesaria". Además, con respecto al factor económico, agrega: "Los clubes suelen decir que no tienen plata para bancar a otros profes que den fútbol femenino pero esa idea se cae cuando propones hacer fútbol mixto. Como no necesitan otros profes ni otras canchas, entonces usan la excusa de la diferencia física".
Felicitas es embajadora de una reconocida marca de indumentaria deportiva y se volvió viral por un saludo que recibió de Messi. Desde entonces, es también la cara de las camisetas tamaño "pulguita" de la Selección Argentina. Recientemente, regaló 100 pares de zapatillas y 30 pelotas en su club de barrio a través de la empresa que representa. "Lo más lindo es que la idea surgió de ella. A veces limpia botines que no usa y se los regala a compañeros que no tienen", confiesan sus papás.
Aunque su prioridad es divertirse, sabe que su talento no tiene techo: "Mi sueño es llegar a la Selección Argentina", reconoce Felicitas.
La historia de Martina Raspo
Martina vive en Mortero, una ciudad de Córdoba. Empezó a jugar al fútbol a los 7 años después de probar varios deportes. Sus primeros pases filtrados los dio en Independiente San Cristóbal, un club de Santa Fe, su provincia natal. Con una mudanza de por medio, se puso la camiseta de Tiro Federal, casaca que viste hasta el día de hoy. "Juego de 3 o de volante por izquierda", confirma Martina.
En 2019 vivió un hecho de discriminación que cambió su vida para siempre. "Yo quería jugar por puntos y la liga no me dejaba porque era mujer. El club decía que podía ficharme, pero cuando llegó el día del torneo me esperó la policía en la puerta. El que anotaba me decía ‘no puedo poner f de femenino en la planilla, solo hay m de masculino’", recuerda Martina.
La única explicación que daban las autoridades es que no podía jugar por ser mujer. "Nosotras tenemos la misma fuerza que los varones. A veces cuando gambeteo a un varón los amigos le dicen '¿cómo te va a pasar una nena?'", cuenta Martina.
Sobre las excusas, Macarena Sánchez amplía: "A esa edad no hay diferencia. Lo viví personalmente: las que tenemos más de 25 años toda la vida jugamos con varones porque no teníamos la posibilidad de hacerlo con mujeres. Hoy, muchas están en la Selección Argentina y nunca tuvieron ningún problema. Los choques y los roces son normales por ser un deporte de contacto, pero no va a haber una fractura expuesta en un partido de infantiles".
A raíz de este episodio, se armó una importante campaña por redes sociales en la que famosos, deportistas y periodistas grabaron un video pidiendo que la dejaran jugar. Esta movida llegó a oídos del Club Atlético Rafaela que, para entonces, ya contaba con categorías de fútbol femenino. "Me invitaron y jugué dos torneos con las chicas, hasta me hicieron socia", resume Martina. Sin embargo, los 150 kilómetros que separan su casa del predio dificultan su presencia.
"A mi me costó aceptar que jugara al fútbol siendo nena. Le decía 'Marti, hacé otra cosa, te golpean mucho'. Me generaba sufrimiento ver cómo le pegaban pelotazos, pero la entendí y la acompañé desde el primer momento", reconoce Carolina Bulacio, su mamá.
Recientemente, Tiro Federal incluyó fútbol femenino y Martina forma parte del equipo. "Si me cruzara a una nena que quiere jugar al fútbol pero no se anima le diría que no tenga vergüenza, que lo haga", concluye Martina.
"Me gustaría que todas las nenas que quieran ser futbolistas profesionales puedan, al menos, soñar con esa posibilidad. Que puedan sentir que es posible llegar y vivir del fútbol", finalizó Macarena Sánchez.