A comienzos de los años 2000 explotó la noticia de que Ricardo Mollo había conquistado el corazón de una de las nuevas estrellas de la televisión argentina, Natalia Oreiro. En aquel entonces la pareja fue muy cuestionada en principio porque ambos venían de mundos muy diferentes y en segundo lugar por su diferencia de edad.
El flechazo entre el líder de Divididos y la actriz exitosa en Rusia se dio en un centro de meditación hindú, donde eran compañeros de yoga. Oreiro tenía tan solo 23 años y Mollo 43 años. Según relató la actriz en distintas entrevistas fue ella quien se enamoró perdidamente de él y pasaron casi dos meses para que el la viera como algo más que una amiga.
“Yo me lo levanto a él (…). Me llevó dos meses convencerlo", recordó la actriz, que venía de terminar una relación de varios años con el actor Pablo Echarri. "Cuando yo empecé a salir con él no sabía que era el cantante de Divididos, después de que empezamos a frecuentarnos sí supe, pero al principio no. Yo no escuchaba Divididos, entonces no le tenía la cara al cantante. ¡Soy un desastre!”, confesó entre risas Natalia a la revista Para Ti.
Incluso en una de las primeras citas que tuvieron, Mollo la dejó plantada a Oreiro. “Me pasé todo el día cocinando y cuando estuve a punto sacar la lasaña del horno me dice: ‘Me tengo que ir’”, recordó.
El músico sin mediar palabra se había ido de viaje pero según la actriz a la semana regresó arrepentido para recuperar su amor. En diciembre de 2002, en una ceremonia secreta se casaron en un paradisíaco archipiélago de Brasil llamado, Fernando de Noronha.
Diez años más tarde llegó a sus vidas Merlín Atahualpa Mollo, con quien formaron una familia ensamblada junto a las hijas más grandes del músico, producto de su primer matrimonio. El pequeño nació el 26 de enero de 2012 en el sanatorio de Los Arcos, en Ciudad de Buenos Aires.
Aunque el pequeño posee una gran influencia de sus padres por el mundo artístico aún no está entre sus deseos más fervientes convertirse en actor o músico profesional. "Por ahora no. Lo veo muy él. Le gusta mucho lo que hacen sus padres, nos acompaña un montón, pero no ha expresado abiertamente que quiere hacer algo relacionado a lo nuestro. Le gusta de todo un poco. Tiene diez años y va experimentando. Yo quiero que sea feliz en lo que elija ser, tal como mis papás fueron conmigo”, confió a Gente en una entrevista reciente Oreiro.