Guillermo Vilas es considerado como el mejor tenista argentino de todos los tiempos, sobre todo, por haber ganado un total de 64 títulos ATP, 4 de ellos Grand Slam (hito que todavía no ha sido superado por ningún tenista del país). Pero no solo logró una excelente vida profesional sino que pudo construir una hermosa familia junto a su mujer Phiangphathu Khumueang.
La pareja se casó en 2005, sin importarles los 30 años de edad que se llevaban, y tuvieron 4 hijos: Lalindao, nació en enero de 2010, en Miami; Intila, en diciembre de 2010, en Buenos Aires; y Guillermo, nació en Mónaco en abril de 2017. Pero la mayor de ellos es Andanin, que nació en 2003, en París, y quien actualmente acabó sus estudios secundarios.
La hija mayo de Vilas ya tiene 18 años y un largo camino por delante. Primero, logró recibirse del International School of Mónaco uno de los colegios más prestigiosos de todo Europa. La joven decidió compartir este momento especial en sus redes sociales, donde se la ve junto a su madre y sus tres hermanos, además de sus compañeros. Un dato curioso es que la cuota anual de la escuela a la que asistió es de 25 mil dólares.
Ahora que terminó con sus estudios, Andanin puede poner toda su atención a su carrera profesional como tenista. "Quería dedicarle más tiempo al tenis porque con el programa del bachillerato que estaba cursando se me hacía muy difícil. Ahora más liberada, planeo seguir entrenando y jugar nuevos torneos. Vamos a ver cómo se da todo. Lo bueno es que voy a tener más oportunidades para viajar y conocer el mundo mientras compito”, confesó en una entrevista con ¡Hola! Argentina. Aunque tampoco descarta la idea de irse a estudiar negocios a Estados Unidos.
Andanin comenzó a practicar este deporte desde muy pequeña, a los 3 años, y cuando cumplió los 14 inició su participación en los torneos profesionales representando a Argentina. Su debut se dio en la etapa clasificatoria del Future de Palmanova en Mallorca (España) sobre polvo de ladrillo.
“Cuando empecé a jugar internacionalmente, en Mallorca, tenía la bandera tailandesa. Eso me molestaba mucho porque siempre quise jugar para Argentina, tener la banderita celeste y blanca. Una noche le dije a mi papá si podía mandar un mail para decirles que la cambien porque no lo querían hacer. Y mi papá escribió un mail: “Hola, soy Guillermo Vilas...”. Media hora después ya tenía la bandera y estaba híper feliz”, contó en una entrevista.