En las últimas horas, murió una de las caras de la publicidad argentina de la década del '70: Liliana Caldini. La blonda supo ser la imagen de la canción de Donald: “las olas y el viento, sucundum, sucundum” y se metió en el imaginario colectivo de varias generaciones gracias a la fama, las tapas de revistas, los viajes y el amor con Cacho Fontana.
El año pasado, en agosto, habló por última vez con la revista Hola! y dijo lo siguiente acerca de su amor con Fontana: "Tengo una relación bárbara. La verdad es que pasaron muchísimos años desde que nos separamos, pero fuimos y somos buenos amigos. Tal vez si no hubiéramos tenido a las chicas, el contacto se habría cortado, pero al tener dos hijas juntos, siempre nos mantuvimos comunicados. Y después con los dos nietos ni te digo. Además, como Lumila vive afuera y Antonella trabaja mucho, a veces yo asumo algunos roles para estar cerca de él si necesita algo. Ahora lamentablemente no puede salir por la pandemia, porque a Cacho le encanta salir, ir a Puerto Madero y comer sus cositas ricas".
En esa entrevista, Liliana dijo que su relación con su hija a la distancia es difícil: "Si no fuera por el teléfono, sería realmente insoportable. Pero gracias a este aparatito la llevamos más o menos bien. Lumila está en Madrid y de repente escribe y dice: “¿Me compro estos zapatos o estos otros?”. Gracias a la tecnología estamos en contacto permanente. Igual, nos falta el abrazo, el contacto. Yo, si Dios quiere y la cepa Delta no avanza, me voy a visitarla en octubre".
Además, agregó que sus nietos "Ellos son lo mejor que me pasó en mi vida. Son mis edecanes y mis motores. Cuando decaigo, están mis nietos. Están en mi mente y en mi corazón. Soy supercompañera de los dos. Lucas tiene 22 años y estudia Economía; Joaquín, de 21, juega al fútbol y hace poco se fue a vivir a Miami. Lo extraño horrores".
Por último, sobre lo que la hacía feliz dijo: "La música, amo la música: me acuesto y me levanto con música y soy capaz de bailar con el escobillón mientras barro la casa. El baile me hace bien. El baile socializa, alegra, transmite energía… por eso el último tiempo me dediqué un poco a eso, con gente de mi edad. Lo hice cinco años en la provincia de Buenos Aires: fui con mi baile y mi música a todos los centros de adultos mayores. Y en verano lo hacía en Mar del Plata, en la playa, sobre un escenario".