Todos los que hemos tenido mascota en nuestra infancia, seguramente atesoramos recuerdos de momentos compartidos con ellos, de experiencia de disfrute y aprendizaje. La decisión de tener una mascota, sin dudas aporta muchos beneficios a la familia y principalmente a los niños, ya que desde edad temprana aprenden habilidades sociales como a desarrollar el sentido de la convivencia y el respeto por los demás. Al participar de su cuidado, los niños aprenden a ser responsables.
Es tanto el amor que se siente por ellas, por lo que es común ver que incorporan a sus mascotas como un miembro más de la familia” y su inclusión modifica y se ve reflejada en la cotidianeidad de esas personas.
Las vacaciones y salidas, por dar un ejemplo, se suelen planificar teniendo en cuenta las necesidades de los animales y haciéndolos partícipes de la dinámica y organización familiar, sea esto llevándolos o buscando cuidadores para que estén bien atendidas cuando no estamos.
Las mascotas se ganan por sí solas su “lugar” en la familia, es imposible no rendirse a la ternura que generan en niños y grandes y por demás está demostrado los beneficios de su compañía para afrontar diferentes situaciones de tristeza, soledad, etc. Si bien tendemos a ubicarlas en un rol de ser un integrante más de la familia, humanizarlas, es importante que los chicos comprendan, y que nosotros les enseñemos, a respetar las diferencias entre los humanos y los animales, y que tenemos necesidades similares: comer, hidratarse, dormir, correr, pero con diferencias sustanciales, como ser que no podemos darle una gaseosa o jugo para saciar su sed, o que no pueden comer lo mismo que nosotros, sino su alimento especial.
A humanizar a nuestras mascotas, podría suceder que no les permitimos ni aceptamos su parte más animal que difiere de nosotros, y mantener vínculos sanos con animales es entender que nuestras mascotas no tienen las mismas capacidades que nosotros, por lo que habrá situaciones que nos puedan generar conflictos o tensiones con ellos y no podemos pretender apelar a la racionalidad”.
También es importante, cuando nuestras mascotas tienen varios años de edad y se vuelven mayores, explicarles a los más pequeños que los animales tienen una expectativa de vida más corta que nosotros, para que no sientan preocupación al encontrarse con su pérdida y trasladen esa preocupación que otro integrante de la familia pueda morir pronto. Para la mayoría de niños/as la pérdida de una mascota será su primer acercamiento con la muerte, por eso es también muy importante poder marcar la distancia y diferencia entre Animales y Humanos.
El mejor regalo que podemos brindarles a nuestros hijos/as, desde que son chicos, es el aprendizaje de amar respetando las diferencias, que con su mascota van a poder compartir muchos momentos y disfrutar jugando pero entendiendo que no son “humanas”, por lo que deben aceptar las capacidades de cada uno, no podemos esperar que pateen una pelota en la plaza pero sí que corran con nosotros a la par disfrutando del aire libre.
Lic. María Laura Lezaeta es Psicóloga infantil, y co-fundadora de JUEGOlogía, donde desde hace varios años equipan a profesionales de la salud y padres con herramientas lúdicas y terapéuticas para trabajar diferentes áreas cognitivas, emocionales y sociales en niños.