A inicios del Siglo XXI el mundo recibió con sorpresa a Segway, una empresa que creó un ingenioso vehículo ligero giroscópico eléctrico de dos ruedas con autobalanceo controlado por ordenador.
El furor por el Segway PT, inventado por Dean Kamen, era tal que en 2010 la compañía con sede en New Hampshire, Estados Unidos, fue comprada por un grupo dirigido por el millonario británico Jimi Heselden, presidente de Hesco Bastion.
Heselden, que tanto creía en el potencial del singular vehículo, falleció nueve meses después de la transacción al caer accidentalmente por un acantilado mientras probaba uno de estos Segway.
El triste suceso no hizo más que convertirse en una mala publicidad para la empresa y, consecuentemente, en problemas financieros. Esto fue bien aprovechado por la compañía china Ninebot, que en 2015 compró Segway por un precio que no se hizo público.
En la última década, Segway perdió mercado ante una competencia feroz y con productos que cumplían la misma función, pero son más económicos. Así fue que en 2020, la empresa le bajó el pulgar a su producto emblema -aunque mantiene el servicio técnico- y se concentró en la fabricación de vehículos todo terreno.
El departamento que se concentra en este tipo de productos desde 2018 es Segway Powersports, que tiene disponible tres modelos en su line-up que a su vez cuentan con varias versiones: el cuatriciclo Snarler, el UTV Fugleman y el SSV Villain.
Si bien la marca es sinónimo de movilidad eléctrica, estos vehículos están disponibles con motores a combustión, aunque existen alternativas equipados con sistemas híbridos.
El eslogan de es Segway Powersports es “sin lugar para el miedo”. Y al momento de explicar su significado la empresa afirma que la marca “no solo es audaz, valiente y está listo para explorar cualquier terreno, sino que realmente vive, se esfuerza y supera los límites todos los días”.
De algún modo, este presente de Segway está en sintonía con su pasado: moverse sin límites.