Concepción Matilde Zorrilla, o mejor conocida como China Zorrilla, fue una de las grandes artistas que tuvo Uruguay (su país natal), pero que también piso fuerte en la escena argentina. Sus memorables actuaciones siguen latentes hasta el día de hoy, al igual que su legado. Ahora, gracias a la familia de la actriz, sus fanáticos podrán tener la posibilidad de quedarse con alguno de los objetos de su excéntrica colección.
El 14 de marzo pasado se cumplió el centenario de su nacimiento y los parientes de Zorrilla decidieron homenajearla a través de una muestra en Uruguay. En esta exhibición, los familiares reunieron retratos en blanco y negro, objetos característicos de ella y obras de arte que la actriz coleccionaba, para que el público que tanto disfrutó de su arte pudiera seguir conectado a ella.
En este contexto, los sobrinos decidieron rematar algunos de esos objetos que formaron parte de la vida y carrera de la gran artista. “China tenía una energía especial. Mirás la colección y no hay cosas de gran valor ni nada, son cosas con mucha personalidad. Fue la selección que hicimos y creo que habla mucho de ella. Toda la gente que la conocía viene y se emociona, porque dicen que esto es China”, comentó Sebastián Zorrilla, sobrino y encargado de la subasta.
Entre los 160 lotes que se subastarán se encuentran varios cuadros de su padre, dibujos de Rafael Barradas, muebles, pinturas, libros dedicados por Eduardo Galeano y Mario Benedetti, un reloj suizo de bolsillo a cuerda marca Framond, entre otros. Este encuentro se realizará el 4 de mayo en Uruguay.
Una de las posesiones más deseadas y que se relaciona directamente con la carrera actoral de Zorrilla, es el libreto original de "El diario de Adán y Eva" y un disco que contiene la canción de la obra "Un enredo y un marqués" que protagonizó junto a Taco Larreta.
Para esta ocasión, varias famosas escribieron en el catálogo de la subasta. Susana Giménez redactó: “China era una bohemia que jamás iba a aparecer con el mejor juego de té del mundo para acompañar los chocolates y las cajas de bombones que le llevábamos y que tanto le gustaban. Pero eso a nadie le importaba, porque con China la cuestión era simplemente escucharla hablar, o verla jugar al backgammon con la duquesa de Tamames".
Por su parte, Soledad Silveyra también quiso destacar la sencillez de la actriz: “No había lujos en China, en el sentido corriente de la palabra. Se hacía su propia ropa, y así andaba, con sus conjuntos que inventaba en media hora, con los que nunca perdía la distinción. El lujo, en China, era la sencillez. Dirán algunas filosofías que es ahí donde radica el verdadero buen gusto, y en la vida de China esta fue la verdad".