Con el humor y la espontaneidad que la caracteriza, Dalia Gutmann propuso recrear algunas escenas de la película Flashdance para el Intimo de la Semana GENTE y explicó sus motivos: "Yo soy una mujer muy ochentosa".
Desde muy chiquita quiso ser bailarina pero jamás se dedicó a eso. Hace poco tiempo se unió a un grupo de mujeres en una plaza para bailar zumba. "Voy con mis quilombos y en un rato se alivian", confesó la humorista que asegura: "Bailar es mi terapia y lo que me hace feliz".
Hace más de una década que está sobre las tablas haciendo su exitoso show de stand up Cosa de Minas y el año pasado estrenó Tengo Cosas para Hacer -las funciones son todos los jueves en el Paseo La Plaza -pero sus seguidoras lo siguen llamando con el nombre de su primer espectáculo. Entre risas asegura: "Tengo un problema de identidad en el nombre, pero no corrijo más".
Dalia se caracteriza por una energía imparable. Sus hallazgos en la vida siempre la encontraron en movimiento. "Siempre fui muy del hacer y del estar activa", cuenta mientras intenta hilvanar cómo llegó a su presente. Cuando terminó el colegio no tenía idea qué hacer: intentó ser diseñadora gráfica y psicóloga, pero no tuvo éxito porque nada la terminaba de convencer del todo.
"En un momento me cayó la ficha de que siempre amé la radio", suelta como una gran revelación. Se formó como locutora y de ahí comenzó a trabajar en un noticiero de Canal 9 como movilera durante casi tres años. Si bien aprendió mucho, los temas del día a día la abrumaban y angustiaban, asi que, para dosificar la tristeza, se anotó en un taller de Stand Up en el año 2004. Ahí comenzó su gran aventura.
Ser humorista para dar alegría
Asegura que, al escribir sus monólogos, se inspira en su vida y en la de sus amigas. Quiere ayudar a derribar las imposiciones sociales que están en cada rincón de la vida de las mujeres y, como ella es la autora de sus shows, se van armando y modificando a través de la mirada del público, de lo que percibe cuando está sobre el escenario. "Es una creación colectiva entre lo que escribí y lo que me devuelve quienes me ven", dice sin dudar.
–¿Siempre te gustó el stand up?
–La primera vez que había visto un show de stand up en el 2002 me encantó y me visualizaba haciendo eso, pero no me terminaba de animar. Empecé de hobby para ver si podía escribir un monólogo y encontrar algo de qué reírme. Lo hice para drenar la tensión del día a día. Empecé a actuar y muchos años después me di cuenta que podía vivir de eso. Ahí empecé a tomarme en serio la idea de ser comediante.
–¿Cuál fue el momento en que sentiste que el stand up podía ser tu trabajo?
–Fue una apuesta de a poco. Renuncié a trabajos en los que tenía obra social, vacaciones y todo lo que mi madre quería para mi vida. Tenía que ponerme las pilas en serio. Fue en el 2006. Me costaba mucho lograr un sueldo razonable: Era freelance del arte. Vivía de hacer shows en despedidas de solteras, teatro, escribir en una revista. A partir del 2010 entré a Telefé y me ubicó en otro lugar estar en la tele. Empecé un camino más sólido en los medios.
–¿Cómo fuiste eligiendo las temáticas de tus monólogos?
–Dalia: Creo que siempre hablo un poco de lo mismo, pero voy cambiando lo que tengo para decir al respecto. Siempre me causó un poco de gracia vender felicidad y una vida perfecta. Siempre me río de esa cosa imposible que es insostenible en un día. Mi humor habla de la anti armonía. Me gusta hablar desde el lugar de la mina común. En general las mujeres que salían en la tele no son las que ves en la calle. Me ubico desde el lugar de la mina normal y una vida enquilombada. Exponerlo es lo que me interesa comunicar.
–La mayoría de tu público son mujeres. ¿Te gustaría llegar a más hombres?
–La verdad es que intenté ser una humorista para todo público. Hasta ahora en entre mujeres encontré un lugar donde me siento cómoda. En general, los contenidos que hago son del espíritu de cuando se está con amigas charlando y abriendo el corazón. Me gustaría que vengan más hombres. En algún momento estaría bueno hacer algo con un varón y complementar. De todos modos, es un poco antiguo hablar de mujeres y hombres.
–¿Por qué crees que las mujeres se identifican con lo que decís?
–Cosa de Minas arrancó en 2011 y es un espacio donde quiero sacar la tensión y los mandatos que tenemos todas. Me río de ese mundo en el que estamos metidas las minas. Quiero que mis espectadoras se vayan más amigadas con su vida y con menos pretensión de ser buena en todos los casilleros. Es un show que te invita a amigarte con quien sos y a alivianar la mochila que llevamos.
La historia de amor de Dalia y Sebastián
La pareja es una de las más consolidadas del mundo del espectáculo. Lejos del amor a primera vista, la comediante recuerda que se conocieron en "varios capítulos" de la vida. A sus 13 años, una amiga del colegio gustaba de Sebastián Wainraich. Dalia, al vivir en el mismo barrio que él, cada vez que se lo cruzaba le contaba todo a su compañera enamorada. "Él era muy joven, tenía pelo largo y rulos", recuerda.
–¿Cuándo te acercaste a ese vecino que tanto te gustaba?
–Escuchaba un programa de radio en el que él era uno de los conductores. Un día, a mis 21 años, llamé para participar de un sorteo y lo gané. Fui a buscarlo y lo vi en el estudio. Nos saludamos y quedó ahí. No había asociado que era el mismo pibe, ya era pelado y no se parecía a mi vecino. Al tiempo, cuando estudiaba locución me mandaron a Aspen y él era productor. Nos quedamos hablando y él me dijo que me conocía de algún lado.
–Hasta que un día pasó algo...
– No. Vivíamos cerca y nos empezamos a hacer amigos. Yo lo re veía como un amigo. Él estaba enganchado. Al año empezamos a salir, pero fue una historia paulatina. La locución nos unía mucho porque a ambos nos gustaban muchas cosas similares. Me impactaba que su biblioteca y sus CD'S eran muy parecidos a los míos. Teníamos un consumo cultural similar.
–¿Cómo fue la formalización de la relación?
–Fue medio confuso porque en un episodio me fui a vivir a su casa. Es gracioso porque ninguno de los dos se acuerda bien cómo pasó. Ambos vivíamos solos. Yo tenía 25 y él 29. En un momento nos dimos cuenta que estábamos gastando mucha plata porque dormíamos siempre juntos. Él se mudó y yo no sé si me lo propuso o caí, pero me mudé con él en el 2003. Con el tiempo nos seguimos mudando y tuvimos hijos.
–¿Cambió mucho la vida de ustedes a partir de la llegada de Klara y Federico?
–Y... es un quilombo, pero lindo. Es algo en lo que uno va a prendiendo de sus errores. Creo que en mí caso, es algo que valió mucho la pena vivir. Siempre tuve el deseo. Me gusta, me divierte y ser madre me parece el laburo más agotador del mundo. En esto voy a ser cliché: es lo más importante que tengo.
–¿Son una pareja que comparte la crianza en un 100%?
–Hubo una época más tradicional, pero después de mucha charla cambiamos y hoy te diría que si: es una crianza compartida. Somos dos personas que no aman lo doméstico asi que fue un bardo que ninguno de los dos cocine teniendo hijos y, con los años y a fuerza de darnos la cabeza contra la pared, tuvimos que aprender a organizarnos. Hoy están bastante repartidas las tareas. Sebas, como padre, es muy copado.
La separación que nunca existió
–¿Qué sentiste cuando leiste en todos los portales que se habían separados?
–Me aburrió mucho. Estaba con mi hija y mi mamá lejos y Sebas estaba en casa con mi hijo porque lo iba a llevar a un recital de Duki. Yo había hecho historias en Instagram y cerraba que estábamos separados. Me hizo sentir rara. A mí me encanta que me saluden en la calle y soy cero fóbica, pero no me gustó nada que se hable de mi familia. Nunca había vivido esa parte.
–¿Cómo reaccionaron tus allegados?
–A mí me decían: "Che, ni te pregunto porque es obvio que es mentira". Entiendo que a Seba lo escucha mucha gente en la radio y le gusta saber. De hecho, a mí también cuando una pareja se separa me da mucha intriga. Cuando se te acerca a vos decís: "Yo no quiero jugar a esto". Lo único lindo fue que me decían: "Si ustedes se separan no creo más en el amor".
–¿Imaginás el resto de tu vida con Sebas?
–Me parece que es algo que depende de los dos y de lo que nos vaya pasando en la vida. Es muy difícil estar en pareja. Esto lo hablo con él y nos reímos. Vivir todos los días con una persona es agobiante. Siempre digo que sería una gran madre si fuese tres veces por semana. El para siempre depende de muchos factores y yo no creo en nada definitivo más que el amor por mis hijos.
El miedo no la paraliza
A sus 37 años sintió algo raro en su cuerpo y fue rapidísimo al médico. Luego de varios estudios le diagnosticaron cáncer de mama. Tras un largo proceso, pudo recuperarse "A mí me pasó hace casi 7 años. Tengo las cicatrices, pero es algo del pasado y estoy bien", reflexiona.
–¿Cómo viviste el diagnóstico?
–Fue una pesadilla. Todo parecía que estaba bien, pero después no estaba bien. Me operé y después me dijeron que tenía que volver a operarme. Era algo que no terminaba. Tenía que dedicarle mucho tiempo de mi vida para ir al médico a hacer cosas. También algo que está bueno es que gente que lo está atravesando me dice que le da esperanza que pasé lo mismo y estoy bien. Como soy humorista y me gusta dar mensajes de alegría, es un tema que veo que sirve para concientizar.
–¿Te sentiste acompañada por tu familia?
–Yo soy una persona que no le gusta preocupar, pero me sentí contenida por gente. Está bueno acompañar cuando alguien está pasando algo así.
–¿Sentiste la enfermedad como una lucha?
–Siento que es algo más que me tocó vivir y no hay que tenerle miedo. Mi lucha es contra el miedo en la vida. Trato que el temor no me impida ser quien quiero ser. Más allá del cáncer, no quiero nunca tener miedo a vivir mi vida.
Productora: Caro Gagliardini
Fotos: Fabián Uset
Video: Manuel Adaro
Agradecimiento: Espacios Balux @espaciosbalux
Maquillaje y pelo: Mel Alvarez @laspitucas
Ropa: Selú @seluoficial; Filositas @filositas; Luz Principe @luzprincipezapatos; Furzai @soyfurzai; Sofi Martiré @sofi_martire
Catering: @dulcemente_bk y @sabores_yalgomas