Daniel Pacheco (34) es uno de los descubrimientos actorales más importante de los últimos años. Nacido en Bogotá, Colombia, siempre supo que había llegado a este mundo para entretener y a pesar de intentar armarse otro camino - casi se recibe en Ingeniería Industrial - el destino lo trajo a la Argentina para que se formara en teatro y explotara en una de las series más vistas del país: El Marginal.
A Dani le atrae la actuación desde los 8 o 9 años. Recuerda que a esa edad iba a los videoclubs y se alquilaba todas las películas - ahorraba para poder hacerlo - y al verlas reparaba en la actuación y no en la trama, como el común de las personas. "La gente me decía '¿por qué mirás el gesto de un actor?' ¡Mirá la pelicula!", revela en diálogo con GENTE en una charla Sin Filtro.
De niño Daniel era 'el gracioso' de la escuela, protagonizaba los actos infantiles, hacía exposiciones 'sobreactuadas' y se destacaba por imitar a sus profesores. Al igual que él, su padre es muy extrovertido, de joven le gustaba ser presentador en eventos escolares haciendo humor aunque su profesión era la herrería. "Mi papá de joven era animador de orquesta, esa fue la parte artística que tuve de referencia en mi vida", expresa.
De un momento a otro, la universidad donde estudiaba la carrera de Ingeniería Industrial abrió un taller de teatro con Myriam de Lourdes, una prestigiosa actriz colombiana popularmente conocida por sus papeles en novelas como 'Café con Aroma de Mujer' o 'El señor de los cielos', y Dani no lo dudó un segundo: se inscribió.
A pesar de no poder asistir a todas las clases, Myriam de Lourdes notó una luz especial en él y le recomendó que se formara en artes escénicas, que de esta manera podría dedicarse al rubro artístico. Tras pensarlo durante un tiempo se decidió a dejar su vida atrás y se anotó en curso de teatro con Julio Chávez en Argentina, país que nunca había visitado.
-¿Por qué Argentina?
-Sabia que la escuela argentina de teatro era muy buena, muy importante. Averigüé un curso de teatro de 4 meses y me vine de mochilero, viajé un tiempo por Sudamérica y llegué a Buenos Aires con los días contados.
-¿Qué te dijeron tus papás?
-A mis papás le parecía extraño que yo tenía mi vida armada y de repente decidí cambiar de rumbo. Yo tenía todo muy estructurado y había algo que no me completaba, estaba inconforme. Mi viejo me dijo 'andá, perseguí esa búsqueda que tenés, nosotros te vamos a apoyar desde acá'. Ellos sabían que en cuatro meses volvía. Yo no conocía Argentina, mis padres tampoco y las únicas referencias que tenía eran futbolísticas y musicales, porque en Colombia hay como una gran alianza en el fútbol con Argentina. Hay muchos jugadores que hicieron carrera acá en equipos importantes.
-¿De qué equipo sos hincha en Colombia y de cuál en Argentina?
-Allá soy de Atlético Nacional y acá soy de Boca Juniors.
-¿Cuáles eran esas referencias musicales?
-Siempre me gustó lo que llaman acá 'el rock nacional' que para nosotros era rock en español. Escuchaba Charly, soy muy fanático de Soda Stéreo y Gustavo Cerati. Hay grupos que acá no fueron tan trascendentes y que allá son referentes como por ejemplo Vilma Palma, Enanitos Verdes... Miguel Mateos es ídolo allá. El cine argentino también me gusta mucho desde los 17 años, encontré un cine muy parecido al francés y cuando lo contaba me decían 'Si obvio Argentina es cuna de grandes actores y tiene una plaza teatral muy grande'.
-¿Cuántos años tenías cuando llegaste a Argentina?
-Ya tenía 25 años, siempre me sentí muy grande para lo que hago (se ríe). En Colombia hay una presión social de que para los 23 años tenés que tener la carrera terminada, pero por suerte esas cosas se van despojando.
Cuando Dani aterrizó en Buenos Aires se desayunó que un mes atrás le habían enviado un mail diciéndole que el curso de Julio Chávez se había postergado. "Me quedé en la nada. Una amiga me recibió por unos días, luego pasé por pensiones, por hostels hasta que pude instalarme en un departamento con otros chicos de Colombia. No sabía si volver o no, pasé por un teatro y vi que decía curso de actuación, entonces me anoté", relató casi con la misma desesperación que sintió en aquel momento.
Finalmente Daniel encontró la excusa perfecta para validar su viaje a la Argentina y comenzó a tomar clases en el Centro Cultural Rojas con Roxana Randón (madre de Leonardo Sbaraglia), mientras trabajaba en gastronomía. "Trabajé en un restaurante en Las Cañitas (Las Cholas), trabajaba y estudiaba. Argentina me empezó a gustar mucho, a pesar de que quería quedarme solo cuatro meses. Yo se que acá no se inventó el fútbol pero se inventó el amor por el fútbol, entonces encontré un lugar muy cómodo", justifica.
Luego añade: "Entonces ahí fui extendiendo mi estadía en Argentina, mi familia me preguntaba 'pero cuándo vas a volver' (se ríe). Empecé a hacerme amigos, hice vínculos muy rápido y eso me instaló, me hizo sentir a gusto, nosotros teníamos la impresión de que los argentinos eran creídos y ¡nada que ver!. No es por falsa humildad pero de repente me encontré con gente que me decía '¿Tenés donde pasar las fiestas? Bueno, entonces venite a casa'".
El Marginal, un antes y un después en su vida
Tras varios castings y algunas producciones pequeñas, en 2015 Daniel Pacheco tuvo su primera gran oportunidad en el país con El Marginal. Buscaban actores argentinos, pero Dani fue igual: aprendió a hablar como un porteño y se aggiornó con la cultura carcelaria nacional. Sin embargo, por cosas del destino, terminó haciendo el casting mitad "en porteño" y mitad "en colombiano". Los productores quedaron fascinados con su performance.
"Fue un antes y un después en mi vida, fue lo que proyectó mi carrera y ya estoy instaladísimo acá. No me quiero ir. Me di cuenta que nadie es profeta en su tierra", asegura con convicción, mientras nos cuenta que tiene un hermano que vive acá - que vino algunos años después que él - y que sus padres aún no conocen Buenos Aires, pero que espera poder traerlos este año.
-¿Cómo fue prepararte para el papel?
- Por el compromiso que yo tengo con la actuación lo asumí con mucha responsabilidad. Luego de mi puesta en la audición decidí que tenía que seguir por ahí. Me tuve que preparar mucho porque fue un mundo que yo desconocía, nunca tuve un familiar preso y gracias a Dios nunca tuve que ir a una cárcel, entonces hice toda una investigación para formar mi personaje: vi un programa llamado 'Encarcelados' que es de un chileno que viaja por cárceles del mundo. Pensé que este personaje tendría que haber pasado por una cárcel de Colombia, entonces lo enfoqué desde ahí.
-¿Cómo son las cárceles en Colombia?
-Allá también hay mucho hacinamiento, no hay casuchas en los patios pero en los pasillos cuelgan hamacas paraguayas y duermen todos ahí. Un día se me ocurrió ir a la cárcel de Devoto e intenté entrar como sea. Pasé dos anillos de seguridad inventando que tenía un primo y faltando un poco para llegar, no pude (se ríe) pero ahí vi un poco cómo era la atmósfera, la tensión, los presos colgando por las ventanas... luego me crucé a un café que había en frente y ahí pude observar a los familiares. Entendí un mundo: había gente muy habituada, como si fuera todos los días al laburo y esa cara, ese llanto, ver gente que trabaja dentro de la cárcel me dio una dimensión de cómo era estar ahí.
-¿Pudiste hablar con alguien que haya estado preso?
- Si. El perfil de mi personaje no tenía mucho trasfondo, simplemente era la mano derecha del kapanga de la cárcel. Entonces yo me inventé que era un perfil similar al de un sicario y en Colombia hay un caso muy parecido... mi hermano es periodista y pudo establecer un contacto, yo organicé un par de preguntas, mi hermano se encontró con él y le hizo mi cuestionario en ese orden porque para mí era necesario ver cómo decantaba su respuesta en otro tema del que quería saber y así fue... me dio un universo completo de cómo era la mirada de un sicario, la justificación que él tiene.
-¿Él creía que era como un trabajo más?
-Si, tal cual. La pregunta más relevante para mí era cómo es el llamado previo, cómo te llaman para pedirte que asesines a alguien y justo en esa pregunta hizo un tiempo muy tranquilo, sonrió - según me contó mi hermano - y dijo 'es como cuando llamas a pedir un delivery de Pizza': necesito que pases por tal persona, de tal manera y que lo hagas para tal día. Sin embargo sentía que me faltaba algo más para la composición de mi personaje...
-¿Qué te faltaba?
- Yo nunca había estado encerrado, nunca pase por un aislamiento. En ese momento tenía 400 pesos, era 2015, fui al supermercado compre algunas cosas y me encerré por una semana, al principio hacía ejercicio, empecé a entrenar - me adelanté a la cuarentena (se ríe) - y estuve veintipico de días encerrado. En ese momento era una locura, ahora lo hicimos todos (se ríe). Eso me permitió tener una impronta, estuve encerrado hasta dos días antes de empezar a grabar.
- Las primeras temporadas las filmaron en la cárcel de Caseros ¿Qué te paso con la energía de ese lugar?
- Es increíble. Tiene una energía densa y oscura, eso para nosotros era ganancia. La atmosféra era tremenda, incluso visitamos los 'Buzones' donde torturaban gente en la dictadura. Era una cárcel de 1800, con barrotes tremendos...el primer día me saqué un foto con uno y estuve como tres horas bañándome en mi casa para sacarme esa energía.
-¿Te daba miedo estar ahí?
- Al principio. Luego tomamos confianza y siento que la cárcel nos recibió también, porque había lugares muy oscuros donde se escuchaban cosas y demás. Pero por otro lado, todos los viernes cuando terminábamos de grabar hacíamos asado y la cárcel nos trató bien. Es raro decirlo... pero siento que esa energía o te recibe o no.
-Tu personaje tenía muchas escenas fuertes, cargadas de violencia... Al regresar a tu casa ¿Te costaba bajarte de esa adrenalina?
- Actuar es como un juego. Los actores entrenamos para poder entrar y salir de personaje fácilmente. Ahí está la clave, poder encarar algo, darle todo y vivenciarlo pero luego poder salir, porque sino resultás afectado y ya no sería grato vivirlo.
-¿Que me podés contar de la quinta temporada?
- Ya la filmamos. Esta vez no fue en una cárcel, sino en una fábrica abandonada y la quinta temporada es muy contundente: va a tener solo seis capítulos que para mi son seis películas. Yo creo que el último capítulo va a durar hora y media porque es mucha información y es muy profundo todo lo que pasa.
- Entiendo que es la última...
-Si. Yo tengo una teoría y es que en un par de años El Marginal tomará tanta relevancia que será una serie de culto y buscarán la forma de volver de alguna manera. Pero es el final, se cierran muchas historias, hay mucha información, se van a resolver cosas con personajes. Obviamente empieza con la parte de Diosito afuera (Nicolás Furtado) que no puedo hablar mucho de eso y es un paralelismo entre lo que pasa afuera y lo que pasa en la cárcel.
-¿Va a haber algún salto en el tiempo como en temporadas anteriores?
-Si, a futuro. La serie arranca tres años después, pero no puedo contar más (se ríe).
-¿Cómo fue trabajar con Claudio Rizzi, Gerardo Romano y Roly Serrano?
-Tuve la escuela de teatro que buscaba en el set, aprendí un montón. Para mi es el dream team de la actuación argentina, era terminar de grabar mis escenas y quedarme a ver una cátedra de actuación. Claudio es un amigo ahora, es un tipo muy generoso, muy metódico y disciplinado. Es el que descomprime el set, en los cortes hace chistes, baila.. es increíble y de él aprendí mucho.
-A pesar de que ya hayan grabado el final ¿Cómo va a ser despedirse y desprenderse de la serie cuando salga a la luz ese último capítulo?
- Yo siento que ya lo despedí, pero en realidad no. Cuando finalizamos la grabación fue muy emotivo, era todo llanto y parecíamos nenes chiquitos abrazándonos. Ya está, no teníamos que esperar seis meses para volver a grabar. Se cortó. Fue muy movilizante para todos, el equipo técnico, la gente de arte... Hubieron aplausos de 12 minutos, me di cuenta que El Marginal además de darme reconocimiento y trayectoria, me dio amigos de verdad y eso es muy valioso.
-¿Con qué proyectos estás ahora?
- Terminé El Marginal y arranqué con una serie para Telemundo, que luego saldrá en Netflix y se llama 'Diario de un Gigoló'. Es una teleserie con actores mexicanos y argentinos. Es un drama policial que muestra el trasfondo de la vida de un gigoló. Está Adriana Barraza (nominada al Óscar) y Eugenia Tobal de argentina. Se estrenará en abril, son 10 capítulos y yo estoy en cinco, interpreto a un guardia de seguridad. También estoy haciendo una comedia muy divertida que va para Star Plus se llama 'Robo Mundial', está Joaquín Furriel, Benja Amadeo, Carla Quevedo, Arturo Puig... tiene que ver con el Mundial de fútbol, pero no puedo contar mucho más. Es muy divertida, dinámica, son seis capítulos y va a estar buenísima.
-¿Te gustaría hacer novelas en Argentina?
-¡Si, claro! Porque la tira te da otro tipo de popularidad. Si bien hice cosas para Netflix, Universal y otras plataformas siento que me hace falta asentar más en lo local. Estoy en esa búsqueda.
Fotos: Chris Beliera
Estilismo: Alejandro García
Agradecemos a: Tascani por las prendas
y a Natalia Roman @nataliaromanpress