Más de dos años después del comienzo de la pandemia de Coronavirus, y aunque también avanzó bastante el plan de vacunación en todo el mundo; los casos de COVID-19 siguen confirmándose en niveles importantes, pese a que en las últimas semanas se produjo un relevante, sostenido y lento descenso de casos. A nivel global, en los últimos 7 días se registraron 11,6 millones de contagios y 63.064 muertes por el nuevo coronavirus.
En este contexto, los especialistas siguen estudiando los efectos del virus sobre las personas infectadas y las secuelas que deja la enfermedad. Los investigadores del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) publicaron un importante estudio en la revista Emerging Microbes and Infection en la que relatan evidencia de las alteraciones genéticas causadas por el COVID-19.
Los encargados de detectar con tiempo la gravedad y la mortalidad del virus en cuestión son los microARNs, se trata de pequeñas secuencias de material genético encargadas de regular varios procesos biológicos.
La investigación analizó los perfiles de microARN y otros posibles biomarcadores de la respuesta inmunitaria en el plasma de 96 pacientes contagiados (asintomáticos, con síntomas leves y graves). Los resultados les permitieron confirmar que hay hasta 200 microARN con expresión distinta en todos los pacientes que fueron analizados en comparación con el grupo control, quienes se encontraban sanos.
Por esos motivos, los microARN desempeñan un rol clave a la hora de realizar controles relacionados con las infecciones virales y eso se debe a que sus cambios pueden ser detectados incluso antes que el mismo coronavirus.
Las personas que se vieron infectadas con COVID-19 mostraron una clara alteración en la expresión de sus microARNs plasmáticos desde una etapa muy temprana de la enfermedad y ese dato, que aunque parece menor no lo es, permite identificar su caso.