Tras la captura de Santiago, el parricida de la PlayStation, en los últimos días el equipo de investigación del triple crimen han remarcado la frialdad y falta de remordimiento del joven de 15 años. Es que, desde que se lo capturó y rindió su declaración de los hechos ha relatado con lujos de detalle el segundo a segundo durante y posterior a cometer el asesinato de su familia.
Cada detalle que trasciende del crimen de Elche, Alicante, es más estremecedor. Hoy la escena está más clara y las piezas se van juntando y el resultado es escalofriante.
En ese marco, se supo que luego de que Santiago cometiera los asesinatos, fotografió los cadáveres de sus padres, se hizo pasar por ellos durante tres días y se dedicó a jugar con la Playstation desde que cometió los crímenes hasta el día de su detención.
Crónica posterior al triple crimen
Luego de discutir con su madre y tras cometer los ataques con una escopeta de caza de su padre. “A partir de ahora vas a trabajar al bancal [al campo] con tu padre”, habría sido el detonante de la actitud del joven, además de haberle prohibido acceder al wifi ni usar el ordenador ni jugar con la PlayStation.
En ese sentido, el parricida subió a su habitación. Tras meditar un rato, decidió buscar la escopeta de caza de su padre. Y desató su ira. Primero disparó contra la madre. Un tiro por la espalda y otro para rematarla. Después salió detrás de su hermano, Gonzalo, de 10 años, que trataba de escapar. Dos tiros mortales. Lo mató por temor a que lo “delatara”, dijo. Después llevó los dos cadáveres al cobertizo que hay junto a la casa.
Asimismo, luego de esperar entre cuatro, cinco horas hasta que llegó su padre, que estaba trabajando. Al oír el motor del coche, Santiago aguardó detrás de la puerta de la cocina y cuando Jaime, de 50 años, entró, Santiago le disparó. El tiro impactó contra la mandíbula. Según su relato, el hombre quedó malherido, pero alcanzó a su hijo y le arrebató el arma, la dejó en el pasillo y se dirigió hacia el baño. “Pero, ¿qué has hecho?”, le dijo Jaime a Santiago.
Sin embargo, Santiago volvió a agarrar la escopeta y le disparó dos veces a Jaime, que quedó tendido sobre el suelo del baño. Lo mató porque sabía “que se iba a enojar”, justificó tras ser detenido.
En ese marco, luego de haber cometido el triple crimen, Santiago empezó a construir una gran mentira para que el entorno de su familia no sospechara nada. En ese caso, el parricida tomó el teléfono móvil de su padre y envió un mensaje de WhatsApp al jefe. Para decirle que tenía Covid y que no iba a ir a trabajar al día siguiente. Después trasladó el cadáver al cobertizo, con los otros dos.
Limpió la escena de los crímenes
Por otra parte, los investigadores señalaron que Santiago regresó a la casa y se puso a limpiar durante horas, que después se duchó, se preparó la cena y se encerró en su cuarto para jugar con la PlayStation.
Así con el pasar de los días, constataron que Santiago entonces volvió a suplantar la identidad de su padre y de su madre. Contestaba los mensajes haciéndose pasar por ellos. El jefe de Jaime insistía en que debía llevar la baja -el parte médico que justifica que está enfermo- y el chico respondía que aún no había recibido los resultados de la PCR. A través del teléfono, el chico era el padre o la madre. Según correspondiera en cada caso, en cada mensaje.
A su vez, el parricida se hizo pasar, también, por un adulto y llamó al Instituto -el centro escolar donde cursaba el bachillerato- para decir que iba a faltar a clase porque se había contagiado de coronavirus.
En tanto, respecto a los mensajes familiares, Santiago contestaba los mensajes que su tía le mandaba a su hermana, la madre asesinada. En ese sentido, la tía, impaciente porque Encarnación no respondía al teléfono, decidió al fin, el viernes 11 de febrero, acercarse hasta la casa. Fue con una amiga. Algunas fuentes aseguran que era otra de sus tías. Habían pasado tres días desde los crímenes.
Tras ese imprevisto, el joven vio a las dos mujeres al otro lado de la valla que separa la casa de la calle, y al ser consultado por las mujeres por sus padres. Santiago respondió: “No los molestéis, están durmiendo”.
No obstante, Las tías lo amenazaron con llamar a la Policía. Santiago volvió entonces al interior de la casa, agarró el móvil de su padre y se acercó a su tía. “Mira, los he matado. He matado al papá, a la mamá y a mi hermano”, dijo enseñándoles la fotografía de los cadáveres a las dos mujeres.
Santiago fue detenido. Llevaba sobre la ropa un delantal de su padre. Los agentes le dijeron que si se quería cambiar, si quería ponerse su ropa. Dijo que no. Prefería llevar la prenda del papá.
En comisaría los responsables del interrogatorio le fueron soltando una pregunta tras otra y él no eludió respuesta alguna. Dio todo los detalles que le pidieron. Con absoluta coherencia y frialdad. Como si estuviera en una realidad paralela.