Luego de un intenso año en donde contrajo coronavirus, permaneció hospitalizada en la clínica Cantegril y logró reponerse luego de algunas semanas, Susana Giménez decidió instalarme en Uruguay y disfrutar de los placeres que le ofrece La Mary.
A puro relax y vestida de blanco para recibir con buenas energías el nuevo año, la diva de los teléfonos celebró la llegada del 2022 junto a su hija Mercedes Sarabayrrouse y su nieta Lucía Celasco, sus hermanos Patricio y Carolina, su cuñado Diego Mejuto, su asistente personal, Dolores Mayol, su asesora de imagen, Marcela Amado, y sus sobrinos, Paquito y Guadalupe.
Luego de las celebraciones y el reencuentro con sus seres queridos, la conductora se dedicó a descansar y en las últimas horas posteó una imagen que rápidamente se viralizó por las redes sociales. Recostada, con un libro a mano y su rostro al natural, Susana mostró cómo comenzó su año a los más de 2 millones de usuarios que la siguen en Instagram.
Pocos minutos después, Giménez eliminó sorpresivamente su fotografía, aunque ya era demasiado tarde porque los usuarios se encargaron de tomar captura de la inédita imagen donde se la ve leyendo "Nunca" del autor galés Ken Follett.
La reseña de Nunca, de Ken Follet, que la tiene enganchada a Susana
Desde el abrasador desierto del Sáhara hasta el Ala Oeste de la Casa Blanca y los corredores del poder de las grandes capitales del mundo, el maestro de la narrativa de acción y suspense imagina un escenario de crisis global sin precedentes en el que un pequeño grupo de personajes comprometidos y tenaces lucha en una carrera contrarreloj.
Nunca es un thriller extraordinario, lleno de heroínas y villanos, falsos profetas, agentes de élite, políticos desencantados y cínicos revolucionarios. Envía un mensaje de advertencia para nuestros tiempos y presenta una historia intensa y trepidante que transporta a los lectores hasta el filo de lo inimaginable.
Cuando me documentaba para La caída de los gigantes me impactó darme cuenta de que la Primera Guerra Mundial fue una guerra que nadie quería. Ningún líder europeo de ninguno de los dos bandos tenía intención de que sucediera.
Pero, uno por uno, los emperadores y primeros ministros, sin pretender la guerra, tomaron decisiones -decisiones lógicas y moderadas- que nos acercaron un pasito más a uno de los conflictos más terribles que el mundo ha conocido. Y me pregunté: podría suceder de nuevo?