Luis Corbacho, editor de El Planeta Urbano y escritor, es el autor de una de las novelas del verano, titulada Yo no quiero ser Ricky Martin. Con el éxito de su libro editado por Penguin Random House, el periodista –y todo un irónico y a veces casi despiadado influencer en redes– hizo catálisis de la historia sentimental que lo derrumbó durante la cuarentena y escribió una "crónica de amor" (y de desamor) con la que concluyó con la feliz sentencia de que que su novio le rompiera el corazón "terminó siendo productivo".
El libro de autoficción, favorito de numerosas celebrities que lo comparten en sus stories, cuenta la historia entre Corbacho y su novio, un diplomático que fue destinado a China y que quedó atrapado allí durante la pandemia. La distancia geográfica fue el detonante de la ruptura que terminó primero convirtiéndose en un diario íntimo en medio de la tristeza y después en el libro con el que Luis logró redimirse.
En 234 páginas, el autor cuenta los avatares de cómo su "proyecto de 'ser Ricky Martin', de casarme y tener hijos" quedó aniquilado y, básicamente, cómo la pandemia destruyó a la pareja. "Toda esa idea de perfección de la nueva normalidad de gay, de los nuevos estereotipos de felicidad gay que nos propone Instagram, se fue por la borda cuando a mis 43 años quedé solo y separado, y por eso fue un punto de quiebre en mi vida", explica Corbacho.
El nombre del libro, señala, radica en que durante el transcurso de la pandemia "me di cuenta de que no necesitaba la perfección de Ricky Martin. Ese mandato que ahora se nos impone a los gays y yo no necesito para ser feliz". Acerca de su conmovedora historia que, asegura, "también te hace llorar" y de la experiencia de vivir para escribir se extiende Corbacho en diálogo con GENTE.
–¿Por qué creés que es importante derribar la idea que tenemos tan instalada sobre el amor romántico?
–Creo que es importante derribarla porque nos lleva a un lugar de idealización que no existe. Lo mismo pasa con las redes sociales, en su momento con las revistas y las películas, que plantean situaciones ideales que nos frustran cuando no podemos alcanzarlas. El amor romántico representado tanto en Hollywood nos vende un modelo que no es real. En la cotidiana y en el día a día eso no es así, por eso me parece que no tiene sentido perseguirlo como una zanahoria que nunca llega.
–En el libro decís que tenías miedo de ser una "mostra" soltera con todos tus amigos casados. ¿Cuál era la peor pesadilla de todo eso y cómo fue que te diste cuenta que no querías complacer a la sociedad con sus demandas?
–Cuando cumplí 40 me empecé a ver como un gay soltero y solo, y eso me abrumaba y me aterraba. En ese momento yo estaba en pareja y me aferré a la idea de una nueva etapa, de dejar atrás el pasado de soltero y concentrarme en "sentar cabeza". Más antiguo que eso no hay, digamos. Me parece muy ridículo cómo terminé en esa. Con la pandemia, con la soledad y al reencontrarme conmigo mismo me di cuenta de que tenía un montón de cosas por las que estar contento: mi trabajo, mis amigos, mis sobrinas. Y que no tenía sentido frustrarse por no ser Ricky Martin. Que podía sentirme muy bien solo, en paz, levantándome pibes, teniendo sexo casual y saliendo con mis amigas.
–¿Cómo sería una "boda perfecta" para el Luis que escribió esta crónica de amor y desamor?
–Bueno, mi vida de casado habría sido como esa vida que tuve cuando viví en China, dependiendo de mi "marido diplomático". Estaba todo el día en la casa, sus amigos eran mis amigos, así que yo solo era un acompañante. No quiero decir que la vida de casado te lleve a un lugar de ama de casa, para nada, pero en mi caso la vida de 'mami del cole' era súper frustrante. La independencia laboral y económica, aunque suene añejo lo que digo, sigue siendo importante tanto para los hombres, para las mujeres y las sexualidades diversas. El desarrollo personal es clave para ser feliz primero con uno mismo y después con el otro.
–¿Creés que aceptan más a las personas gay que se adaptan al modelo de familia "perfecta" como Ricky Martin? ¿Y qué tiene de "revolucionaria" su lucha en pos de las minorías en ese sentido?
–Bueno, está muy bien lo que decís, tiene poco de revolucionaria la vida de Ricky en cuanto a las minorías porque él representa un modelo súper hegemónico, súper inalcanzable y nada disidente desde las formas. Termina convirtiéndose en la ama de casa perfecta. En la señora rica, regia y millonaria con sus hijos de vientre subrogado; no representa a las disidencias y las marginalidades. Claro que él está en todo su derecho de ser quien quiera ser: pero si me preguntás qué representa, creo que un modelo careta al que pocos gays pueden acceder.
–Parte de tu pasado sentimental fue conocido por la trascendencia que tuvo tu vínculo con el escritor Jaime Bayly. ¿Te arrepentís de haber contado detalles de tu vida privada cuando esa relación terminó?
–Sí, yo cuando ocurrió lo de Jayme estaba súper resentido y actué en caliente, y hoy en día no actuaría de esa manera en absoluto. Pero uno evoluciona, crece y va cambiando. Lo bueno es que aprendí.
–Hablemos sobre algo que es tema cuando escribimos sobre nuestras propias historias. ¿Cuáles son tus límites a la hora de la autoficción?
–No tengo límites para la autoficción, al menos en cuanto a mí. Sí, si el otro tiene secretos que me compartió y me pide que no escriba sobre eso, eso siempre lo voy a respetar. De hecho en esta novela hay un montón de secretos que no cuento y que nunca revelaré. Así que el límite es la privacidad del otro.
–¿Cuál es tu análisis del uso de redes hoy? ¿Terminan resultando despersonalizantes o nocivas?
–Mi análisis es que generan mucha idea de lo inalcanzable y lo perfecto, además de frustración y envidia. Promueven un exitismo y una riqueza falsa, también. Por suerte hay muchas cuentas nuevas del bien y que hacen humor y que ríen de los influenceres caretas, pero sigue generando en la mayoría de las personas muchísima ansiedad. A mí a veces cuando las estoy usando me dan taquicardia. Producen mucho pánico y trastornos de ansiedad, así que hay que hacer uso responsable. Dicho esto, para mí son una gran herramienta de trabajo y para dar a conocer lo que uno hace, y para generar vínculos con gente con tus mismas afinidades.
Fotos: Gabriel Machado.