Hay pocos datos concretos respecto de la cantidad de petróleo y gas que puede llegar a contener el Mar Argentino, pero las estimaciones señalan que en el lecho marino podría habría recursos por alrededor de 31 billones de barriles de petróleo.
Este dato atrajo a la empresa noruega Equinor a nuestras aguas. Y su atención se centra particularmente en un área de 15.000 kilómetros cuadrados denominada "el bloque CAN-100". Es decir, el bloque más grande de la Cuenca Norte del Mar Argentino.
Los noruegos ya presentaron una solicitud para localizar pozos de petróleo en el fondo marino utilizando la técnica de exploración sísmica frente a la costa bonaerense en la que sería la primera primera explotación off-shore que se hace en aguas profundas del Mar Argentino.
"Si esto avanza, una futura explotación petrolera en el Mar Argentino sería inminente. Y teniendo en cuenta que existen 100% de probabilidades de que ocurran derrames... resultaría inevitable que el petróleo llegue a las playas implicando una verdadera condena para las comunidades costeras y sus medios de vida", advierten desde Greenpeace y aclaran que las localidades costeras que se verían más afectadas frente a un posible derrame serían las del sudeste de la provincia de Buenos Aires.
Además del riesgo de un derrame a futuro, la exploración sísmica en sí también tiene un fuerte impacto ambiental, ya que las exploraciones funcionan efectuando disparos submarinos con cañones de aire que crean sonidos muy fuertes provocando un impacto en más de 300.000 km2 (una superficie equivalente a toda la provincia de Buenos Aires). Las ondas sonoras de estos disparos viajan al fondo del océano, se reflejan, y son captadas por sensores remolcados detrás del buque de exploración. Con los datos recolectados, las compañías petroleras crean mapas detallados del fondo marino para determinar las ubicaciones de las futuras perforaciones.
Esta práctica es muy dañina para el Mar Argentino ya que impacta sobre los mamíferos marinos, que principalmente utilizan el sentido auditivo para ubicarse y alimentarse. La ballena franca austral, el delfín franciscana, orcas, lobos marinos y pingüinos se verían expuestos a un ruido ensordecer que podría provocar cambios en su comportamiento, estrés, discapacidad auditiva, desorientación, lesiones masivas y hasta muertes por ahogamientos o varamientos.
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