Luciana Aymar (44) y Fernando González tienen la historia de amor más bonita del mundo del deporte. A pesar de dedicarse a disciplinas diferentes, encontraron el equilibrió que les permitió vivir juntos y formar una familia.
Luciana y Fernando se conocieron en 2008, durante su participación en los Juegos Olímpicos de Beijing. En aquel momento conversaron mucho y sintieron una gran química, pero tuvieron que pasar ocho años para que se reencontraran y se decidieran a tener una relación.
Fue a mediados de 2016 que Fernando González le propuso una cita a la exjugadora del seleccionado de Hockey y desde entonces, se volvieron inseparables. Actualmente, tienen un matrimonio sólido y son padres de los pequeños Félix y Lupe.
Luciana Aymar y las dificultades de retirarse del hockey
"No dormí nunca en 20 años de carrera", confesó en diálogo con La Nación. A sus 44 años, Luciana apuesta completamente por la familia ya que se encuentra en la dulce espera de su segundo hijo -del cual ya sabe que será una nena- junto a Fernando González (41), su pareja y padre de Félix, el primer hijo que tuvieron juntos y que nació el 31 de diciembre de 2019.
Retirada desde 6 años y medio del hockey profesional, Aymar también rememoró cómo se sintió tras despedir del deporte que tanta pasión le puso durante dos décadas: "Al principio, pasar por la situación de que muchas se fueran despidiendo, tu camada. Jugaba con chicas muy jóvenes, a algunas les llevaba 15 o 20 años. Me encantaba. Por momentos iba a la par de ellas. Pero cada vez va costando más, tu cuerpo no se recupera igual. Me empezaba a preocupar por cosas que pasaban dentro de la confederación, no podíamos jugar tranquilas. Había cosas que no sabíamos manejar".
En la misma línea, aseguró que el día de su retiro fue "de las peores cosas de su vida". Al mismo tiempo admitió que "se obligó a dejar de jugar", una decisión de la que no se arrepiente ya que alejarse de la exigencia deportiva le permitió conectarse más con su familia.
"Fue una enseñanza muy grande, porque aprendí a tener más empatía, a disfrutar pequeños momentos, a compartir con mi familia, a tener más conexión, más diálogo. A tener una relación, con la que me siento bien, contenida. Tengo un compañero al lado. Sigo aprendiendo. Cuando empiezo a mirar fríamente, desde otro lugar... ¡Qué obsesión que tenía! ¡Era una extraterrestre!", manifestó súper sincera.
"Soy la Luciana que disfruta de su familia y de su pareja"
"El jugador tiene que estar para jugar, no en si cambia el entrenador o el kinesiólogo, el masajista, las becas", remarcó al reflexionar sobre su carrera. En la misma línea, agregó: "El deportista tiene que saber apartar muchas cosas personales para poder jugar. Vos a veces te peleás con tu pareja, con un familiar, y tenés que jugar igual. Me costó eso al final".
A modo de balance sobre su carácter y las decisiones tomadas, Lucha consideró: "Amé jugar al hockey. Fui una obsesiva, con una exigencia enorme. Estoy orgullosa de lo que hice. Tuve costos grandísimos. Pasé por una etapa muy dura, angustiante y depresiva, pero lo estoy superando gracias al psicoanálisis".
"Estoy descubriendo otra etapa de mi vida. Soy la Luciana que disfruta de su familia y de su pareja, que conoce más su cuerpo y sigue investigando qué otras cosas la apasionan", concluyó sobre su presente.