Antonio Gasalla (80) se ha establecido como uno de los humoristas más destacados de la Argentina. Sin embargo, la pandemia de coronavirus y las restricciones sanitarias que imposibilitan el total despliegue de obras de teatro lo llevaron a resguardarse en su casa con la esperanza de volver a pisar un escenario e interactuar con el público, un deseo que por el momento no parece posible.
Más de 500 días se cumplieron desde la última ocasión en donde pudo subirse a las tablas en el Radio City de Mar del Plata. Su dolor de rodilla lo llevó a bajarse de su propia obra a fines de enero de 2020 y desde ese momento no pudo volver hacerlo.
Actualmente pasa sus días en su residencia de Recoleta. Allí cuenta con ama de llaves, un museo del traje (donde tiene guardado los atuendos usados en más de medio siglo de escenarios, sombreros, zapatos, pelucas) y hasta una butaca aterciopelada del teatro Odeón de Buenos Aires (1891).
Si bien está conectado a Internet, Gasalla no quiere tener redes sociales y prefiere enfocarse en la jardinería, una de sus actividades favoritas y en donde aplica la misma meticulosidad que lleva en sus personajes .
"Tengo 80 años, ¡trabajé casi 60 sin parar! Ya no. Un teatro con 800 localidades hoy tiene 200, sacan filas. No voy a trabajar así. Yo quiero hacer teatro bajando del escenario, hablando con la gente. Eso no se puede hacer más. El que lo necesita hacer que lo haga. A mí no me van a ver más", declaró en diálogo con Clarín.
Un presente lejos de las marquesinas y las luces
Los primeros 90 días de cuarentena los pasó adentro de su casa sin ni siquiera acercarse a la vereda. Esto fue así ya que el parate artístico no afectó su situación económica. "No tiene actividad empresaria, pero ha sido tan exitoso como ordenado y prudente con su dinero", aseguró Miguel Ángel Pierri, el abogado que se convirtió en su apoderado.
A nivel familiar, Carlos -su hermano-, la esposa de su hermano y los dos hijos de la pareja son los sostenes de Antonio. Además, también se apoya en Marcelo Polino, amigo muy cercano, que vive a metros y suele invitarlo para almorzar juntos.
Por su parte, Graciela Borges, a quien considera como su "hermana cinematográfica", suele llamarlo y siempre que puede intentar coordinar para ir a visitarlo. Atilio Veronelli, antiguo compañero de elenco, también suele comunicarse con él: "Nos vimos y charlamos cálidamente en su casa el año pasado, porque íbamos a hacer un streaming, pero finalmente no se concretó. Cada tanto le dejo un mensaje para vernos e ir a comer, y no contesta. Siempre fue así. Lo quiero como es, así que no insisto. No hace nada que no tenga ganas".
"Conversar con él es mística. Se puede hablar desde economía hasta política, pero no franelea con ningún político. Es ético, de una vida sana, no critica a nadie. A esta altura pasamos la barrera profesional y somos amigos. El año pasado me preguntó '¿qué puedo regalarle?, usted tiene todo'. Otro día me llama Pallarols y me pregunta cómo se escribe correctamente mi apellido. Después de eso vino Antonio: 'Me gustaría que los próximos contratos los firmes con esto'. Era una pluma de oro, grabada con mi nombre y mis iniciales, y un tintero con tinta inglesa. Cada fin de año le hace un reconocimiento económico a quienes trabajan con él", desarrolló Pierri por su cuenta.
El humorista es de la idea de trabajar con la condición de hacerlo porque lo disfruta y no por obligación. "Me debo a la gente que vive en villa culo", ha argumentado pícaro en alguna de sus apariciones públicas. "Esa gente bajaba del colectivo, prendía el televisor, estaba muerta de cansancio y me ponía a mí. Lo que podía hacer por ese tipo ya lo hice: divertirlo".
Antonio Gasalla, un artista con seis décadas dedicadas al humor
Antonio creció en Ramos Mejía en una "casa y una época donde el niño no tenía voz ni voto". Sin embargo, esos primero años lo acercaron al cine con tres salas barriales donde llegaba a presencia casi 40 películas por mes. Luego de recibirse de Perito mercantil, su padre le dio tres opciones de estudio: ciencias económicas, odontología o farmacia y bioquímica.
El artista se inclinó por Odontología y descubrió que en él habitaba un increíble artesano de los moldes. "Me pedían hacer un diente, pero yo hacía figuras, una mano", había declarado en un reportaje.
"De contrabando" se anotó en el Conservatorio como "carrera paralela". Los horarios de cursada no coincidían y por eso decidió abandonar la odontología. Luego de conocerse su decisión en la familia, su padre, peluquero, dejó de hablarle, mientras que su madre lo apoyó con algunas monedas en secreto. En ese contexto, apenas podía comprar un pasaje de tren rumbo a Once y un paquete de cigarrillos Saratoga.
Tras cinco años en el conservatorio, obtuvo el diploma de Actor Nacional y Profesor de Arte Escénico. Con los años irrumpiría en la televisión y el teatro con su sello humorístico que lo posicionó en la actualidad como uno de los mejores.
Ha tenido más de una propuesta por parte de los productores para realizar su espectáculo vía streaming, pero él se niega a traicionar sus tradición vinculado al escenario, el público y la presencialidad. "¿Streaming? No quiero eso... yo así, no", afirmó tajante.