Charlie Watts, baterista de los Rolling Stones, falleció a los 80 años en un hospital de Londres y el mundo entero llora su partida. A diferencia del resto de los integrantes de la banda, Watts, se caracterizaba por ser el más relajado y amigable. Su forma de ser conciliadora, era elemental para frenar muchas veces los egos entre Mick Jagger y Keith Richards. Incluso en una entrevista Mick Jagger había afirmado: "No podría haber unos Rolling Stones sin Charlie Watts".
El músico había optado por llevar una vida tranquila, junto a su mujer Shirley Ann Shepherd. Con quién se conocieron antes de que llegara al estrellato y durante 57 años vivieron una historia de amor en la localidad de Devon, al sudoeste de Inglaterra. Allí criaron juntos a su hija Seraphina, rodeados de la naturaleza y criando caballos por diversión. A muchos fanáticos incluso les costaba reconocerlo cuando decidía ir a la ciudad y utilizar taxis, como cualquier otro ciudadano.
En la década del 80 estos campos ingleses le permitieron terminar con su adicción al alcohol y si bien, siguió acompañando a las bandas en todos sus conciertos él mismo admitía: "Odio salir de casa. Me encanta lo que hago, pero me encantaría poder volver a mi casa cada noche".
Según sus propias palabras había dos cosas a las que siempre sería fiel al amor por Shirley y al jazz. En los años 80 incluso tocaba en bandas de jazz para distenderse de su trabajo, “The Rolling Stones”. A pesar de seguir siendo quien marcaba los ritmos de todo el equipo, siempre se consideró secundario en la legendaria banda de rock. “Puedo hacer lo que quiera en los Stones, pero obviamente hay cosas que no debo hacer. Si Mick está cantando, tú no puedes de repente tocar algo vistoso. Hay una manera de tocar cuando estás de apoyo detrás”, dijo en una entrevista a Telegraph".
