“Colgado de la nubes”, a 1.400 metros de altura, emerge en la Patagonia argentina un bosque de 60 esculturas talladas sobre los restos de un gran incendio forestal, que un grupo de artistas transformó en un museo a cielo abierto único en el mundo.
El escultor, artesano y orfebre Marcelo López fue el impulsor de esa obra ubicada en el cerro Piltriquitrón (“colgado de las nubes” en lengua araucana), a la vera de la localidad de El Bolsón, en la provincia de Río Negro (suroeste).
Años atrás, dando un paseo por “el Piltri”, el escultor vio los restos de un incendio ocurrido en 1980: “Había una cantidad impresionante de árboles caídos, quemados, eran gigantescas lengas (...) me surgieron ganas de hacer algo con esa madera que estaba muerta, quemada, tirada ahí”, relata el artista a EFE.
Participante habitual de encuentros con escultores, López pensó en organizar un evento en el bosque quemado del cerro: “llevar a los artistas a que hagan las obras en todos esos troncos, que las obras queden ahí y que la gente que vaya caminando se sorprenda”.
Del proyecto a su concreción
Con una idea clara: propiciar el intercambio de experiencias creadoras, enriquecer el patrimonio artístico y cultural de la región y dotar de nueva vida a los árboles quemados por la negligencia humana, el artista comenzó a pensar cómo financiar el proyecto.
En 1998, junto a su compañera Gabriela y colegas de la zona, logró reunir los fondos suficientes para realizar el primer encuentro nacional de escultores en el cerro Piltriquitrón.
En esa primera reunión de 8 días, se concretaron las primeras 13 esculturas, y a pesar del “esfuerzo faraónico” que implicó reunir los fondos, trasladar con caballos a artistas, equipos de trabajo, alimentos y carpas a través de un camino de montaña, ripio y tierra inclinado, “ahí empiezan las ganas de seguir, hacer el segundo, el tercero...”.
Dispersos por el bosque, ocultos entre la maleza, duendes, arlequines, pumas, jabalíes, serpientes emplumadas, figuras humanas y “obras de todas las clases”, fueron poblándolo lentamente, otorgándole la vitalidad que había perdido en el incendio.
En esos cinco encuentros, dispersos en poco más de 10 años, grupos de entre 8 y 12 escultores “de todas las provincias y del extranjero” realizaron 60 obras, que como parte del “Bosque Tallado” fueron declaradas patrimonio cultural y turístico de la provincia de Río Negro y de interés nacional, provincial y municipal.
Patrimonio cultural para la posteridad
Durante 18 años, López y su grupo, conformados en una asociación civil, se encargaron del mantenimiento y protección de este Museo a Cielo Abierto, que presentan como el bosque tallado más elevado del planeta. Un espacio que no solo alberga obras, sino un mensaje para el cuidado de los espacios naturales, que cualquier persona puede visitar.
“Es un patrimonio cultural que quedó para la posteridad y para el pueblo de El Bolsón (...) Fue mucho trabajo, pero fue con placer, con alegría, fue hermoso”, señala.
Abocado hoy a otros proyectos artísticos, como corolario de la experiencia, López editó un libro con fotografías de todas las obras, su descripción, el currículum de cada artista, anécdotas y la cita de un poema dedicado al "Bosque Tallado” por el asiduo visitante de El Bolsón y ya fallecido escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro “Bocas del Tiempo” (2004, Siglo XXI de España Editores):
“(...) La función comienza cuando usted llega. Un tronco gigantesco es ahora un arlequín, despatarrado, con un solo sombrero y dos cabezas. El arlequín da la bienvenida. Y los visitantes entran y pasean, de árbol en árbol, a lo largo de los cuerpos de madera que se alzan desde las ruinas y entre las ruinas juegan”.
Cuenta la leyenda que los pueblos originarios en su paso por el cerro, dejaban ofrendas “que colgaban del cielo”. El “Bosque Tallado” es la ofrenda que este grupo de escultores, no solo le dejó a “el Piltri”, sino a todas aquellas personas que puedan visitar esta obra de arte expuesta a cielo abierto.
Fuente: Julieta Barrera / EFE