La pandemia del coronavirus y el encierro por la cuarentena ocasionó que las personas opten por buscar una vida en lugares con más verde. Esta tendencia no solo se vivió en la Argentina sino que ,muchos países experimentaron esta ola migratoria a poblaciones más alejadas alentados por la posibilidad de trabajar desde la casa y la educación a distancia.
Este es el caso de Gósol, un pequeño pueblo de los Pirineos españoles, cerca de Andorra.
El encanto de Gósol supo cautivar a personalidades como Pablo Picasso. El artista llegó en 1906 cuando la población era de unos 745 habitantes y pintó gran parte de su famoso “Período rosa” allí, aprovechando lo que definió como una “epifanía de inspiración”. Sin embargo, la epifanía no bastó para que se quedara: se marchó de Gósol antes del final de ese año, y también lo hicieron muchos otros durante las décadas posteriores.
Según un informe de The New York Times, desde entonces, el censo de la ciudad había disminuido en casi todos los conteos. La escuela estuvo a punto de cerrar por falta de alumnos. El alcalde incluso visitó los programas de televisión y les suplicó a sus compatriotas: “Vengan a Gósol o el pueblo desaparecerá”.
La pandemia tuvo su lado positivo para esta pequeña localidad. Muchos barceloneses comenzaron a mirar hacia afuera. Y, poco a poco, la gente comenzó a migrar a Gósol en busca de una vida más tranquila.
En el último año, unas 20 o 30 personas se mudaron y las familias con hijos comenzaron a inscribirse en la escuela, que estuvo al borde del cierre por falta de alumnos. Ahora, tiene 16 estudiantes.
“Si no fuera por el coronavirus, la escuela se hubiera cerrado”, sostuvo Josep Tomás Puig, de 67 años, cartero jubilado de Gósol al periódico estadounidense. “Si se cierra la escuela, se cierra el pueblo”.
Gósol es dueño de un imponente patrimonio histórico y natural. Sin embargo, el municipio de la comarca del Berguedà no es el preferido de la gente. El año pasado, una tormenta invernal dejó a la ciudad sin electricidad, y a muchos sin calefacción, durante dos días.
Gósol no fue el primer pueblo del país en llegar al borde de esa situación. Durante décadas en España, un paisaje lleno de ciudades amuralladas, puentes de piedra y antiguas carreteras sinuosas ha sido abandonado a medida que generaciones de jóvenes se marcharon a las ciudades.
La “España vacía” es la frase que se acuñó para describir ese problema. Este movimiento de población de los pueblos a las ciudades lleva provocando durante años que amplias regiones de la península quedan despobladas con densidades que compiten en los ránking europeos con Laponia Noruega.
Si bien aún es pronto para saber si los nuevos residentes se quedarán de forma permanente, por el momento han dado a Gósol un año de esperanza para seguir existiendo.