La cosmopolita Nueva York ya no se caracteriza por ser "la ciudad que no duerme”. La pandemia de coronavirus cambió radicalmente la fisonomía de sus calles, con los teatros cerrados y la ausencia de movimiento.
La gran urbe es una de las metrópolis más afectadas por la segunda ola de COVID-19 y allí se hacen sentir los efectos devastadores que dejó la primera.
De esta crisis sanitaria tan profunda que atraviesa el mundo entero han tomado nota los famosos taxis amarillos, que se ven con una frecuencia cada vez menor y están en peligro de extinguirse.
"Nueva York consiste en densidad, en sitios donde la gente se aglutina. El covid es un gran desafío, pero llegará su fin y surgirán nuevos restaurantes, negocios, emprendedores, regresarán los turistas. Pienso que hemos de trabajar para que los que han sufrido más el virus tengan el apoyo necesario. Todos debemos contribuir con la ciudad para salir adelante”, señala el relacionista Jonathan Rosen.
Junto a su colega Risa Heller, Rosen lanzó la iniciativa NY Forever, organización que tiene como objetivo neutralizar la narrativa de que la Gran Manzana está muerta y sumar esfuerzos para su revitalización.
Y agregó: “Hemos hablado durante meses con compañeros, con amigos, para concretar qué podíamos hacer con impacto. El objetivo es tener conectada a la gente, recordarles lo excitante que es Nueva York e implicarlos de diferentes maneras en el proyecto”, insistió.
Finalmente remató: "Hubo otras crisis –la bancarrota de los 70', el 11-S, la crisis financiera– y la ciudad siempre ha vuelto".
