No deja de sacar y sacar carpetas de “cuanto viene sucediendo en el país y el mundo hace un siglo”, según expresa como un chico Diego Leandro Leuco (31) desde el archivo de Grupo Atlántida. Hasta que su sorpresa se potencia: acaba de encontrar un material que lo moviliza más de lo imaginado...
Es que luego de ser guiado por el laberíntico e histórico recinto de la planta baja, da con varios sobres con la inscripción "Leuco, Alfredo". Su padre.
“Ha tenido mucha influencia para que yo fuera periodista –cuenta el flamante conductor de Telenoche junto a Luciana Geuna–. Con mi viejo cerca, o amaba la profesión o la odiaba. Lo único que no podía ser era indiferente. Porque él es más periodista que persona (risas). Padre y periodista son las palabras que principalmente lo definen.
Entonces cuenta que Alfredo le inculcó esa pasión “desde que yo era chico”, recordando el momento preciso en que sucedió: “Fue el 11 de septiembre de 2001. Yo era un nene. Compartíamos las vacaciones en Nueva York y sucedió el atentado a las Torres Gemelas. Habíamos caminado alrededor de ellas el día anterior. No bien nos enteramos de su caída, mi viejo, desesperado, tomó la filmadora familiar –no había celulares– y salimos despedidos del hotel”.
“Ahí –continúa Diego– me invadió por primera vez una sensación que luego se repetiría en mi trabajo como periodista. Porque ante un hecho histórico sentí la necesidad de encontrarme cerca de la información, para luego contarla. Una frase del gran Miguel Wiñazki lo define de manera exacta: ‘Cuando hay disparos y todos corren en sentido opuesto, sólo dos tipos de personas van hacia los disparos: los médicos y los periodistas’... No es lo único que aprendí de mi viejo".
–¿Qué más heredó de don Alfredo (65)?
–Espero que ni su pelada ni su pesimismo estoico. Somos distintos en casi todo. Mi viejo es más pesimista, de ir por el lado del sacrifico estoico, del sufrimiento. De los que se ponen zapatos de dos números menos para poder disfrutar cuando se los saca. Pasa que admiro su ética. Es un tipo puro, noble y de plenas convicciones. Cueste lo que cueste. Muy pocos tienen sus agallas. Era crítico cuando nadie lo era. Me pone orgulloso. Y trato de heredar y honrar eso.
–Y de su madre (Silvina Gagliardi, 62, psicóloga), ¿qué le corre por la sangre?
–Su capacidad de frenar la marcha y transitar con mayor felicidad el trabajo. Observándola a ella intento combatir el acelere que me viene de papá. ¿Sabías que cuando nací mi vieja tuvo que interceder y poner un manto de piedad, porque quería ponerme “Diego Armando” por Maradona?
Fotos: Christian Beliera
Producción general: Mariano Caprarola
Video: Fabián Uset
Edición: Cristian Calvani