“Peco de aburrido para los medios, pero no me divierte exponerme”, asegura Horacio Cabak (51), hoy uno de los hombres con más aire, que reemplaza a Mariano Iúdica (Polémica en el bar) y a Guillermo Andino (Informados de todo), e hizo lo propio con Alejandro Fantino (Fantino a la tarde) –todos en América– y continúa al frente de La jaula de la moda (Ciudad Magazine).
Otrora modelo –una de sus campañas más populares de los noventa fue junto a Daniela Cardone para Motor Oil, con reminiscencia de los años 50'–, el camino perseverante del conductor criado en Monte Grande y amigo de los Babasónicos lo llevó a tomar las crisis como oportunidades. Un poco de eso hubo en medio de una histórica pandemia en la que se hizo más fuerte como anfitrión. No sólo consiguió récord horario en la televisión: además conduce ciclos propios en FM Delta (Ciudadano común) y FM Milenium (Dicen pero que dicen).
¿Es compatible con la vida privada tener tanta presencia en medios? “Con mi familia decidimos no exponernos”, sostiene quien considera que la vara de hacer bien su trabajo tiene que ver con resguardar del ojo público a los suyos. “Cuanto más normal es la vida de ellos, mejor trabajo hago yo como padre y esposo”, reflexiona, marcando así sus principios de tener muy claro qué compartir y cómo manejarse.
En una charla sin concesiones cuenta cómo resguarda su privacidad, reflexiona sobre el machismo en la pantalla chica, asegura que Twitter es su “instrumento de terapia” y se explaya sobre su militancia por el regreso a las aulas, entre otros muchos tópicos.
–Sos uno de los conductores que más tiempo permanecen en el aire en lo que va del verano. Hablemos de la crisis como oportunidad.
–No fue una situación buscada. Estaba preocupado, como todos, haciendo algunos contenidos desde casa, yendo a la radio y en Ciudad Magazine vía remota, pero me daba mucha fiaca salir en medio de la pandemia. Sólo salía para hacer mi laburo. Al ser invitado de Polémica..., en el primer corte me preguntaron si me podía quedar. Estábamos con un montón de restricciones: no podían ir ni actores ni periodistas mayores, así que se armó una mesa nueva. Me sentí cómodo. Armamos un gran equipo y después terminé reemplazando a Mariano (Iúdica). Lo mismo me pasó con Andino y Fantino.
–Históricamente, 'Polémica...' tuvo un sesgo muy machista, por el que fue señalado. ¿Sentís que eso fue cambiando?
–En general, en la televisión el contenido era más machista. Probablemente el mensaje y el diálogo lo eran porque la sociedad era así. Todos nos reíamos por igual de lo mismo, porque fuimos criados así. Las mujeres toleraban y se divertían con el humor machista. Nos fuimos adaptando y nos deconstruimos. En el programa se refleja una reunión entre amigos, pero en la que hoy Luciana (Salazar) y Rocío (Oliva) no son meras figuras decorativas. La mesa se abrió y es interesante que se vea reflejada la visión de las mujeres en cada uno de los temas.
–¿Cómo se reparten las voces en un formato así?
–Lo que me gusta es que cada uno tiene la libertad de decir lo que piensa. No está el conductor para imponer una posición machista. Mi rol como conductor es el de entrecruzar opiniones. Nadie viene a imponer su razonamiento. Intento ordenar, para que sea un programa que se entienda. Creo que representamos lo que pasa en la sociedad, y hay respeto. Me parece injusto que se recuerde sólo lo que era la mesa de Polémica... cuando todo el humor y los informes eran machistas y apelaban al mismo tipo de humor.
"En la televisión antes el contenido era más machista. Probablemente el mensaje y el diálogo lo eran porque la sociedad era así. Todos nos reíamos por igual de lo mismo, porque fuimos criados así. Las mujeres toleraban y se divertían con el humor machista. Nos fuimos adaptando y nos deconstruimos"
–Hay algo que se está marcando mucho más ahora, sobre todo en las redes sociales: cierta inequidad de género, en la que los conductores hombres dominan las grillas. ¿Qué opinás al respecto?
–En mi caso no registro la cuestión sexista. A mí por ejemplo me mandan un equipo y lo único que me importa es que sea bueno. No importa sin son mujeres u hombres. Me interesa que trabajen bien. Por otro lado, respecto a lo que decís no es tan así. Yo veo una programación más repartida, en la que hay muchos más programas conducidos por mujeres que por hombres: Flor Peña, Vero Lozano, Karina Mazzocco... Hace poco estuvo Mujeres, que era como un Polémica invertido. No es que hay discriminación de hombres en esa mesa.
–Hablando de redes y más específicamente de Twitter, ahí tenés un rol muy activo. Más allá de la característica “mainsplannera” que predomina, en la que todos saben hacer las cosas mejor, ¿no te agota disentir?
–Me divierto mucho en Twitter. Es como mi instrumento de terapia, que uso para divertirme e informarme. Tuve tiempos más activos que otros, pero disfruto de hacer reflexiones y mechar con ironías. No bloqueo ni puteo. Ahí es más fácil que te griten los que no te quieren, pero me gusta prestar atención a lo que dice la gente.
–Hace poco, Pablo Sirvén se refirió al Gran Buenos Aires en el que creciste como “africanizado conurbano”. ¿Cómo leíste esa expresión?
–Siento que en algún momento nos vamos a morir de literalidad. Creo que más que nada lo atacaron por exponer que no está a favor del Gobierno. Se sobreactuó la respuesta. Y creo que está africanizado porque está parecido a lo que es África, por las cifras y las condiciones de vida. La utilización política de la palabra complica más todo y es más difícil de analizar desde esa perspectiva. En las redes además está muy presente el tema de lo que deberías interpretar: te llevan para un único lado.
"Mi misión no es incomodar ni inquirir. La gente saca conclusiones por sí sola si un entrevistado me miente o me "sarasea". En las redes tengo más libertad. Ahí, el mejor ejemplo es tratar de adjetivar lo menos posible, para que el mensaje sea claro y evitar al máximo posible las malas interpretaciones"
–¿Cuál es la diferencia entre tus intervenciones en las redes y tu rol en la pantalla?
–En los medios no soy igual que en las redes. Me convocan para trabajar y me gusta preguntar desde la objetividad. Mi misión no es incomodar ni inquirir. La gente saca conclusiones por sí sola si un entrevistado me miente o me "sarasea". En las redes tengo más libertad. Ahí, el mejor ejemplo es tratar de adjetivar lo menos posible, para que el mensaje sea claro y evitar al máximo posible las malas interpretaciones. Mis opiniones siempre son basadas en datos.
–Hablando de temas que despiertan tu atención en Twitter, está tu militancia a favor del regreso a las aulas. ¿Cómo fue la escolarización virtual de tus hijos?
–Tengo tres hijos. El más grande, Ian (18), se recibió en pandemia y sin contacto con sus compañeros. Hay que decir que ya antes del coronavirus había escuelas que no estaban en condiciones de dar clases, con baños fuera de lugar, por ejemplo. Recordemos que no es sólo la necesidad educativa: es un sistema de contención y alimentario. Si un montón de actividades ya tienen protocolo, es muy difícil explicarle a un chico que en un supermercado un cajero se puede cuidar y no un docente para recibir a 15 alumnos.
"Cada colegio debe evaluar un mecanismo para que puedan ir alumnos y docentes. Turnarse en grupos, que asistan mitad y mitad del aula, usar una membrana de flexiplast para protegerlos. No hay que estar pensando la forma de que sigan encerrados"
–¿Cuáles son las otras incoherencias que detectás al respecto?
–Nos espera un año muy parecido al 2020, y hay que tratar de sostener la mayor normalidad posible. No conduce a nada pensar que se va a cerrar todo en marzo con un rebrote: tenemos que buscar la forma de volver a clases con respeto y responsabilidad. Imaginar que cada chico tiene una computadora en su casa o un docente una de gran tecnología es una gran mentira. Eso sin contar con que vivís haciendo la parabólica humana si contás con wifi. Y la realidad es muy distinta para los chicos de la selva misionera: en El Impenetrable con suerte hay señal de celular. Cada colegio debe evaluar un mecanismo para que puedan ir alumnos y docentes. Turnarse en grupos, que asistan mitad y mitad del aula, usar una membrana de flexiplast para protegerlos. No hay que estar pensando la forma de que sigan encerrados.
–Además de lo que decías de que muchos se quedan sin la contención y sin comer por no ir a la escuela, también está el tema de las violencias intrafamiliares, que sigue en aumento.
–Exacto. Es que en el colegio se comparte más que un momento educativo. Yo ayudo en la ONG Haciendo Camino, que hace contención en el Norte del país. Mientras algunos están contentos con que tienen cuatro días de descanso en un feriado XL, para otros eso representa que dos días más no puedan comer. Si están encerrados y aislados es aún más preocupante.
"Si un montón de actividades ya tienen protocolo, es muy difícil explicarle a un chico que en un supermercado un cajero se puede cuidar y no un docente para recibir a 15 alumnos"
–Vos fuiste a un colegio público y comentaste que a tus hijos (los otros dos son Chloé y Alan, de 15) los enviabas a colegios privados, lo que representaba que liberaras vacantes en la estatal.
–No quise hacer bandera de eso. Pero sí dije que al no ocupar esas vacantes, tienen la posibilidad otros tres chicos. Yo fui a la escuela estatal y cursé en la Universidad pública. Pero ahora no está en condiciones de absorber a todos. Entonces, es como si pagara dos veces: la educación de mis hijos y el aporte que hago para la educación pública.
–¿Cómo se adaptaron tus tres hijos a la escolarización virtual?
–Ian hizo un Bachillerato Internacional orientado a Arte, que tenía una difícil corrección y seguimiento respecto a cómo dibujaste o fotografiaste. Rindió con notas altas y tuvo un reconocimiento especial.
–Y se quedó sin viaje de egresados...
–Exacto. Lo reprogramaron para febrero y tienen previsto viajar a Cancún. En el caso de Chloé, para ella no existió la virtualidad, porque estudió de la misma manera que siempre. A Alan, el mellizo, se le complicó un poco: tuvo un segundo semestre más flojo. Ambos apelaron a la contención virtual de amigos, como jugar a la Play o a través de Instagram. En el caso del mayor, como está de novio, tuvimos verificaciones y decidimos ambas familias protegernos de modo extra, para que pudieran verse. Los alivió mucho y a nosotros también. Tratamos de ensamblar los protocolos de las dos familias y estuvimos sin contagios todo el 2020.
"Nunca oculté a mi pareja ni a mis hijos, pero tomamos la decisión de no exponernos. No me divierte que la gente sepa cómo soy al salir de la ducha o dónde vivo. Nunca mostré eso. No tuve que dar notas por renuncias, separaciones ni nada. Yo entiendo a los medios y ellos me entienden a mí"
–Y tu hija que cumplió 15, ¿dejó pendiente el festejo o es algo que no le interesa?
–Su plan nunca fue hacer fiesta, sino un viaje. Lo que hicimos fue un encuentro en casa, con su mejor amiga hisopada, la novia de mi hijo y nosotros.
–A la hora de pensar en vacaciones, más allá de que vos estás trabajando tanto, ¿cuáles son los planes?
–Continuamos con la idea que tuvimos hasta ahora: vivir en una casa en las afueras y continuar allí. Preferimos la idea de invertir y hacer refacciones. Además, la idea de subirnos a un avión para encerrarnos no nos vuelve locos.
–¿Cómo se lleva un camino de privacidad siendo parte de los medios? ¿Mucho cuidado?
–Nunca oculté a mi pareja ni a mis hijos, pero tomamos la decisión de no exponernos. No me divierte que la gente sepa cómo soy al salir de la ducha o dónde vivo. Nunca mostré eso. No tuve que dar notas por renuncias, separaciones ni nada. Yo entiendo a los medios y ellos me entienden a mí. Tal vez peco de aburrido y no soy interesante para cierta parte de las notas. Pero es algo que se fue dando solo, mientras crecía la relación con mi mujer (Verónica Soldato), así que fue algo gradual.
"En las redes no publico fotos de mis hijos. Hay mucha gente que me sigue y no quiero que les hagan una captura de pantalla. Más allá de por privacidad, ellos no eligieron ser personas públicas. Sus cuentas sociales son privadas y las de mi mujer también"
–Es decir que no hubo mucho que medir...
–Mi mujer está cómoda sin que la reconozcan y mis hijos tienen una vida como el resto de los amigos. Al dar solamente su apellido ya les preguntan. Así que cuanto más normal es su vida, mejor trabajo hago yo como padre. No me gusta que se hable de mí por otros motivos, pero no fue a propósito. Digamos que no tengo nada que exhibir.
–¿Y tu política en redes es similar?
–En las redes no publico fotos de mis hijos. Hay mucha gente que me sigue y no quiero que les hagan una captura de pantalla. Más allá de por privacidad, ellos no eligieron ser personas públicas. Sus cuentas sociales son privadas y las de mi mujer también. En las redes sólo hago referencias sobre mi trabajo y de lo que pienso. Y algunas pocas a mi familia, siempre protegiendo. Digamos que con las redes actúo igual que con mi vínculo en los medios.
–¿Cómo les explicás este tema a tus hijos siendo adolescentes?
–Les pregunto: ‘¿Ustedes ponen un pizarrón gigante enfrente de casa? Bueno, tampoco lo pongan en las redes’. Les explico que cuando apretás 'enter' cualquier cosa que publicás deja de ser tuya. El día de mañana van a tener una entrevista de trabajo y los van a googlear. Si no se cuidan, tal vez les pase como a Los Pumas con los tuits viejos que publicaron pensando que nadie los iba a ver... Es muy complicado: les digo que tienen que tener en cuenta que un chiste o una foto que parece simpática es un boomerang dentro de diez años. Te capturan una foto desnudo y ya deja de ser tuya. Por eso hay que ser muy cuidadoso con eso.
"No me arriesgaría a realities como Bailando o Cantando, porque además de desempeñarte te tenés que bancar al jurado y prestarte al juego. Se mezclan tantas cosas que nunca hablás de cómo cantás o bailás. En MasterChef hablás de platos, no importa con quién te acostaste"
–Sos muy riguroso.
–Mirá, ahora el más grande es mayor de edad, pero cuando se abrieron las redes el compromiso fue que la contraseña la ponía yo, así que monitoreo en caso de que haya problemas. No es que voy a revisar, pero les explico que mi IP está vinculado a mis cuentas. Les quiero contar todo: si les cuento sólo una parte les estoy mintiendo. No soy un "gorra". Yo soy una persona pública: a veces me paso de explicaciones y por ahí se aburren. Ahora, si tienen cuentas paralelas ya no tengo manera de chequear.
–¿Participarías de un reality? A veces en esos formatos las vidas privadas se ponen en juego.
–Dentro del formato creo que el más amigable es MastercChef, porque no me gustan las agresiones y las críticas y es lindo de ver. En casa nos hicimos fanáticos. Es gente proactiva, con creatividad y haciendo cosas. En mi caso igualmente soy un superviviente de la cocina: no soy un gourmet y no le dedico demasiado tiempo. No me arriesgaría a ir al Cantando o al Bailando.
–¿Por qué?
–Ahí, además de desempeñarte te tenés que bancar al jurado y prestarte al juego. Se mezclan tantas cosas que nunca hablás de cómo cantás o bailás. En MasterChef hablás de platos, no importa con quién te acostaste.
"A mis hijos les explico que cuando apretás 'enter' cualquier cosa que publicás deja de ser tuya. El día de mañana van a tener una entrevista de trabajo y los van a googlear. Si no se cuidan, tal vez les pase como a Los Pumas con los tuits viejos que publicaron pensando que nadie los iba a ver... Es muy complicado"
–¿Cómo te defendés en la cocina? ¿Cuáles son tus fuertes?
–Mirá, estuve mucho tiempo en un departamento de veinte metros cuadrados con kitchenette y me las rebuscaba. Pasé de ser un nene fifí a comer cualquier cosa y a agradecer cualquier plato. Pero hice cursos de sushi y me defiendo mucho ahí: soy jodido cuando me hacen creer que es sushi lo que me dan. También me las arreglo en la parrilla, soy buen omeletero. Tengo recetas para salir del paso. Me encantan los sándwiches y me gusta innovar. Igualmente, la que cocina más es mi mujer, que se adueñó de la cocina y tiene un gran paladar.
–¿Alguno de tus hijos es vegetariano?
–No, todos carnívoros. Los varones son muy limitados: no los sacás de las milanesas y el churrasquito. Mi hija es más abierta y le gusta probar platos más elaborados y experimentales.
–Volviendo a 'MasterChef', ¿cuál fue tu participante favorito?
–Viste que la cocina te tiene que gustar... Se nota si lo hacés por placer o por compromiso: lo notás en los que avanzaron. Me daba placer ver a Sofi Pachano cómo cocinaba y cómo hasta en el final disfrutaba de ayudar a Claudia (Villafañe) o a Analía (Franchín). Me encanta cómo Sofi elaboraba el plato y pensaba en la receta. Yo no tengo eso, así que imagino que si participo me van a echar rápidamente.
Estilismo y producción general: Mariano Caprarola
Fotos: Chris Beliera
Peinó: Elvio Casciano
Edición de videos: @sofiestherortiz
Agradecemos a: Sirfausto, Baldo, Odraz
y Eduardo Zubizarreta, de El Ojo Clínico