Es una noticia conocida por todos: los neoyorquinos que pueden darse el lujo de tener residencias de verano pasan los meses estivales en Los Hamptons. Con amplias playas y numerosos campos de golf, este lugar, a sólo 150 kilómetros de Manhattan, parece ser el verdadero paraíso.
Si bien lo habitual era regresar en otoño, en este año atravesado por la pandemia de coronavirus la temporada parece haberse extendido y nadie quiere dejar su casa de veraneo. Muchos decidieron postergar el regreso a la ciudad y este invierno el distrito atraviesa un pico de ocupación. Más aun, a quienes decidieron no volver se sumaron los que buscan escapar de las grandes urbes: el auge inmobiliario en Los Hamptons da cuenta de ello.
Según el New York Post, "los neoyorquinos ricos se escapan a Los Hamptons, desatanto un boom inmobiliario de mil millones de dólares". En la misma línea, otras publicaciones declaraban que el destino se impone y con él la idea de un "verano eterno". Incluso con frío y nieve, éste es el lugar predilecto de los habitantes de la Gran Manzana impedidos no sólo de salir del país sino de viajar a otro estado, debido a la segunda ola de coronavirus en Estados Unidos.
Y no es para menos. Manhattan ya no es lo que era. Este año hubo un sinfín de protestas sociales que dejaron huella en una ciudad cuyos mayores atractivos se encuentran cerrados debido a la pandemia. Ni siquiera se llevaron a cabo las importantes galas filantrópicas ni las fiestas con sus magníficas red carpets. A eso se suma la posibilidad de teletrabajar.
Se estima que unas 300 mil familias cambiaron su código postal en los últimos meses, migrando del centro de Nueva York a las playas de East Hampton. Más allá de las historias particulares que hay detrás de estas mudanzas, el movimiento tiene un fuerte impacto en la economía. Sitios que sólo abrían durante la temporada de verano ahora tienen sus puertas abiertas todo el año e importantes firmas de arte y lujo instalaron tiendas en la localidad a fin de estar cerca de sus clientes.
La gran afluencia de neoyorquinos a Los Hamptons no fue bien recibida por los lugareños, que relizaron manifestaciones "anti-millonarios". Si bien la llegada de personas con alto poder adquisitivo impactó en la economía, también generó conflictos. Muchos criticaron que en cuanto arribaron arrasaron con la mercadería de los supermercados, no sólo bienes de lujo sino también insumos esenciales.