Luego de la muerte de Diego Armando Maradona los amigos del astro estuvieron por distintos programas contando las anécdotas que vivieron con él en sus diferentes etapas. Hubo muchos de Villa Fiorito, de cuando Diego era solamente un pibe que soñaba con triunfar en el fútbol.
También estuvieron los amigos de la etapa oscura del mejor jugador de la historia, la etapa de las drogas y el alcohol. Uno de los que más anécdotas vivieron con el Diez fue Leo Sucar, dueño de la disco La Diosa, quien le presentó a Laura Sibila, uno de los amores de Maradona en esa época.
En diálogo con Fantino a la tarde (América) contó una increíble historia que comienza con el ex DT de Gimnasia casi al borde de la muerte por consumo excesivo de drogas y acabó a las patadas contra la camioneta de Luciano Castro.
"Recuerdo que un 23 de diciembre a la noche Diego viene y me regala este reloj (lo muestra a la cámara), una colección de un reloj suizo marca Diego Maradona. Vino para pasar la Navidad conmigo, los dos solos. Al otro día voy al hotel, a buscar el teléfono que me había olvidado. Era un 24 de diciembre a las ocho de la noche. Cuando llego estaba Carlos Ferro Viera, que me dice: 'Tomá, hacete cargo de Diego que yo tengo familia y me tengo que ir a La Plata'. Me quedé solo con Diego", comenzó contando Sucar.
Y siguió: “Yo nunca había estado en esa suite. No era de las que habitualmente paraba él. Me siento y había una puerta corrediza. Cuando corro esa puerta encontré a Diego con la cabeza colgando hacia los pies de la cama, todo babeado, y con cosas peores también. Trataba de despertarlo y no había caso. Estábamos los dos solos en la habitación y yo pensaba: 'Acá se me muere y quedé pegado'. Llamé a casa y le conté a mi mujer la situación".
"Sonaban sus teléfonos y era Claudia llamándolo insistentemente. Me decía que lo estaban esperando para cenar en lo de Doña Tota. Y yo le mentía diciendo que estábamos yendo para allá, cuando él ni siquiera reaccionaba. Estaba obeso y su cabeza colgaba de la cama. Se habían ido todos y nadie me contestaba. Le pedí a la gente del hotel que llamara una ambulancia, pero no venía nadie. No se animaban a meterse. Diego todavía no había estado internado nunca", prosiguió.
"Entonces lo llamé a Luciano Castro y le pedí que me viniera a dar una mano, porque estaba solo y no sabía cómo manejar eso. Él tenía una camionetita y me dijo que me quedara tranquilo, que venía. La cosa es que de la nada, Diego se despierta, se pega una ducha y sale impecable. 'Vamos a lo de Tota', me dijo. Se calzó unos zapatos italianos y me llevó a lo de su mamá", contó
"Manejaba por la ciudad como si nada, esquivando autos. Pasamos de un tipo que se estaba muriendo a uno que estaba espléndido. Cuando llegamos a la casa de Doña Tota lo esperaba un montón de gente que sabía que Diego iba para allá. Había tal revuelo que Diego se enoja y empieza a tirar patadas para todos lados. Le abolla y le dobla toda la puerta de la camioneta a Luciano Castro, pensando que era un fan. Luciano se había quedado haciéndome el aguante y terminó con la camioneta rota por el propio Maradona", recordó.
"Llegué a mi casa asustado, pálido, agarré a mis hijos, a mi mujer y dije que nunca más quería pasar por una situación así", cerró.