"En casa comemos el asado que producimos en Salta. ¡Es la mejor carne del país!", expresó con orgullo Jorge Brito el día que abrió las puertas de Cabaña Juramento para compartir su intimidad con GENTE. Entonces, el empresario que falleció el 20 de noviembre en un trágico accidente tenía 64 años y era la quinta persona más rica del país.
En su hábitat predilecto, el presidente de Banco Macro compartió los secretos de su éxito. Y también un costillar asado. La cita fue en la finca San Javier, en la localidad de Joaquín V. González, a unos 260 kilómetros de la ciudad de Salta. Él mismo seleccionó el corte y lo trozó para llevarlo a la mesa de algarrobo ubicada en el comedor del casco.
Por entonces era el máximo referente de la actividad bancaria a nivel nacional y Forbes lo ubicaba en el puesto 1.567 del ranking global de multimillonarios. Apasionado por el campo, muchos años antes, en 1992, había comprado 45 mil hectáreas en Salta para llevar a cabo su emprendimiento agropecuario.
Como buen empresario, estudió detenidamente las opciones antes de realizar la inversión. "Hice un análisis y observé que en el NOA el 85 por ciento de la carne se importaba de Buenos Aires y Córdoba. Y me di cuenta de que si armábamos un feedlot en esta zona, íbamos a tener dos ventajas inmejorables", le reveló entonces a Sergio Oviedo, periodista de GENTE. Y enumeró estos beneficios: "Primero, campos secos, sin inundaciones. Segundo, podíamos producir carne con un maíz 30 por ciento más barato que en otro lugar, porque no teníamos gastos de flete. Hoy, en mi casa de Buenos Aires comemos el asado que producimos acá, en Salta. ¡Es la mejor carne del país!”, contó.
En ese encuentro estaban también su esposa, Marcela Carballo, y sus seis hijos: Milagros, Jorge, Marcos, Constanza, Santiago y Mateo. “Son lo más importante. Te podés perdonar un error en un negocio. Pero la familia es el pilar, los que te empujan hacia adelante”, sentenció. Su amigo personal Jorge “Corcho” Rodríguez fue de la partida y se sumó al recorrido por buena parte del campo, que ya entonces se destacaba por su magnitud.
“En total, todo el proyecto de Cabaña Juramento abarca cerca de 90 mil hectáreas, donde tenemos 86.000 animales. Voy a reconocer que al principio me miraban como si fuera un bicho raro, porque no se conocía el sistema de engorde a corral, algo que copié de Estados Unidos. Y en 1993 apareció la oportunidad de comprar un frigorífico en Pichanal, al norte de Salta, a 220 kilómetros de este lugar. Hoy, con las seis carnicerías que tenemos –dos en Salta y las demás en Tucumán, San Isidro, Nordelta y Puerto Madero– terminamos de cerrar el círculo", informó en aquel momento.
Brito era consciente de la calidad de su ganado. En el recorrido mostró un rodeo de cría de alto nivel genético, con su propia cabaña de Brangus y Braford: contaba con 22.000 vientres en servicio. Asimismo, explicó en detalle el proceso. Todos los machos y parte de las hembras iban a engorde. Otras hembras eran retenidas para reposición e incremento del rodeo.
Los terneros, desde el destete hasta los 280 o 300 kilos, se recrían a campo abierto durante el verano, y con alfalfa y silo de maíz en invierno. Luego ingresan al feedlot, donde en tres meses alcanzan los 450 kilos, a un ritmo de 1,3 kilos por día. “Cuando terminemos de cosechar el maíz vamos a tener 100.000 toneladas guardadas, lo que necesitamos para darles de comer durante todo un año”, aseguraba Brito.
Vida personal, pasiones y sueños
En charla exclusiva con GENTE, Brito había revelado que la pasión por el campo no era una herencia familiar. "Mi padre, Napoleón, era aviador militar y murió cuando yo tenía 10 años. No hay ninguna vinculación por ese lado. Cuando estaba en el colegio, un amigo me invitó a su campo y me deslumbró". También contó que en los 80' compró su primer campo, en la provincia de Santa Fe. "Todo nació como una diversión, un pasatiempo de fin de semana. Después, en 1982, empecé a estudiar la rentabilidad y me di cuenta de que podía ser un gran negocio", detalló.
Reconoció que esa inversión "fue un acierto", ya que casi había duplicado sus hectáreas en los últimos años. Y recordó que pasaron muchas cosas desde que lanzó su proyecto. "Hoy, el emprendimiento ocupa a más de 600 personas en forma directa, de las cuales 400 trabajan en el frigorífico de Pichanal. Fueron un montón de etapas, donde también se me fue gran parte de la vida. La satisfacción que tengo es que todo salió tal cual y cómo lo soñé", le contó entonces a GENTE.
Pasaron tres años desde entonces y en ese momento el empresario tenía la esperanza de que la ganadería argentina siguiera creciendo. "En los próximos cinco años, toda la carne que se produzca en el país será en feedlot. Caminando, un animal necesita una hectárea. De esta forma podés meter cinco", explicaba.
En ese mismo encuentro, Brito manifestó que nunca se había sentido cómodo en las negociaciones con Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior entre 2006 y 2013. "Sé que hablaba muy mal de mí y me amenazaba. Pero no pudo cambiarme", dijo. Y enseguida criticó a quienes, durante el gobierno de Mauricio Macri, hablaban de un 'gobierno para ricos'. "Es un error. Soy un convencido de que el empresario tiene que ganar plata para generar fuentes de trabajo y darle laburo a la gente. Sí creo que al capitalismo hay que ponerle reglas de juego claras, para que no haya abuso".
También se animó a hablar del entonces presidente: "Macri, en vez de cerrar la grieta que dejó el kirchnerismo, la ha profundizado. Pero es un problema que tenemos los empresarios y los políticos argentinos: todos somos individualistas. Todas las crisis que vivimos fueron por pensar de forma mezquina".
Siendo el quinto hombre más rico del país y con muchas más influencias de las necesarias para tener poder, reveló por qué no le interesaba meterse en política. "Cumplí un ciclo de mi vida y no creo que me pueda adaptar. Pero a mis hijos les digo que si tienen la vocación y la convicción, lo hagan. Porque creo que las cosas van a cambiar el día que nos comprometamos todos los argentinos".
Jorge Brito no era un hombre preocupado por el paso del tiempo. "Sí me gusta hacer reflexiones de distintas etapas. Pero me paro, pienso un poco y sigo para adelante", reflexionó antes de despedir a sus invitados en la finca salteña.