Así lo contó GENTE en 2010. Fue un martes 13 y la fecha quedará grabada en la memoria de millones de personas alrededor del mundo, que siguieron minuto a minuto el rescate de los 33 mineros trasandinos.
El 5 de agosto de 2010, un derrumbe en la mina San José dejó a 33 mineros atrapados a 720 metros de profundidad. La noticia dio la vuelta al mundo. La incertidumbre en torno a su estado marcó una pausa que muchos tienen aún presente.
Dos días más tarde, un segundo derrumbe convertiría en "imposible" el rescate. El gobierno chileno, entonces presidido por Sebastián Piñera, considera abandonar la misión, pero la sociedad se impone. Y comienza el operativo, a cargo de André Sougarret, especialista en minas y el ministro de Minería, Laurence Golborne.
Los ojos del mundo estaban puestos en Chile, más precisamente en La Caldera, comuna en la que se encontraba el yacimiento. La mina, explotada por San Esteban Primera S.A. se encontraba a unos 30 kilómetros de la ciudad de Copiapó.
El mundo esperaba un milagro. Y la primera señal llegó el 22 de agosto: un papelito que decía: "Estamos bien los 33". La alegría se sintió en cada rincón, pero más aún en la localidad donde acampaban los equipos de rescate y familiares de los mineros. El lugar llegó a albergar a 3.000 personas.
Ese papelito, escrito por José Ojeda, devolvió la esperanza a toda la sociedad. Sobre tierra, la certeza de que los mineros aún se encontraban con vida. Bajo la piedra, la tranquilidad de haber establecido el contacto. Habían pasado ya dos semanas del derrumbe.
Días más tarde, los responsables del equipo de rescate compartían a través de sus cuentas de Twitter que seguían en Copiapó. A un mes del primer derrumbe, el ministro de Minería hablaba de la fortaleza de los mineros luego de una videollamada.
A cuatro días de esta comunicación, el ingeniero Sougarret daba cuenta del avance de los diversos planes que avanzaban en simultáneo para llegar a los mineros y poder concretar el rescate.
Todavía faltaban muchos días para que pudiera concretarse el salvataje. Días más tarde, y con el mismo espíritu informativo de cada uno de los partes anteriores, Sougarret escribió el 11 de octubre uno de los mensajes más esperados: "Hoy los mineros duermen su última noche juntos!".
El 12 de octubre fue un día de expectativa y trabajo continuo. Apenas pasada la medianoche, a las 00:10 del martes 13, salió de la cápsula Florencio Ávalos, el primero de los 33 mineros rescatados en Chile. Durante 22 horas, millones de hombres y mujeres en todo el mundo siguieron con emoción el rescate.
Así lo contó GENTE: Un milagro que conmovió al mundo durante 22 horas
"En una epopeya televisada al planeta –seguida por mil millones de personas–, y tras 69 días de angustia, los 33 trabajadores de la mina San José fueron sacados desde las entrañas de la Tierra", decía el copete de una nota que destacaba detalles de las historias atravesadas por el inolvidable evento.
"Un viaje hasta 688 metros de profundidad, con todos los condimentos de un sabroso culebron: amor, infidelidades, el desprecio por la vida de los empleadores, expertos de la NASA y un grupo de hombres que lucharon por sobrevivir... y lo lograron".
Manuel González fue uno de los nombres destacados en la lista de héroes que tuvo este magnífico rescate. Bajó a la mina horas antes de que saliera el primer minero y su testimonio fue uno de los más emotivos: "Cuando bajé y los vi, semidesnudos por ese calor intenso de 35º, felices de que por fin iniciábamos el plan, tuve una impresión muy fuerte. Estoy acostumbrado a los rescates y llevo veinte años trabajando en minas... Pero esto no se compara con nada. Me abrazaron, me besaron... Estaban eufóricos. Ellos son los grandes héroes”, le contó a GENTE. También confesó que cuando era joven había sido jugador de fútbol y en 1985 se había enfrentado contra Franklin Lobos, uno de los mineros rescatados.
GENTE siguió de cerca dos de los reencuentros más emotivos: los hermanos Florencio y Fernán Ávalos habían quedado encerrados. Sus familiares celebraron con lágrimas y mucha euforia que ambos estuvieran bien.
En la crónica se destacó la historia de Franklin Lobos, jugador de fútbol, que se animó a patear una pelota ni bien llegó a la superficie.
Los 69 días de aislamiento tuvieron gran impacto en los 33 mineros. Esteban Rojas, por ejemplo, pensó en los "pendientes" de su vida y desde la profundidad de la Tierra le propuso casamiento a su pareja.
"A salir del otro pozo", fue el subtítulo elegido para contar la historia de Samuel Ávalos Acuña. "Sabía de qué se trataba vivir cerca del infierno: era adicto al paco y al alcohol, y tenía una pareja (que nunca llegó a la categoría de matrimonio por los períodos en que 'desaparecía' de su casa) a punto de perder. Según su esposa, Ruth Guzmán, 'su estadía en la mina significó una reconversión. Se acercó a Dios y dice que es otra persona'".
Así, una tras otra, GENTE fue rescatando las historias de los mineros que volvieron a nacer luego de estar 69 días bajo tierra.
Plan San Lorenzo, el ambicioso programa de rescate que salvó la vida a 33 mineros
"Plan San Lorenzo" fue el nombre elegido para el plan de rescate que incluía diversos caminos para llegar a los mineros. El nombre no fue elegido al azar: el santo es reconocido como patrono de la minería.
En octubre de 2010 GENTE sintetizó en una infografía los detalles del "rescate milagroso", considerado el más importante en la historia de la minería.
Ubicada a poco más de 800 kilómetros de la capital trasandina, de la mina San José se extraía cobre y oro. Activa desde mediados del siglo XIX, en 2010 era explotada por San Esteban Primera S.A. Ya había estado cerrada por accidentes en al menos dos oportunidades: marzo de 2007 y mayo de 2008.
Los mineros, 32 chilenos y un boliviano, recibían y enviaban mensajes a través de un contenedor conocido como "la paloma", que los mantuvo en contacto con el mundo exterior hasta que pudo llevarse a cabo el rescate propiamente dicho. La cápsula, construida en PVC, tenía sólo 12 centímetros de diámetro y 1,60 metro de altura.
Otro de los medios esenciales de comunicación con el exterior fue la "línea de vida", un poliducto a través del cual los mineros recibieron aire, agua, electricidad, cables de teléfono y fibra óptica.
Luego de 69 días, los mineros llegaron a la superficie en una cápsula, Fénix II. La misma fue fabricada en Chile. Construida en acero y revestida en policarbonato, llevaba visibles los colores de la bandera trasandina.
El criterio utilizado para ordenar a los mineros a la hora del rescate fue el mismo que se usa en los rescates submarinos: primero los que están mejor físicamente; luego los que se encontraban más débiles y, por último, aquellos que estuvieran psicológicamente más fuertes. El primero en salir fue Florencio Ávalos y el último Luis Ursúa, que llegó a la superficie a las 21:56 y se convirtió en el hombre que más tiempo permaneció bajo tierra.