La actriz se unió a una investigación de más de 3 años, que evidencia la faena equina y la exportación de carne de caballo a países europeos. Una trama que revela negocios fraudulentos y complicidad en el poder.
La actriz y activista por los derechos de los animales Liz Solari (37) puso cuerpo y voz en Cinco corazones, film documental de Posibl, una investigación que pone al descubierto la trama de maltrato animal y negociados ocultos en la faena equina en Argentina, principal exportador de carne de caballo, consumida en el mundo como un producto gourmet.
En el documental dirigido por Martín Parlatto se preguntan de dónde proviene la carne de los más de 200 mil caballos que se faenan en el país para alimentar a la Unión Europea –aquí está prohibido su consumo–, indagan las condiciones en que esos animales son criados, violentados y alimentados y las implicancias de estas prácticas en la salud pública.
"Es importante conocer todo lo que sufren esos seres sintientes antes de ser servidos en nuestros platos"
Tras diez años sin comer carne y luego de haber visto Earthlings, el documental narrado por Joaquin Phoenix que muestra la explotación y la crueldad hacia los animales, Liz le explica a GENTE: "Necesitamos entender que los animales son especies y hermanos que necesitamos respetar. Si dejáramos prácticas egoístas y cegueras y la gran ambición de las industrias por detrás de este negocio, estaríamos mejor. Por eso es importante hablar de las verdades ocultas y que las industrias transicionen a unas más éticas y sostenibles".
"Es importante conocer todo lo que sufren esos seres sintientes antes de ser servidos en nuestros platos", concientiza la activista, quien asegura: "Necesitamos despertar y poder cambiar esta realidad, para que no haya más pandemias". Es que como remarca, las grandes pandemias comienzan con animales explotados, "criados en condiciones infrahumanas".
Al respecto, profundiza acerca de la amenaza de que nos convirtamos en sede de granjas para la cría y producción de carne porcina para abastecer a China. "Hay que ver por qué insisten con vender la muerte y por qué querrían convertirnos en foco de una potencial nueva pandemia. Por eso estamos tratando de frenar este negocio. Las industrias contaminan nuestras tierras y aguas, expulsan a los habitantes donde se concentran esas fábricas y encima lo reciben como un ataque", puntualiza Solari.
"En el documental queda muy bien expuesto cómo funciona la faena equina y todos los vacíos legales que hay", expone Liz, mientras el director amplía detalles sobre cómo su film "empodera causas judiciales, como la de los caballos robados en Ezeiza, cuya investigación es producto de la denuncia de un abogado que también participa de la investigación".
Como explica Parlatto, el asunto de la exportación de carne equina al mundo "está manejada por decretos presidenciales desde la época de San Martín". Fue Carlos Menem quien autorizó la exportación. Otro de los temas puntuales que aborda el film es la sangría de las yeguas en gestación, una práctica escalofriante en la que las someten a una extracción de sangre que luego exportan para fertilizar a hembras de otras especies. Para extraer semanalmente la sangre que terminará en las famosas "granjas de sangre" se les provoca a las yeguas un aborto, que les causa terribles sufrimientos.
"Los políticos no pueden pedirle a la humanidad que use barbijo y se lave las manos sin ir a la raíz del problema: los animales son sacrificados por su carne. Y la situación en la que se pueden infectar, generando nuevos virus"
La investigación, que partió de una denuncia, los llevó a contactarse con organizaciones de todo el mundo que ayudan a poner en evidencia "la complicidad de organismos públicos y la red de un negocio millonario a partir del maltrato animal, algo que el consumidor europeo desconoce".
Como cuentan Liz y Martín, "los principales países a los que se exporta la carne equina –Rusia, Francia, Bélgica, Holanda, Italia y Alemania– pagan una fortuna por el kilo de caballo, desconociendo cómo los animales son explotados en tracción a sangre, qué comida y agua toman y cómo terminan en esos mataderos".
"En China hubo tres millones de cerdos incendiados vivos. Es preocupante que los gobernantes no piensen en las nuevas pandemias y las nuevas crisis económicas", reclama Liz, quien cumplió siete meses sin trabajar. "Los políticos no pueden pedirle a la humanidad que use barbijo y se lave las manos sin ir a la raíz del problema: los animales son sacrificados por su carne. Y la situación en la que se pueden infectar, generando virus como el Covid", apunta la activista, gran parte de cuya familia dio positivo y se recuperó.
"Hoy estamos viviendo las consecuencias de nuestras acciones. Frente a una situación caótica como ésta debemos darnos cuenta y reclamar a las industrias que sólo respondan a nuestro consumo. Nunca es suficiente lo que podamos hacer", finaliza.
Fotos Liz Solari: Fer Jacobi. Fotos documentales: Gentileza Posibl.